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Un poema de Aurora Varela

Con mi caballo Palomo, me basta

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Yo quería mucho a mi caballito.
Le soñaba despierta.
Como una idiota
que cree en cuentos.
Como alguien que desea algo
que no tiene y no lo comprende.
Algo que por la imposibilidad que cuesta
no podría llegar a tener jamás
ni en las luces ni en las sombras
grises melocotón.

Palomy era una utopía. Pensaba
que el libertador Simón Bolívar
también tenía un caballo blanco,
como mi Palomo.
También tenía uno el Apóstol Santiago.
También tenía uno yo, servidora.

Palomo era de fuego rojo,
era del agua del mar,
dominaba el aire más limpio,
cubría tierras de arena,
no tenía igual en el planeta.

Palomo
tenía los ojos negros azabache.
Tenía una hermosa melena
que casi le llegaba al suelo.
Trotaba con la mayor
de las elegancia conocidas.
Era como una paloma blanca
que no volaba
pero era como si lo hiciese.

Fue mi sueño de niña.

Y Palomo sabía sonreír,
sabía hacer reír a carcajadas.
Conocía historias de los caminos.
Sabía mucho y me hacía feliz.

Por eso lo firmó y lo corroboro.
Los animales propietarios son
de mi tesoro.
(De Tsunami de Rosas).

Con mi caballo Palomo, me basta

Un poema de Aurora Varela
Aurora Peregrina Varela Rodriguez
sábado, 24 de marzo de 2018, 13:17 h (CET)
Yo quería mucho a mi caballito.
Le soñaba despierta.
Como una idiota
que cree en cuentos.
Como alguien que desea algo
que no tiene y no lo comprende.
Algo que por la imposibilidad que cuesta
no podría llegar a tener jamás
ni en las luces ni en las sombras
grises melocotón.

Palomy era una utopía. Pensaba
que el libertador Simón Bolívar
también tenía un caballo blanco,
como mi Palomo.
También tenía uno el Apóstol Santiago.
También tenía uno yo, servidora.

Palomo era de fuego rojo,
era del agua del mar,
dominaba el aire más limpio,
cubría tierras de arena,
no tenía igual en el planeta.

Palomo
tenía los ojos negros azabache.
Tenía una hermosa melena
que casi le llegaba al suelo.
Trotaba con la mayor
de las elegancia conocidas.
Era como una paloma blanca
que no volaba
pero era como si lo hiciese.

Fue mi sueño de niña.

Y Palomo sabía sonreír,
sabía hacer reír a carcajadas.
Conocía historias de los caminos.
Sabía mucho y me hacía feliz.

Por eso lo firmó y lo corroboro.
Los animales propietarios son
de mi tesoro.
(De Tsunami de Rosas).

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Poco a poco se va alejando, pero sigo escuchando su corazón latir. Todavía domina mi cuerpo pero su actuación, pronto terminará. El escritor se muere, se apagará para siempre, no volverá a nacer, yo espero que no, pues nació de un parto difícil y pocas cosas aportó.

2002, 2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2008: siete años que no nos deja la lluvia, siete años llevándolo y es mucho tiempo en que no comprendo la razón. ¿Cuándo acabará ésto?, tendré paciencia. Lulita, hijita, coge el paraguas, soy la de la sombrilla en que descansas, la de las sábanas blancas, la que consigue el amor cuando la lluvia le cae encima de manera despiadada.

Hojas de colores, variopintos sabores, bolsos sin dinero, discos de vinilo, cassettes en el coche, el Renault Dacia Logan que pude comprarme... Oyen que a velocidad se acerca otro coche por la carretera, entre luces y sombras y no es un coche barato...

 
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