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Hace ya varias décadas, el cineasta estadounidense Ken Burns realizó un documental sobre Huey Long, planteando varios enigmas relacionados con su anunciado asesinato

Crónicas de una guerra y un asesinato anunciado

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Unas semanas atrás, en Villamontes, el presidente boliviano Evo Morales recordó a la guerra del Chaco (1932-1935) como una disputa entre petroleros y no entre países, y aseguró que la verdadera historia de aquella matanza entre soldados descalzos todavía está por escribirse.

Si hoy estallara una guerra entre dos países pobres, en Sudamérica o cualquier parte del mundo, y el subsuelo del territorio disputado fuera rico en petróleo y otros recursos minerales, si alguien quisiera negar que detrás de ella hay intereses de empresas petroleras quedaría en el más completo ridículo.

Ocho décadas atrás ese tema aún no había sido suficientemente debatido, algo que permitió que por mucho tiempo puedan congelarse las motivaciones reales de una guerra inexplicable.

En este mes de agosto – el día 30- se cumplirán ciento veinticuatro años del nacimiento de Huey Long, considerado el personaje más célebre en toda la historia del estado de Louisiana. Según Franklin Delano Roosevelt, junto a Douglas MacArthur formaba la dupla de hombres más peligrosos de Estados Unidos.

También en agosto, pero de 1935, el mismo Huey Long denunciaría que sus enemigos políticos habían concertado una reunión donde habían planteado la posibilidad de asesinarlo.

En el mismo mes, agosto de 1935, Huey Long -que por entonces era Senador- había anunciado que sería postulante a la presidencia de Estados Unidos en las elecciones de 1936. La historia posterior demostró, con el asesinato de Robert Kennedy el día que ganó las primarias en California, que las posibilidades matemáticas de morir asesinado en Estados Unidos son proporcionales a las posibilidades de llegar a la Casa Blanca.

Por entonces Long contaba, según las encuestas, con un once por ciento de las preferencias a nivel nacional, lo que le confería el balance de poder para decidir resultados. La posibilidad de que se acercara a los republicanos, y les diera la victoria, aterrorizaba a Roosevelt y su entorno más inmediato.

Evidentemente, a Long le agradaba coleccionar enemigos poderosos, pues sostenía una feroz disputa con Rockefeller y otros amos de las finanzas de Wall Street, quienes se habían negado a pagar impuestos que eran requeridos para promover políticas sociales en Luisiana. Es más, estas empresas petroleras habían decidido usar su dinero para una causa que consideraban más altruista, y habían distribuido sobornos entre los legisladores estatales buscando la destitución del entonces gobernador Huey Long Historiadores estadounidenses han hecho notar que la única oportunidad en que Huey Long habló de un tema internacional, fue para referirse a la guerra entre Bolivia y Paraguay por la posesión del Chaco. Fue tema de sus discursos en el mismo Senado, y de controversias con los diplomáticos bolivianos, a quienes endilgó la misma categoría del encargado de un surtidor de nafta de la Standard Oil.

Esta intervención en asuntos latinoamericanos por parte de Long, es clave para comprender los enigmas que plantea su controvertido asesinato, que coincide con el inicio de las negociaciones de paz entre Paraguay y Bolivia, que serían presididas nada más y nada menos que por el hijo de William Braden, fundador de la filial de la Standard Oil en Bolivia.

En el documental “Huey Long, una experiencia americana”, Ken Burns desnuda, con impresiones y fotografías originales, la forma en que las publicaciones periodísticas de la época contribuyeron con la ironía de sus caricaturas y comentarios satíricos, a devaluar la veracidad de una conjura para asesinar a Long.

Lamentablemente, el complot era real y el 8 de Septiembre de 1935, Huey Long caía abatido por balas cuyo origen sigue siendo controvertido hasta el día de hoy.

Quienes suponen una exageración invocar el papel del petróleo en el asesinato de Long, se soprenderán si escuchan el testimonio de los directores del documental al respecto llamado “61 bullets” (61 balazos), cuando presentaron su realización en el festival cinematográfico de Boston. El cineasta David Modigliani expresa sin ambigüedades que en Louisiana “la mayoría de la gente” sigue creyendo que la empresa petrolera Standard Oil es responsable del asesinato de Huey Long.

Es cierto que la historia siempre tiene su ingrediente de fábulas, con más razón si se trata de personajes como Long, que han fascinado a fabuladores de la talla de Robert Penn Warren, quien ganaría el Pulitzer con su novela inspirada en él.

Pero como decía Augusto Roa Bastos, también la fábula cuenta siempre entre sus ingredientes con la historia real.

Crónicas de una guerra y un asesinato anunciado

Hace ya varias décadas, el cineasta estadounidense Ken Burns realizó un documental sobre Huey Long, planteando varios enigmas relacionados con su anunciado asesinato
Luis Agüero Wagner
miércoles, 9 de agosto de 2017, 12:06 h (CET)
Unas semanas atrás, en Villamontes, el presidente boliviano Evo Morales recordó a la guerra del Chaco (1932-1935) como una disputa entre petroleros y no entre países, y aseguró que la verdadera historia de aquella matanza entre soldados descalzos todavía está por escribirse.

Si hoy estallara una guerra entre dos países pobres, en Sudamérica o cualquier parte del mundo, y el subsuelo del territorio disputado fuera rico en petróleo y otros recursos minerales, si alguien quisiera negar que detrás de ella hay intereses de empresas petroleras quedaría en el más completo ridículo.

Ocho décadas atrás ese tema aún no había sido suficientemente debatido, algo que permitió que por mucho tiempo puedan congelarse las motivaciones reales de una guerra inexplicable.

En este mes de agosto – el día 30- se cumplirán ciento veinticuatro años del nacimiento de Huey Long, considerado el personaje más célebre en toda la historia del estado de Louisiana. Según Franklin Delano Roosevelt, junto a Douglas MacArthur formaba la dupla de hombres más peligrosos de Estados Unidos.

También en agosto, pero de 1935, el mismo Huey Long denunciaría que sus enemigos políticos habían concertado una reunión donde habían planteado la posibilidad de asesinarlo.

En el mismo mes, agosto de 1935, Huey Long -que por entonces era Senador- había anunciado que sería postulante a la presidencia de Estados Unidos en las elecciones de 1936. La historia posterior demostró, con el asesinato de Robert Kennedy el día que ganó las primarias en California, que las posibilidades matemáticas de morir asesinado en Estados Unidos son proporcionales a las posibilidades de llegar a la Casa Blanca.

Por entonces Long contaba, según las encuestas, con un once por ciento de las preferencias a nivel nacional, lo que le confería el balance de poder para decidir resultados. La posibilidad de que se acercara a los republicanos, y les diera la victoria, aterrorizaba a Roosevelt y su entorno más inmediato.

Evidentemente, a Long le agradaba coleccionar enemigos poderosos, pues sostenía una feroz disputa con Rockefeller y otros amos de las finanzas de Wall Street, quienes se habían negado a pagar impuestos que eran requeridos para promover políticas sociales en Luisiana. Es más, estas empresas petroleras habían decidido usar su dinero para una causa que consideraban más altruista, y habían distribuido sobornos entre los legisladores estatales buscando la destitución del entonces gobernador Huey Long Historiadores estadounidenses han hecho notar que la única oportunidad en que Huey Long habló de un tema internacional, fue para referirse a la guerra entre Bolivia y Paraguay por la posesión del Chaco. Fue tema de sus discursos en el mismo Senado, y de controversias con los diplomáticos bolivianos, a quienes endilgó la misma categoría del encargado de un surtidor de nafta de la Standard Oil.

Esta intervención en asuntos latinoamericanos por parte de Long, es clave para comprender los enigmas que plantea su controvertido asesinato, que coincide con el inicio de las negociaciones de paz entre Paraguay y Bolivia, que serían presididas nada más y nada menos que por el hijo de William Braden, fundador de la filial de la Standard Oil en Bolivia.

En el documental “Huey Long, una experiencia americana”, Ken Burns desnuda, con impresiones y fotografías originales, la forma en que las publicaciones periodísticas de la época contribuyeron con la ironía de sus caricaturas y comentarios satíricos, a devaluar la veracidad de una conjura para asesinar a Long.

Lamentablemente, el complot era real y el 8 de Septiembre de 1935, Huey Long caía abatido por balas cuyo origen sigue siendo controvertido hasta el día de hoy.

Quienes suponen una exageración invocar el papel del petróleo en el asesinato de Long, se soprenderán si escuchan el testimonio de los directores del documental al respecto llamado “61 bullets” (61 balazos), cuando presentaron su realización en el festival cinematográfico de Boston. El cineasta David Modigliani expresa sin ambigüedades que en Louisiana “la mayoría de la gente” sigue creyendo que la empresa petrolera Standard Oil es responsable del asesinato de Huey Long.

Es cierto que la historia siempre tiene su ingrediente de fábulas, con más razón si se trata de personajes como Long, que han fascinado a fabuladores de la talla de Robert Penn Warren, quien ganaría el Pulitzer con su novela inspirada en él.

Pero como decía Augusto Roa Bastos, también la fábula cuenta siempre entre sus ingredientes con la historia real.

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