En los primeros meses del presente año, asumió la administración Donald Trump y una de sus primeras medidas fue ordenar la desclasificación total de documentos relacionados con uno de los temas más sensibles a la historia estadounidense del último siglo: el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy en 1963.
Aunque la mayoría de los archivos ya eran conocidos, más de dos mil documentos nuevos se han digitalizado y sumado a los anteriormente disponibles.
Pocas semanas después, mucho más al sur del continente, el Archivo General de la Nación argentino, siguió el ejemplo poniendo a disposición de toda la ciudadanía una serie de documentos desclasificados que incluyen información sobre las operaciones nazis en Argentina, así como decretos presidenciales secretos y reservados.
Tras un trabajo de restauración, digitalización y descripción, el organismo también publicó en su página web toda la documentación desclasificada alojada en su acervo documental sobre uno de los períodos más escabrosos de la historia argentina: el autodenominado proceso de reorganización nacional de 1976 a 1983.
“El Presidente instruyó la desclasificación total de toda la información y documentación vinculada con el accionar de las fuerzas armadas durante el período de 1976 y 1983. Así como toda otra documentación producida en otro período, pero relacionada con el accionar de las fuerzas” sostuvo un vocero del gobierno de Milei a fines de marzo del presente año.
En tiempos en que la información circula en tiempo real y formato digital, y la traducción ha sido perfeccionada y seguirá mejorando a través de la inteligencia artificial, en Paraguay, un grupo de nostálgicos de la manipulación histórica sigue intentando preservar su predominio sobre un relato del pasado construido por su molino ideológico.
Para este ambicioso objetivo, cada vez más esquivo si se consideran los avances de la tecnología, no solo contradicen a sus modelos actuales como Trump o Milei, sino que recurren a párrafos de panfletos decimonónicos a los que se aferran con una nostalgia cada vez más desfasada y ridícula.
En lugar de hurgar en una historia fotografiada, filmada, documentada, digitalizada y publicada que se encuentra al alcance de todos en archivos online, se remiten a fuentes cada vez más diluidas en mitos para intentar salvar un relato que inexorablemente tiene sus días contados.
En esta columna hemos dedicado un año de publicaciones semanales a demostrar que hallar la verdad histórica es posible, en base a documentos publicados de manera imparcial por fuentes que carecen de toda doble intención.
Estas publicaciones, evidentemente, han generado reacciones en el grupo conocido en Paraguay como “legionarista”, heredero de las corrientes que en el siglo XIX actuaron contra su propia bandera integrándose a la triple alianza que devastó moral y materialmente a su nación.
Ni Donald Trump, ni el Departamento de Estado, ni Marco Rubio, supongo, se pondrán a temblar porque un pequeño grupo desfasado de legionarios, nostálgicos de políticas norteamericanas pasadas en el manejo de la información manifieste su incomodidad porque ciertos hechos del pasado que comprometen su filiación salgan a luz.
Mucho menos alcanzarán objetivos matando al mensajero, que nunca ha sido una opción valida. La irrefutable información contenida en documentos que hoy se encuentran al alcance de todos, poco a poco se encargará de ir señalando a estos nostálgicos y desfasados el camino de la retirada. LAW
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