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El último secretario general del Psoe pasará a la historia de España como Pedro el breve

A rey muerto, rey puesto

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Qué poco le ha durado a Miquel Iceta el encoñamiento con Pedro Sánchez. Sabíamos que más pronto que tarde sería así, pero no tanto, vive Dios. Habrán pasado dos meses, a lo sumo tres, desde el famoso discurso en el que el primer secretario del Partido de los Socialistas de Cataluña le juró amor eterno, pero el tiempo ha demostrado que no era amor, sólo deseo.

Tampoco le culpo por ello, ni mucho menos. Es más, diría que incluso eso es normal en política. El tiempo pasa tan rápido, que a uno le falta tiempo para discernir lo que más le conviene. Ya lo dijo Alfonso Guerra en su día, con esa sabiduría caústica que le caracterizaba: el que se mueve, no sale en la foto; e Iceta, está claro, no parece en absoluto dispuesto a ello.

La segunda guerra socialista, aquella que vaticinaban los recalcitrantes visionarios con más voluntad que acierto, se ha quedado definitivamente en nada. Algunos llegaron a afirmar, que el no de Iceta a Rajoy iba en realidad dirigido a la princesa andalusí, y por un momento, no voy a negarlo, yo también pensé que era así, pero está claro que nos equivocábamos todos.

El primero que se pensó dos veces proseguir con el apoyo incondicional a Sánchez fue Hernando, sin duda mano derecha del secretario general hasta que dejó de serlo motu proprio, pero como de él ya largué generosamente en otro de mis artículos no considero necesario extenderme más con su persona. De hecho, hasta me arrepiento de haberlo hecho. En el fondo, no creo que se mereciese, al menos en mayor medida que el resto del equipo, pasar por el único malo de la película; y es que, entre todos le mataron y el solo se murió.

Ahora Susana Díaz ya no es la mala. El proyecto socialista no está para luchas internas que no llevan a ninguna parte. Lo más importante ahora es hacer piña en torno al más fuerte, que en este caso es Susana Díaz. Si lo miramos desde el prisma de la igualdad, no está tan mal que así sea, pero como yo nunca he sido acérrimo de las cuotas entre hombres y mujeres me reservo la opinión para dentro de cuatro años.

A rey muerto, rey puesto

El último secretario general del Psoe pasará a la historia de España como Pedro el breve
Francisco J. Caparrós
lunes, 19 de diciembre de 2016, 00:57 h (CET)
Qué poco le ha durado a Miquel Iceta el encoñamiento con Pedro Sánchez. Sabíamos que más pronto que tarde sería así, pero no tanto, vive Dios. Habrán pasado dos meses, a lo sumo tres, desde el famoso discurso en el que el primer secretario del Partido de los Socialistas de Cataluña le juró amor eterno, pero el tiempo ha demostrado que no era amor, sólo deseo.

Tampoco le culpo por ello, ni mucho menos. Es más, diría que incluso eso es normal en política. El tiempo pasa tan rápido, que a uno le falta tiempo para discernir lo que más le conviene. Ya lo dijo Alfonso Guerra en su día, con esa sabiduría caústica que le caracterizaba: el que se mueve, no sale en la foto; e Iceta, está claro, no parece en absoluto dispuesto a ello.

La segunda guerra socialista, aquella que vaticinaban los recalcitrantes visionarios con más voluntad que acierto, se ha quedado definitivamente en nada. Algunos llegaron a afirmar, que el no de Iceta a Rajoy iba en realidad dirigido a la princesa andalusí, y por un momento, no voy a negarlo, yo también pensé que era así, pero está claro que nos equivocábamos todos.

El primero que se pensó dos veces proseguir con el apoyo incondicional a Sánchez fue Hernando, sin duda mano derecha del secretario general hasta que dejó de serlo motu proprio, pero como de él ya largué generosamente en otro de mis artículos no considero necesario extenderme más con su persona. De hecho, hasta me arrepiento de haberlo hecho. En el fondo, no creo que se mereciese, al menos en mayor medida que el resto del equipo, pasar por el único malo de la película; y es que, entre todos le mataron y el solo se murió.

Ahora Susana Díaz ya no es la mala. El proyecto socialista no está para luchas internas que no llevan a ninguna parte. Lo más importante ahora es hacer piña en torno al más fuerte, que en este caso es Susana Díaz. Si lo miramos desde el prisma de la igualdad, no está tan mal que así sea, pero como yo nunca he sido acérrimo de las cuotas entre hombres y mujeres me reservo la opinión para dentro de cuatro años.

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