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Opinión
Etiquetas | Cambio climático | Naturaleza | Amazonas

Deforestación igual a retraso

​No permitamos esa destrucción, porque de lo contrario, estaremos retrasando nuestra propia supervivencia
Manuel Ibañez Ferriol
jueves, 17 de septiembre de 2020, 08:55 h (CET)

No solo el COVID-19, nos destruye, afecta, mata y esta presente en todo el Planeta. Las acciones humanas son extremadamente peligrosas a la hora de mantener la deforestación continuada. Europa, ha dejado de lado la importancia de los valores forestales y agrícolas. Estamos destruyendo nuestros bosques a marchas forzadas. No debemos llevarnos las manos a la cabeza, porque la realidad es muy triste. Los mares también sufren de la devastación del hombre, pero los montes, campos y huertas, son pasto de la profunda acción especuladora del hombre, que ha cambiado el paisaje por tan solo unas monedas. En nuestra tierra valenciana, lo conocemos bien. La destrucción de la huerta, es un hecho, que nos retrasa cada vez más. Nuestra cultura, basada en el sector primario, para que se desarrollen los otros dos, ha roto nuestros campos a favor del ladrillo, que ha construido grandes zonas con edificios imposibles de ser ocupados. Nadie se ha preocupado de dotar a los espacios urbanos de jardines, arboledas o alamedas, solo el cemento y los maceteros, han sustituido a la belleza vegetal, que nos proporciona un equilibrio sostenible, dotándonos de recursos suficientes para nuestra vida.

Estamos rompiendo la Naturaleza. El proceso de la Creación, está siendo destruido de forma sistemática por la mano del hombre. Somos los creadores del mayor retraso, porque si nos han dado gratuitamente todo los que nos rodea, no debemos destruirlo solo porque nos den una cantidad pecuniaria, ya que cuando partamos del presente mundo y vida, a una superior, no nos vamos a llevar en el pijama de madera, que ojalá sea reciclada, ninguno de los bienes que supuestamente hemos atesorado mientras vivíamos físicamente. Es un error acumular bienes pecuniarios, destruyendo nuestros espacios naturales y no permitiendo su desarrollo, ya que resultan totalmente beneficiosos para la vida de nuestra sociedad.

Las grandes fortunas que explotan las plantaciones de soja, café, azúcar y aquellas que tienen entre sus haberes granjas de producción de carnes, son las que provocan y dan el primer paso, para alterar la vida del Planeta, en materia natural. De nuevo, la especulación, hace que grandes zonas del Amazonas, sean o pasto de las llamas presuntamente provocadas para luego adquirir los terrenos a bajo precio, o de las máquinas, que destruyen todo lo que van encontrando a su paso, dejando baldíos miles de hectáreas de terreno natural. Si a todo eso, añadimos la continuada acción de tirar lo que nos sobra al mar, estamos contribuyendo a la ruptura de todo el ecosistema natural. El pulmón del Planeta no puede ser destruido de la forma en que lo plantean hacer. No podemos poner en peligro la vida de todos los ecosistemas. Gracias a su existencia, todavía tenemos lluvias, completando así el ciclo pluviométrico que tanta falta nos hace. Hay zonas en las que la desertización, España es un ejemplo vivo, avanza a marchas forzadas. De seguir con la destrucción del espacio natural, estaremos abocados a la pérdida de nuestras huertas, bosques y espacios naturales.

No permitamos esa destrucción, porque de lo contrario, estaremos retrasando nuestra propia supervivencia. Y no es broma, ya que si provocamos el avance del cambio climático, se derretirán mas deprisa los casquetes polares, llegando a invadir con las aguas amplias zonas de la Tierra. El futuro de nuestra supervivencia, se encuentra en juego. Que no solo nuestro querido AMAZONAS, no sea destruido por la acción humana, sino que debemos proteger las zonas dedicadas a bosques y huertas en el resto del Planeta. Solo así, conseguiremos vivir mucho más tiempo y dejaremos un grato recuerdo a todos los que vendrán a poblarla en el futuro.

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La vida, sobre todo cuando se dilata por el transcurso de los años, te somete a momentos en las que tienes que hacer de tripas corazón, asumirlos con dignidad o rendirte. También con una buena dosis de dignidad. El encuentro con las diversas situaciones de tu vida van deteriorando tu capacidad de encaje, entonces te llega el momento en que te planteas si vale la pena seguir luchando o dejarte llevar por la corriente que te rodea y vivir en paz el presente. Pero sin futuro.

En un tiempo donde lo que se aparenta muchas veces vale más que lo que se es, hay quienes han hecho del estatus su escudo, del apellido su bandera y del dinero un pedestal desde el que miran al resto, como si el mundo fuese un teatro de castas en el que ellos, por supuesto, ocupan siempre el primer plano. Es el culto a la vanidad, esa enfermedad silenciosa del alma que disfraza la humildad de altivez.

He de aclarar que, si alguna vez alguien me quiere envenenar, que no lo intente con una manzana. Prefiero el bizcocho de chocolate o las chocolatinas de menta, tal vez un trozo de pizza de pepperoni o unas sabrosas cigalas, pero una manzana, lo que se dice una manzana… no.

 
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