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Alteraciones del orden en la semana Santa malagueña

“No hay palanca más poderosa que una creencia para mover las multitudes humanas; no en vano se dice que la religión liga y aprieta a los hombres” Emilia Pardo Bazán
Miguel Massanet
sábado, 15 de abril de 2017, 09:41 h (CET)
Las autoridades malagueñas dicen que, en los sucesos ocurridos en la “Madrugá” del Viernes Santo, no aprecian signos de “haber sido organizados” y los consideran como “acciones aisladas de grave vandalismo que han desembocado en lesiones a personas” pero cuesta creer que, en el mismo día, perfectamente espaciadas y con parecidos resultados, la casualidad haya montado que tres grupos de personas, con idénticos procedimientos y, aparentemente, con las mismas intenciones de interferir la celebración de las procesiones religiosas que, en aquellas horas, estaban produciéndose en toda la ciudad andaluza, hayan actuado contra el orden ciudadano. En total 8 personas fueron detenidas por escándalo público y desobediencia civil en distintos puntos de la ciudad de Málaga, en cuatro actuaciones que las fuerzas de orden público llevaron a cabo. Al parecer, los detenidos se habían dedicado a gritar, gesticular, hacer ruidos con artilugios metálicos con el evidente fin de asustar a las personas que asistían a las procesiones, algo que consiguieron ya que fueron muchas las “espantadas” que llegaron a producirse, con un total de 17 personas que tuvieron que ser trasladas a distintos hospitales, por traumatismos y crisis de ansiedad.

Si se tiene en consideración que, en las últimas fechas, varias ciudades europeas han sido víctimas de distintos ataques terroristas, con víctimas mortales incluidas y numerosos heridos, muchos de ellos provocados por las prisas en huir del lugar de los hechos por los transeúntes, que transitaban por los lugares cercanos a los atentados; no debe extrañar que los detenidos, probablemente militantes de partidos de extrema izquierda, antisistema y, evidentemente, contrarios a las libertades que nuestra Constitución les concede a las distintas religiones para poder practicar los actos de culto que le son propios previa comunicación a las autoridades y concesión de los correspondiente permisos para ocupar la vía pública; no sería de extrañar que, estos gamberros que intentaron crear estampidas con sus gritos, gestos y ruidos, hubieran preparado de antemano la estrategia para ir reventando las distintas procesiones, por el simple método de simular una situación de peligro para provocar la estampida de las personas que se sintieran amenazadas.

No se trata, señores, de que estos actos estén especialmente organizados para atacar a los católicos, que también; tampoco se trata de que los autores de estos desaguisados no tomen en cuenta los daños que actos semejantes pueden producir a la economía malagueña, como consecuencia del efecto que pudieran causar al turismo, en estos días de fiestas religiosas, que acude en forma masiva a presenciar las tradicionales procesiones y los actos religiosos que las acompañan. En realidad, lo peligroso de todas estas acciones, lo que se deduce de ellas y las peores consecuencias que se pueden producir con su ejecución, aparte de la intolerancia hacia los sentimientos ajenos; el desconocimiento de que España no es un estado laico, sino aconfesional, en el que estén prohibidos toda clase de cultos externos o, la demostración de los métodos, amparados por algunos partidos extremistas, que se utilizan para atemorizar a los que no piensan como ellos, sin valorar las víctimas que se pueden causar, el rechazo popular de las gentes honradas y de orden o la imagen que semejantes hechos violentos pueden dar de lo que es nuestra nación, entre los millones de turistas que, cada año, acuden a visitar nuestro país, proporcionando una saneada fuente de ingresos que ayuda a salir adelante y a reflotar nuestra economía.

España, tradicionalmente, se ha declarado de mayoría católica ( una encuesta reciente afirmaba que, más del 70% de españoles se manifiestan de creencias católicas, aunque muchos dicen no ser practicantes) No estamos, pues, en una nación en la que la religión cristiana se haya impuesto a la fuerza, ni, como algunos indocumentados pretenden demostrar, les cuesta dinero a los españoles, porque lo que se marca en la casilla de la Renta se hace de forma voluntaria por cada contribuyente y no significa que se detraiga de ninguna de las partidas establecidas dentro los PGE. Entonces ¿qué es lo que pasa con los comunistas, los libertarios o los activistas ateos? Pues, creemos que, simplemente, todo forma parte de la misma trama de atacar las instituciones.

Un ataque perfectamente sincronizado, estudiado, ejecutado y planificado por aquellos cuyo único objetivo es acabar con todas las instituciones que mantienen un estado democrático, de modo que haciendo caer las instituciones familiares ( algo que ya han conseguido); introduciendo la doctrina filosófica relativista; acabando con la religión católica, la más extendida en el territorio español y, colaborando con el separatismo que se ha extendido por algunas de las autonomías españolas; piensan conseguir lo que ya está en marcha en capitales como Madrid y Barcelona: ir sustituyendo las instituciones tradicionales por pequeños soviets de barrios; limitar al máximo la propiedad privada poniendo impuestos de carácter incautatorio; permitir que el populacho ocupe las viviendas privadas; impedir que los jueces puedan ejecutar sus sentencias; atribuyéndose la facultad de darle más valor a la Ley de las calles que a la del Parlamento de la nación.

Los de Podemos y los separatistas de Cataluña ya han dejado evidenciado que, para ellos, el Parlamento no es más que un órgano desacreditado, en el que pueden actuar como les dé la gana, insultar, mofarse de los demás y vestir como pordioseros, porque lo que les interesa es potenciar su fuerza en las calles, en las que, con unos pocos de sus cerriles agitadores, tienen la posibilidad de poner en jaque al Estado, a las fuerzas del orden público y a los infelices ciudadanos que queden atrapados en una de sus algaradas de destrucción y acoso a comerciantes, bancos y dependencias municipales. Nada se ha dejado al albur porque desde la aparición del señor Pablo Iglesias y su colección de ayudantes, con la inestimable colaboración de varias cadenas de TV y algunos periodistas, que han contribuido a hacerles propaganda y a permitirles que, desde sus estudios, hayan podido atacar al Estado y al resto de instituciones. Por desgracia la democracia, en esta ocasión, ha estado tardía en la reacción, indecisa en las medidas a aplicar y torpe en la contraofensiva propagandística que debiera de haberlos puesto contra las cuerdas, como hubiera sido dejar bien a las claras que quien era que los enviaba era Maduro y el que les pagaba generosamente, era el mismo gobierno comunista totalitario de Venezuela.

Se empieza por reventar procesiones, se continúa por intentar apoderarse de los bienes de la Iglesia, como ha ocurrido con una carta que el señor alcalde de Zaragoza al Papa reclamando, para el municipio, la mismísima catedral de la ciudad; y se termina cuando (hoy mismo se celebra el aniversario del día de la proclamación de la II República, 14 Abril 1931) perdida toda autoridad, se permite la quema de iglesias y conventos, hechos que se extendieron a toda España, cuando se consintió a las hordas incontroladas cometer, con completa indemnidad, los actos de vandalismo que culminaron con los asesinatos de curas, monjas y sacerdotes.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, se aprecia como uno más de los actos preparatorios, de los muchos que ya se han venido produciendo a lo largo de los últimos meses, desde que España permaneció un año sin gobierno o, mejor dicho, con un gobierno interino; los que, los comunistas de Podemos, mientras hacen sus payasadas en la sede parlamentaria, vienen preparando para intentar crear, en España, una situación de inestabilidad, desconcierto e inquietud que favorezca, en su momento adecuado, su asalto al poder que, naturalmente, no sería por medio de las urnas.

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