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Lidia Falcón pierde la razón

Jorge Skibinsky (Palma de Mallorca)
Redacción
lunes, 4 de abril de 2011, 09:16 h (CET)
En una entrevista alucinante publicada este fin de semana en un magazine nacional aparece con declaraciones demenciales y posiblemente antidemocráticas. Fundadora del partido feminista lidera un grupo sin actividad ni presencia alguna en la vida pública española.

"Tengo una gran desconfianza hacia los hombres" dice al comienzo de la misma. Pero desconfía de los hombres porque los detesta. Arremete contra ellos porque los considera enemigos de la mujer, una generalización tendenciosa imperdonable. También carga contra las otras feministas que no piensan como ella a las que, traicioneramente, llama traidoras.

"No tengo confianza en el género humano", "deberían prohibir que la mujer se casara antes de los 40 años y ¡aún es pronto!", o "la única mujer inocente para un juzgado es la mujer muerta" son algunas de las ‘perlas’ que escupe a la periodista que la entrevista. Lamentable representante de un movimiento con el que ningún ciudadano puede identificarse, por ser equivalente al peor estilo ideológico sexista que ella misma dice combatir. Una ironía más de su discurso acartonado y recalcitrante.

“Los juzgados son una de las instituciones más represivas contra la mujer” afirma impunemente poniéndose en contra de un sistema judicial que, curiosamente, actúa anticonstitucionalmente a favor de las mujeres, discriminando por razón de sexo, a través de la injusta ley de violencia de género que se carga la presunción de inocencia de muchos hombres en este país.

¿Qué más quiere Lidia Falcón? Os lo diré: El supremo poder, el dominio absoluto, exactamente lo mismo que tanto critica en los hombres. Si ellos lo tienen yo también lo quiero. No busca la igualdad real sino la hegemonía hembrista en competición abierta al hombre en todas sus formas.

Dice también que “el mal libro no hay que guardarlo ni regalarlo, simplemente hay que tirarlo”, otra afirmación fascista más cercana al Tercer Reich que al comunismo del cual proviene y al que parece traicionar ampliamente. Que ella piense que son malos libros no quiere decir que los demás opinen lo mismo ni le da derecho a destruirlos evitando que otros puedan leerlos y opinar diferente.

Vuelve a generalizar al acusar a su padre de ser un gran ausente de su vida y de todas las mujeres de la humanidad, motivo por el cual se cree en su justo derecho a seguir combatiendo la participación del padre en la crianza y educación de su prole, oponiéndose por ejemplo a la ley de custodia compartida, incapaz de comprender que los hombres han cambiado y están cada vez más comprometidos con sus hijos.

Lidia Falcón ha perdido el tren y la razón. Anarquista fascista sin causa, no la siguen ni las propias mujeres que se dan cuenta de que su discurso radical y trasnochado las lleva a una lucha que no quieren de ninguna manera, y su lucha es estéril porque la ideología de género es inconsistente e incoherente. Haría bien en retirarse de una vez por todas.

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