He de aclarar que, si alguna vez alguien me quiere envenenar, que no lo intente con una manzana. Prefiero el bizcocho de chocolate o las chocolatinas de menta, tal vez un trozo de pizza de pepperoni o unas sabrosas cigalas, pero una manzana, lo que se dice una manzana… no.
Bueno, aclarado esto, he de decir que no me ha gustado la versión nueva de Blancanieves, y creo que a ningún amante de Disney le ha podido gustar. Claro que, para gustos, colores. Me enfadé un poco cuando la gente comenzó a criticar su color de piel, que no digo que no tengan razón en sus críticas. Es como si pintas la nieve con carbón para hacerla inclusiva; me parece una estupidez. Blancanieves tenía la piel blanca como la nieve no por nada, sino porque era así como la había imaginado Disney. Yo imagino a los protagonistas de mis novelas altos, rubios, de ojos azules, atractivos y poderosos, pero por eso no discrimino a los feos. Sencillamente, no me los imagino en mis novelas porque quitan todo el glamour y todo el erotismo a mi imaginación. Lo sé, suena cruel y nada políticamente correcto, pero es que a veces no es malo ser políticamente incorrecta y decir lo que todos piensan.
Bueno, el caso es que me molesté porque amo Blancanieves y pensé que era una estupidez centrarse en el aspecto cuando tenía pinta de ser más profunda y feminista que la versión tradicional. Lo malo es que me he sentido decepcionada como feminista y como amante de Disney.
Seguro que estáis intrigados, pero no quiero haceros un spoiler total. Claro que, si preferís verla antes, no sigáis leyendo mi artículo, porque no prometo no desvelaros ciertos aspectos importantes.
En primer lugar, voy a decir que he echado de menos las canciones originales de Blancanieves. Tan solo una canción ha sido fiel al cuento, la de "Silbando al trabajar", y en lugar de cantarla los enanos mientras iban a la mina, la han cantado limpiando la casa. Sí, lo que escucháis: en los dibujos era ella la que limpiaba junto con los animalitos. Sin embargo, en la película, se ve que no era higiénico que limpiasen los platos a lametones, así que han optado porque los enanitos limpiasen mientras ella bailaba y cantaba con los animalitos. He de decir que he tomado nota: mañana voy a animar a mi familia a limpiar la casa mientras yo canto y bailo. ¿Creéis que colará? No sé yo…
Después de esta escena camuflada de empoderamiento, creí que iba a ser una guerrera inteligente que iba a enfrentar a la madrastra y luchar por su reino, pero en vez de eso, parecía un Jesucristo con falda predicando paz y amor. Y cuando por fin creo que va a luchar y a maquinar un plan inteligente… todo eso después de darse un morreo con el príncipe que no es el príncipe porque… claro, se ve que no se puede ser clasista y era mejor poner a un Robin Hood de los bosques pícaro. Pues la inteligente de la princesa va a pedirle amablemente a la reina que se marche de su reino. Pero claro, si pierde su felpa roja al principio de la película, ¿cómo no va a perder su reino?
Bueno, no voy a desvelaros el final. ¿Recuperará el reino? ¿Los enanitos de IA volverían a la nube con Gokú? Y lo más importante: ¿por qué iban todos de fiesta ibicenca al final?
En fin, que si vais a hacer una Blancanieves empoderada, hacedla inteligente y brava, que enfrentarse al enemigo sin armas es estúpido. Bueno, en realidad sí que le habéis dado un arma muy poderosa: el amor. Pero ya puestos a ser realistas, lo que la salvó no fue el amor, fue la manipulación que usó a través del marketing: “Recordar un nombre no es un detalle, es una estrategia: convierte al cliente en aliado”,
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