
Un estudio en el que han trabajado investigadores del CSIC en el Real Jardín Botánico constata que estos organismos, que se localizan en agua dulce, musgos o suelos húmedos, experimentan también un proceso masivo de diversificación en ambientes salinos continentales como los salares sudamericanos o los salobrales de Castilla-La Mancha.
Las lagunas saladas de interior son hábitats muy particulares. Sus aguas no tienen conexión directa con el mar, pero sin embargo son saladas. Esto ocurre porque los afluentes llevan sales disueltas del suelo a la laguna, y el agua se evapora, sin haber ningún río que salga de la laguna y se lleve las sales, por lo que con el paso del tiempo (cientos o miles de años), la salinidad va aumentando.
Las altas fluctuaciones de temperatura y salinidad hacen de estos ecosistemas unos ambientes extremos, que pocas especies vegetales o animales han logrado colonizar. Por esta razón, los organismos que allí viven tienen pocos competidores. Las amebas tecadas tienen, por tanto, vía libre para diversificarse especializándose en los múltiples microhábitats presentes en estos entornos heterogéneos.
Con ese objetivo, conocer mejor las causas que han provocado la diversificación en los protistas, un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Real Jardín Botánico (RJB) que forma parte del proyecto Myxotropic, ha llevado a cabo un estudio en lagunas saladas de España y de Chile, principalmente en la región de Atacama y los salares andinos. Las Arcellinida son un tipo de amebas que se caracteriza por tener una concha, como un caracol. Esta concha puede tener muchas formas, según la especie, y en menor medida en función de sus condiciones de crecimiento.
“Nuestro equipo investigador ya había estudiado en 2023 lagunas saladas que se encuentran en los municipios de Pétrola, en la provincia de Albacete, y Ocaña, en Toledo. Allí describimos cuatro nuevas especies, dos en cada uno de estos territorios de Castilla-La Mancha. Sabiendo que Arcellinida había sido capaz de hacer esta transición a través de la ‘barrera de la salinidad’ en estos ambientes salinos, se realizó un estudio a gran escala, con un mayor muestreo”, explica Fernando Useros, investigador del Real Jardín Botánico-CSIC.
Una sobresaliente adaptación al agua salada
El estudio, que acaba de ser publicado en la revista Environmental DNA, ha determinado una alta diversidad de estos organismos en lagunas saladas continentales. “Se encontraron 220 especies/OTUs de Arcellinida en lagunas saladas. De esas 220, únicamente siete se encontraron también en muestras de agua dulce. Además, la gran mayoría de ellas, casi un noventa por ciento, se encontraron en un único lugar, lo que indica que estas lagunas tienen un alto nivel de endemismo”, señala Useros.
Estas especies se encuentran en distintos puntos del árbol evolutivo de los Arcellinida, “lo que indica que ha habido múltiples colonizaciones de estos ambientes salados por parte de organismos de agua dulce. De ahí que, el siguiente paso sea estudiar los genes implicados en estas diferentes adaptaciones lo que podría resultar muy interesante”, apunta el científico del RJB-CSIC Enrique Lara, director del proyecto Myxotropic.
El por qué estos organismos han llegado a colonizar estos hábitats salados tiene una explicación que ofrece el propio Lara. “Es curioso ver que las Arcellinida son prácticamente ausentes del océano, mientras que son muy diversas en lagunas saladas del interior. Puesto que la salinidad y las condiciones adversas no parecen afectarles, lo más probable es que la falta de competidores ha sido clave en su proceso de diversificación. Este caso sucede también con animales, como por ejemplo los Anóstracos, pequeños crustáceos que comparten estos hábitats con las Arcellinida, y ausentes en el mar”.
El equipo investigador que estudia estos organismos y los hábitats en los que se encuentran, considera “esencial e imprescindible” preservar estos ambientes, muchos de ellos amenazados en la actualidad por la contaminación, la minería, la sobreexplotación de acuíferos, con la consiguiente desecación, o la disminución de sus caudales por las bajas precipitaciones, como consecuencia del cambio climático. Asegura que, la desaparición de estas lagunas y los organismos que las habitan, supondría una pérdida irreparable para la biodiversidad y el conocimiento científico.
Este estudio ha contado con el apoyo del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico, Agencia Estatal de Investigación, del actual Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
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