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No estamos en una lucha entre personas, sino en una lucha de principios

Dad al César...

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Por eso cumplimos concienzudamente con nuestros deberes sociales, y los otros… Somos ciudadanos responsables y sensatos. También respetuosos con todo el mundo y buenos ciudadanos, a menudo excelentes. Y todo eso no es circunstancial, ni contingente o condicional, tampoco supeditado al contexto. Todo eso es sagrado y absoluto para la población que defendemos, la que somos y creemos que debe ser siempre.


Ahora bien, resulta que “el césar PS” nos lo pone imposible:


Cuando sus ordenanzas, exigencias, imposiciones y leyes sobrepasan la ética más elemental, el orden natural, el orden social y hasta el orden espiritual y trascendente que profesamos.


Cuando viola los derechos básicos y fundamentales de las personas directamente y con leyes tan desiguales que rompen la más elemental igualdad.


Cuando contradice directa y expresamente principios y enseñanzas superiores como son las de la religión que profesamos y respetamos. Un respeto absolutamente razonable, al contrario que los méritos “de este césar”.


Cuando “el césar” con sus mentiras y sus acciones trastocan cada día los cimientos mismos de la sociedad democrática que defendemos.


Cuando “el cesarismo” gobernante, defiende y eleva a los verdugos muy por encima de las víctimas, convirtiéndose así en abominable refugio para los auténticos criminales.


Cuando favorece a pequeños colectivos por su particular interés (votos), en perjuicio flagrante para la ciudadanía en su conjunto y el bien común para el que fue designado “César”. ¿Sabrá algo de lo que es el bien común?


Cuando sus leyes inicuas, por el efecto boomerang, denigran gravemente a las  mujeres, o sea, a la mitad de la población.


Cuando legislan directa o indirectamente contra la familia, que es la base y fundamento de la sociedad; lo que supone legislar contra la sociedad misma y, por razones espurias, ideológicas y de poder.


Cuando “este césar” se salta las leyes, la Constitución, sus propias normas, y cuanto se pone delante de su caprichoso deseo o su desgana “cesarina”.


Cuando se auto-atribuye el mando sobre la Fiscalía del Estado y la supedita de forma constante a su personal capricho; con el descrédito, la degradación y el vasallaje que ello significa para la Fiscalía (lamentable la Lola).


Cuando el desprecio por la mayoría de los ciudadanos de la Nación es tan explícito de forma repetitiva y con gestos de excelsa superioridad como muestra, por ejemplo, con sus halagos a los musulmanes y menosprecios a esa mayoría cristiana de España.


Cuando la inmensa mayoría de españoles son peor tratados por “el césar” y sus prebostes que los invasores foráneos de nuestro suelo. Y cuando decir esto se considera racismo y xenofobia, en lugar de considerar el peligroso riesgo cultural, para la infancia, para muchas mujeres y la violencia e inseguridad que ello entraña.


Cuando “su cesarismo” aprueba una ley tal de des-educación; es, sin duda, que los niños, el saber, la cultura, la preparación para la vida y la promoción de los ciudadanos, así como la dignidad, el respeto alas personas y los cimientos de la sociedad española, le importan menos que un comino. Pero esto resulta muy compatible con su ignorancia, su carcundia, el zascandileo del que hace gala y su petimetrismo. Le sale de dentro su cara-dura aupada a un poste engreído.


Cuando se ríen de todo el mundo laboral pariendo el ratón de reforma laboral, cuando perjuraban fabricar el monstruoso dragón “derogación total”.


Cuando contaminan, polucionan, degradan y envilecen las mentes y la vida de los niños escolares con su ideología de cretinez mental, extraída de las peores entrañas de los destructores de nuestra civilización.


Cuando necesitan hasta tres verificadores para proteger, y multitud de medios pagados para difundir, las constantes mentiras “del césar” y sus voceros.


Cuando, en fin, y como síntesis; la estulticia, la ignorancia, el exhibicionismo, el desprecio al ciudadano descritos en este escrito; el papanatismo, el progresismo, las carencias, lo irracional y cuanto queda dicho; retratan, definen y perfilan a “este césar” y su séquito. Ante eso, solo nos queda reforzar, elevar, ensalzar y exponer nuestros valores y principios totalmente opuestos e incompatibles con los suyos.


No estamos en una lucha entre personas, sino en una lucha de principios. Por eso retamos a todos los españoles que elijan con criterio, con sentido, con miras al bien común y, también, con mucha atención a su bolsillo. Porque hay que dar al César… ¿Pero, a qué César? ¿Al que expolia a España e intenta hacerlo también con Dios?

Drociano.

Dad al César...

No estamos en una lucha entre personas, sino en una lucha de principios
Isidro García Getino
martes, 22 de febrero de 2022, 09:11 h (CET)

Por eso cumplimos concienzudamente con nuestros deberes sociales, y los otros… Somos ciudadanos responsables y sensatos. También respetuosos con todo el mundo y buenos ciudadanos, a menudo excelentes. Y todo eso no es circunstancial, ni contingente o condicional, tampoco supeditado al contexto. Todo eso es sagrado y absoluto para la población que defendemos, la que somos y creemos que debe ser siempre.


Ahora bien, resulta que “el césar PS” nos lo pone imposible:


Cuando sus ordenanzas, exigencias, imposiciones y leyes sobrepasan la ética más elemental, el orden natural, el orden social y hasta el orden espiritual y trascendente que profesamos.


Cuando viola los derechos básicos y fundamentales de las personas directamente y con leyes tan desiguales que rompen la más elemental igualdad.


Cuando contradice directa y expresamente principios y enseñanzas superiores como son las de la religión que profesamos y respetamos. Un respeto absolutamente razonable, al contrario que los méritos “de este césar”.


Cuando “el césar” con sus mentiras y sus acciones trastocan cada día los cimientos mismos de la sociedad democrática que defendemos.


Cuando “el cesarismo” gobernante, defiende y eleva a los verdugos muy por encima de las víctimas, convirtiéndose así en abominable refugio para los auténticos criminales.


Cuando favorece a pequeños colectivos por su particular interés (votos), en perjuicio flagrante para la ciudadanía en su conjunto y el bien común para el que fue designado “César”. ¿Sabrá algo de lo que es el bien común?


Cuando sus leyes inicuas, por el efecto boomerang, denigran gravemente a las  mujeres, o sea, a la mitad de la población.


Cuando legislan directa o indirectamente contra la familia, que es la base y fundamento de la sociedad; lo que supone legislar contra la sociedad misma y, por razones espurias, ideológicas y de poder.


Cuando “este césar” se salta las leyes, la Constitución, sus propias normas, y cuanto se pone delante de su caprichoso deseo o su desgana “cesarina”.


Cuando se auto-atribuye el mando sobre la Fiscalía del Estado y la supedita de forma constante a su personal capricho; con el descrédito, la degradación y el vasallaje que ello significa para la Fiscalía (lamentable la Lola).


Cuando el desprecio por la mayoría de los ciudadanos de la Nación es tan explícito de forma repetitiva y con gestos de excelsa superioridad como muestra, por ejemplo, con sus halagos a los musulmanes y menosprecios a esa mayoría cristiana de España.


Cuando la inmensa mayoría de españoles son peor tratados por “el césar” y sus prebostes que los invasores foráneos de nuestro suelo. Y cuando decir esto se considera racismo y xenofobia, en lugar de considerar el peligroso riesgo cultural, para la infancia, para muchas mujeres y la violencia e inseguridad que ello entraña.


Cuando “su cesarismo” aprueba una ley tal de des-educación; es, sin duda, que los niños, el saber, la cultura, la preparación para la vida y la promoción de los ciudadanos, así como la dignidad, el respeto alas personas y los cimientos de la sociedad española, le importan menos que un comino. Pero esto resulta muy compatible con su ignorancia, su carcundia, el zascandileo del que hace gala y su petimetrismo. Le sale de dentro su cara-dura aupada a un poste engreído.


Cuando se ríen de todo el mundo laboral pariendo el ratón de reforma laboral, cuando perjuraban fabricar el monstruoso dragón “derogación total”.


Cuando contaminan, polucionan, degradan y envilecen las mentes y la vida de los niños escolares con su ideología de cretinez mental, extraída de las peores entrañas de los destructores de nuestra civilización.


Cuando necesitan hasta tres verificadores para proteger, y multitud de medios pagados para difundir, las constantes mentiras “del césar” y sus voceros.


Cuando, en fin, y como síntesis; la estulticia, la ignorancia, el exhibicionismo, el desprecio al ciudadano descritos en este escrito; el papanatismo, el progresismo, las carencias, lo irracional y cuanto queda dicho; retratan, definen y perfilan a “este césar” y su séquito. Ante eso, solo nos queda reforzar, elevar, ensalzar y exponer nuestros valores y principios totalmente opuestos e incompatibles con los suyos.


No estamos en una lucha entre personas, sino en una lucha de principios. Por eso retamos a todos los españoles que elijan con criterio, con sentido, con miras al bien común y, también, con mucha atención a su bolsillo. Porque hay que dar al César… ¿Pero, a qué César? ¿Al que expolia a España e intenta hacerlo también con Dios?

Drociano.

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