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Será el siglo XX, con el que comience, el próximo artículo, con el que daremos una idea muy aproximada de todo lo acontecido en éste siglo, relacionado con la guerra biológica

¿Estamos ante una guerra biológica? (I)

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La guerra biológica, es una forma singular de combate, en la cual se emplean armas de diferentes tipos que contienen virus o bacterias capaces de infligir daño masivo sobre fuerzas militares y/o civiles El uso de armas biológicas está terminantemente prohibido por las Naciones Unidas; sin embargo, muchos países —potencias militares— cuentan con este tipo de arsenal en forma no sólo de bombas sino de otro tipo de agentes de esparcimiento menos convencionales.

Si volvemos nuestra mirada, hacia la Historia, nos daremos cuenta del uso que se ha hecho de las mismas: El incidente más antiguo documentado de la intención de usar armas biológicas está registrado en textos hititas del 1500-1200 a.C. en el que víctimas de peste fueron conducidas hacia tierras enemigas. Aunque los asirios sabían del cornezuelo, un hongo parásito del centeno, que produce “ergotismo” cuyos efectos provocan envenenamiento pudiéndose traducir en alucinaciones, convulsiones y contracción arterial, que puede llevar a la necrosis de los tejidos y la aparición de gangrena en las extremidades principalmente. La enfermedad empezaba con un frío intenso y repentino en todas las extremidades para convertirse en una quemazón aguda. Muchas víctimas lograban sobrevivir pero quedaban mutiladas: podían llegar a perder todas sus extremidades. Cuando se ingiere, no hay evidencia de que envenenaran fuentes enemigas con este hongo, como se ha afirmado. Las recientes investigaciones nos llevan al Herpes Zoster, es una enfermedad producida por una re-activación del virus latente, que afecta a los nervios periféricos y a la piel, además de los tejidos esponjosos caso de los pulmones.

Durante el siglo IV a.C. los arqueros escitas untaban las puntas de sus flechas con veneno de serpiente, sangre humana y heces de animales para causar heridas que se infectaban. Hay otros varios ejemplos del uso de toxinas de plantas, venenos y otras sustancias tóxicas para crear armas biológicas en la antigüedad. En el 184 a.C., Anibal, de Cartago tenía recipientes de arcilla con serpientes venenosas e instruía a sus soldados para lanzar los recipientes en las cubiertas de los barcos pergaminos. Aproximadamente en el 198 d.C., la ciudad de Hatra (cerca de Mosul, Irak) alejó al ejército romano liderado por Septimio Severo, lanzándoles jarrones de arcilla con escorpiones vivos dentro.

Cuando el Imperio Mogol, estableció conexiones comerciales y políticas entre las áreas Orientales y Occidentales del mundo, su ejército y caravanas mercantes mongoles probablemente inadvertidamente trajeron la peste bubónica, desde Asia central al Medio Oriente y Europa. La peste negra, arrasó a través de Eurasia, matando aproximadamente a entre un tercio y la mitad de la población y cambiando el curso de la historia de Asia y Europa. En 1422, durante el asalto del castillo de Karlstein en Bohemia, atacantes husitas usaron catapultas para arrojar cadáveres (pero no infectados con peste) y 2000 cargas de estiércol sobre las paredes. El último incidente de usar cadáveres con peste como arma biológica ocurrió en 1710, cuando fuerzas rusas atacaron a los suecos arrojando cadáveres infectados con peste sobre las paredes de la ciudad de Reval (Tallin). Sin embargo, durante el asalto de 1785 de La Calle, fuerzas tunecinas lanzaron ropa contagiada en la ciudad.

Antes de adentrarnos en la Edad Moderna, hemos demostrado que los ataques bacteriológicos, están a la orden del día, ya que resultan ser más mortíferos, al no ser percibidos. Los hacen más efectivos, ya que se trata del enemigo silencioso, que actúa más rápidamente, pero no deja huella, de ahí que los contendientes usaran éste tipo de guerra, para poder aniquilar más fuertemente a su oponente.

Una de las enfermedades más conocidas en la Edad Moderna es la viruela transmitida a las tribus nativas americanas pudo haber ocurrido debido a la transferencia de la enfermedad a las cobijas durante el transporte. Los historiadores no fueron capaces de establecer si este plan fue efectuado o no, particularmente a la luz del hecho que la viruela ya estaba presente en la región, y que el conocimiento científico de la enfermedad en ese tiempo aún no había descubierto el virus o desarrollado un entendimiento de los vectores de la plaga. Sin tener en cuenta si este plan fue llevado a cabo, el intercambio y el combate proveyeron una amplia oportunidad para la transmisión de la enfermedad. Las raíces de las enfermedades que mataron a millones de indígenas en las Américas pueden ser encontradas en los Eurasiáticos viviendo por milenios muy cercanamente con animales domésticos. Sin un largo contacto con animales domésticos, los indígenas americanos no tenían resistencia a la peste, sarampión, tuberculosis, viruela o la mayoría de las cepas de la influenza.

Ya, en el siglo XIX, durante la Guerra de Secesión Estadounidense, el general Sherman reportó que las fuerzas Confederadas dispararon animales de granja en estanques que la Unión dependía para tomar agua. Jack London, describe una expedición europea punitiva a una isla del Pacífico deliberadamente exponiendo a la población polinesia al sarampión, en el cual varios de ellos murieron. Infectar aguas o cosechas, con determinados virus o venenos, provocan muertes seguras a gran escala. Es una forma mezquina de vencer al opositor, ya que su acción no es casual.

El afán de poder del hombre, provoca que utilice determinados elementos sencillos y difíciles de descubrir, ya que hay que terminar con el contrario como sea. El uso de venenos en las Cortes Europeas renacentistas y posteriores, son el ejemplo más claro de poner freno a un determinado personaje, o a una determinada población, que crece desmesuradamente, que no resulta productiva, y a la que las arcas de las ciudades-estado no pueden sostener o mantener, ya sea por motivos económicos, sociales o de ideología política. Sería la forma más sutil de combatir estos problemas, provocando infecciones de tipo biológico, para reducir los elementos que sobran, aquellos que nos son molestos y que “aparentemente” no aportan nada útil al conjunto de la sociedad.

Será el siglo XX, con el que comience, el próximo artículo, con el que daremos una idea muy aproximada de todo lo acontecido en éste siglo, relacionado con la guerra biológica.

¿Estamos ante una guerra biológica? (I)

Será el siglo XX, con el que comience, el próximo artículo, con el que daremos una idea muy aproximada de todo lo acontecido en éste siglo, relacionado con la guerra biológica
Manuel Ibañez Ferriol
martes, 14 de abril de 2020, 14:37 h (CET)

La guerra biológica, es una forma singular de combate, en la cual se emplean armas de diferentes tipos que contienen virus o bacterias capaces de infligir daño masivo sobre fuerzas militares y/o civiles El uso de armas biológicas está terminantemente prohibido por las Naciones Unidas; sin embargo, muchos países —potencias militares— cuentan con este tipo de arsenal en forma no sólo de bombas sino de otro tipo de agentes de esparcimiento menos convencionales.

Si volvemos nuestra mirada, hacia la Historia, nos daremos cuenta del uso que se ha hecho de las mismas: El incidente más antiguo documentado de la intención de usar armas biológicas está registrado en textos hititas del 1500-1200 a.C. en el que víctimas de peste fueron conducidas hacia tierras enemigas. Aunque los asirios sabían del cornezuelo, un hongo parásito del centeno, que produce “ergotismo” cuyos efectos provocan envenenamiento pudiéndose traducir en alucinaciones, convulsiones y contracción arterial, que puede llevar a la necrosis de los tejidos y la aparición de gangrena en las extremidades principalmente. La enfermedad empezaba con un frío intenso y repentino en todas las extremidades para convertirse en una quemazón aguda. Muchas víctimas lograban sobrevivir pero quedaban mutiladas: podían llegar a perder todas sus extremidades. Cuando se ingiere, no hay evidencia de que envenenaran fuentes enemigas con este hongo, como se ha afirmado. Las recientes investigaciones nos llevan al Herpes Zoster, es una enfermedad producida por una re-activación del virus latente, que afecta a los nervios periféricos y a la piel, además de los tejidos esponjosos caso de los pulmones.

Durante el siglo IV a.C. los arqueros escitas untaban las puntas de sus flechas con veneno de serpiente, sangre humana y heces de animales para causar heridas que se infectaban. Hay otros varios ejemplos del uso de toxinas de plantas, venenos y otras sustancias tóxicas para crear armas biológicas en la antigüedad. En el 184 a.C., Anibal, de Cartago tenía recipientes de arcilla con serpientes venenosas e instruía a sus soldados para lanzar los recipientes en las cubiertas de los barcos pergaminos. Aproximadamente en el 198 d.C., la ciudad de Hatra (cerca de Mosul, Irak) alejó al ejército romano liderado por Septimio Severo, lanzándoles jarrones de arcilla con escorpiones vivos dentro.

Cuando el Imperio Mogol, estableció conexiones comerciales y políticas entre las áreas Orientales y Occidentales del mundo, su ejército y caravanas mercantes mongoles probablemente inadvertidamente trajeron la peste bubónica, desde Asia central al Medio Oriente y Europa. La peste negra, arrasó a través de Eurasia, matando aproximadamente a entre un tercio y la mitad de la población y cambiando el curso de la historia de Asia y Europa. En 1422, durante el asalto del castillo de Karlstein en Bohemia, atacantes husitas usaron catapultas para arrojar cadáveres (pero no infectados con peste) y 2000 cargas de estiércol sobre las paredes. El último incidente de usar cadáveres con peste como arma biológica ocurrió en 1710, cuando fuerzas rusas atacaron a los suecos arrojando cadáveres infectados con peste sobre las paredes de la ciudad de Reval (Tallin). Sin embargo, durante el asalto de 1785 de La Calle, fuerzas tunecinas lanzaron ropa contagiada en la ciudad.

Antes de adentrarnos en la Edad Moderna, hemos demostrado que los ataques bacteriológicos, están a la orden del día, ya que resultan ser más mortíferos, al no ser percibidos. Los hacen más efectivos, ya que se trata del enemigo silencioso, que actúa más rápidamente, pero no deja huella, de ahí que los contendientes usaran éste tipo de guerra, para poder aniquilar más fuertemente a su oponente.

Una de las enfermedades más conocidas en la Edad Moderna es la viruela transmitida a las tribus nativas americanas pudo haber ocurrido debido a la transferencia de la enfermedad a las cobijas durante el transporte. Los historiadores no fueron capaces de establecer si este plan fue efectuado o no, particularmente a la luz del hecho que la viruela ya estaba presente en la región, y que el conocimiento científico de la enfermedad en ese tiempo aún no había descubierto el virus o desarrollado un entendimiento de los vectores de la plaga. Sin tener en cuenta si este plan fue llevado a cabo, el intercambio y el combate proveyeron una amplia oportunidad para la transmisión de la enfermedad. Las raíces de las enfermedades que mataron a millones de indígenas en las Américas pueden ser encontradas en los Eurasiáticos viviendo por milenios muy cercanamente con animales domésticos. Sin un largo contacto con animales domésticos, los indígenas americanos no tenían resistencia a la peste, sarampión, tuberculosis, viruela o la mayoría de las cepas de la influenza.

Ya, en el siglo XIX, durante la Guerra de Secesión Estadounidense, el general Sherman reportó que las fuerzas Confederadas dispararon animales de granja en estanques que la Unión dependía para tomar agua. Jack London, describe una expedición europea punitiva a una isla del Pacífico deliberadamente exponiendo a la población polinesia al sarampión, en el cual varios de ellos murieron. Infectar aguas o cosechas, con determinados virus o venenos, provocan muertes seguras a gran escala. Es una forma mezquina de vencer al opositor, ya que su acción no es casual.

El afán de poder del hombre, provoca que utilice determinados elementos sencillos y difíciles de descubrir, ya que hay que terminar con el contrario como sea. El uso de venenos en las Cortes Europeas renacentistas y posteriores, son el ejemplo más claro de poner freno a un determinado personaje, o a una determinada población, que crece desmesuradamente, que no resulta productiva, y a la que las arcas de las ciudades-estado no pueden sostener o mantener, ya sea por motivos económicos, sociales o de ideología política. Sería la forma más sutil de combatir estos problemas, provocando infecciones de tipo biológico, para reducir los elementos que sobran, aquellos que nos son molestos y que “aparentemente” no aportan nada útil al conjunto de la sociedad.

Será el siglo XX, con el que comience, el próximo artículo, con el que daremos una idea muy aproximada de todo lo acontecido en éste siglo, relacionado con la guerra biológica.

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