Como esto siga así, nuestros dirigentes van a esgrimir los diplomas de aplicación y conducta que obtuvieron en la primaria.
En estos últimos años está saliendo a relucir la falta de formación académica de las clases dirigentes. Los aspirantes a políticos inician tan pronto sus labores como “cachorros” de los partidos, que dejan a medias -o abandonan por completo- sus estudios.
Llegada la hora de ascender a puestos importantes, buscan la forma de presentar unos currículos aceptables y tiran de imaginación o de diplomas de todo tipo adquiridos al peso. Muchos de ellos acuden a cursos carísimos que, a veces, subvenciona el partido y adquieren unas extrañas titulaciones. Si el tema necesita una solución inmediata, mienten descaradamente o presentan certificados de estudios falsos.
Servidor conoce por experiencia los años de estudio y de sacrificios que llevan consigo la obtención de diplomaturas, masteres y doctorados que, la mayoría de las veces, no llevan consigo honores ni compensación económica, sino la satisfacción de aumentar tu conocimiento y participar en la expansión cultural de tu país.
Hace años que conocí una propuesta de división de la vida bastante racional. Los primeros 25 años estaban dedicados a la formación académica, profesional y humanística. Los planes de estudio actuales elevan esta cifra hasta los 28 años. Los diez años siguientes dan la oportunidad de asentar la formación con la experiencia. Lo que permite dar solidez a un título que necesita el refrendo de una oportuna aplicación del mismo.
No soy partidario de la gerontocracia pero tampoco creo necesario disponer de una juventud arrolladora para desempeñar dignamente cualquier tipo de cargo o de empleo. Por suerte o por desgracia, aquellos trabajos y puestos fundamentales que he desempeñado a lo largo de mi vida, no se han basado en los estudios previos realizados. Pero todos los conocimientos que he ido asimilando a través de mis estudios, me han permitido realizarlos con cierta dignidad, por no decir éxito.
Así que cuidadito con lo que plasmamos en nuestros currículums. Todos los estudios que has superado -y con qué calificaciones- a lo largo de tu vida, son públicos y fáciles de conocer. El mundo profesional, laboral y político es una selva a la que hay que entrar bien pertrechado. Al final aparece la verdad y te ponen colorado. Aunque a eso también se están acostumbrando. Basta con decir: “más tú”. Posiblemente lleven razón.
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