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A nadie iremos a contar los sentimientos emergentes desde sus experiencias interiores, su carácter intransferible es manifiesto, con sus infinitas peculiaridades. El trasfondo psíquico está involucrado de mil maneras con esas percepciones. Siempre existe alguna relación con las influencias foráneas, sean constitutivas de base, evolutivas o impactos recibidos desde agentes concretos. De cualquier forma, los SENTIRES entrañan una parte acendrada de la personalidad. Esa ubicación en la intimidad no les exime de sus relaciones con el mundo, en especial con los humanos. Provocarán una serie de repercusiones o afrontarán los intentos de manipulaciones intempestivas.
Entre la sinceridad y el candor inocente se infiltra de refilón la condición del INGENUO, que viene a reflejar otros matices alejados un tanto de la franqueza inicial. La sinceridad acompañada de la inteligencia detecta las condiciones del entorno y a su vez las cualidades propias. El candor parece limitado a las fases iniciales de los contactos cognitivos. La ingenuidad se adentra en la idea de las carencias, por la incapacidad de percibir aspectos relevantes de sus circunstancias; por lo tanto, entraña una tranquilidad escapada de los avatares reales. Es conveniente no llegar a confundirla con la ficción interesada de unos ingenuos aparentes orientados al engaño productivo.
Los impulsos nacidos en cada persona adquieren consistencias muy diversas, modificadas así mismo por el calor puesto en la refriega. Menos candorosos e ingenuos, todo lo contrario por lo general, surgen los personajes de relumbrón destacando del inmenso conjunto. Voy a denominarlos gente DISTINGUIDA, aceptando enseguida las numerosas vías adoptadas para alcanzar esa distinción; porque haberlas las hay con dimensiones contradictorias. El entusiasmo puede consolidar eminencias meritorias por las aportaciones en sus sectores; a la callada, de dominio público, al hilo de sus obras. Ancladas en el mero famoseo o incluso destacar por lo proceloso de sus actuaciones.
El etiquetado de las acciones emprendidas tampoco vale demasiado, las inquietudes se multiplican, sobre todo cuando cada momento atrae consigo matices diferentes. Uno mismo cambia con el paso de los años y la sociedad acumula variaciones. Los prejuicios de ayer desaparecen o se convierten en razones contundentes al son de las mencionadas evoluciones. Las sesudas valoraciones de antaño pueden quedar obsoletas. La TEMPORALIDAD se cierne sobre nosotros como una cúpula atosigante, impregna cualquier faceta existencial. Como comprobaremos en la simple observación cotidiana, los razonamientos actuales se distancian de las circunstancias históricas o de las futuribles.
Aún con las mejores intenciones, el fuego interior tropieza con el enfriamiento propio, pero le cuesta hacer acto de presencia en la comunidad; depende también de la calidad del fuego. Digámoslo con el recurso del sentir poético:
VOLCÁN INCESANTE
Ante los clarividentes,
Aparezco reticente.
Camino muy extrañado
En azarosa contienda.
Los buenos aprendizajes,
Sin compromisos tenaces,
Derrapan en la espesura.
Escapan apresurados
Hacia territorio ignoto.
Porque el destino comienza
Por la presencia turgente
De los bien dispuestos seres
Agentes en su aventura.
Con cansera y esperanzas
Corrijo puntos endebles,
En busca del compañero,
Lejos de cualquier lindero
Fabulamos un cobijo
En la intimidad selecta
Para encauzar el volcán.
La exuberancia de las expresiones es cosa natural dada la inmensa concurrencia de participantes en cualquier asunto; no digamos cuando son realzadas por la potencia mediática altisonante. Su misma profusión dificulta el entendimiento de los significados en un caso concreto. Sin embargo, a la vera de dicha exaltación detectamos un fenómeno insatisfactorio en pleno auge. Me refiero a la ínfima calidad de los CONTENIDOS, salvo valiosas intervenciones. La ligereza entretenida arrumba los conceptos para convertirlos en simples armas arrojadizas en el jolgorio de una mediocridad preocupante; aunque lejos de preocupar, luce vociferante con anhelos desaforados.
La derivación de los entusiasmos apunta a una proclamación de las movidas incesantes, convertidas en nuevo fanatismo cargado de arrogante intolerancia ante las posturas de diferente orientación. El carrusel no se detiene ante apuntes reflexivos, impone sus comportamientos acelerados; abandonados a un destino fluyente despersonalizado. Precisamente en la época con mejores condiciones para el ejercicio de la PRESENCIA concreta de las personas; ese ejercicio que pudiera parecer primordial, permanece desdibujado en estos ambientes. El destino apunta a un desatino de campeonato, subyace el clamor por una propuesta cabal por parte de seres inteligentes.
Es preciso ponernos en situación de apreciar en lo que valen las ingentes MARAVILLAS del tiempo presente, técnicas, artísticas, médicas, medios culturales, descubrimientos fronterizos… Su frondosidad impregna las condiciones vitales, aproximarnos a sus fundamentos es la tarea realmente fascinante porque nos implica de lleno. Las renuncias disgregan nuestra personalidad, la tornan inconsistente.
El VITALISMO crucial como seres humanos nos involucra en la comprensión, el pluralismo y la congruencia en las actuaciones. Es el ímpetu volcánico mecedor de las mejores atenciones, en aras de la auténtica realización personal, comunitaria y de relacionarnos con el resto del mundo. Visto así se entiende donde residen las mediocridades.
EH Bildu estaría integrada por militantes de Aralar, Alternativa, EA e Independientes, todos ellos fagocitados por la estrella-alfa Sortu, cuyo ideólogo sería el actual candidato a Lehendakari, Pello Otxandiano, quien decidió revisar la anterior estrategia de Bildu e incorporar a su bagaje político la llamada inteligencia maquiavélica.
El pasado martes mientras limpiaba uno de los patios de colegio que me toca dos veces a la semana, una niña intentaba proteger a una abeja que no podía volar cogiéndola con una hoja y la apartó para que nadie la pisara estando pendiente para ver si se podía recuperar a lo que se sumaron una compañera y un compañero. Gestos que demuestran más empatía que muchos adultos.
En la colosal vorágine de los tiempos modernos, nos encontramos enredados en un tejido de deseos y ansias desbocadas. Nos hemos convertido en una sociedad dominada por la avaricia, un apetito voraz que desemboca en la insaciabilidad. La hambruna crónica de la insatisfacción. Más y más por el mero más y más. Lejos queda la capacidad personal y colectiva de detenernos a pensar quiénes somos y echar la vista atrás para recapitular de dónde venimos.
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