El pontificado de León XIII (1878-1903) se caracterizó por una labor doctrinal amplia y sistemática. Aunque suele ser recordado especialmente por la encíclica Rerum novarum, que aborda la cuestión social y que sirvió de inspiración para el nombre pontificio de León XIV, su legado abarca un conjunto extenso de enseñanzas que siguen conservando vigencia en la actualidad frente a los retos culturales de la modernidad.

En algunos aspectos, este magisterio desafía lo que hoy se considera "políticamente correcto", al establecer por ejemplo el tomismo como fundamento filosófico de la enseñanza católica o al rechazar con argumentos sólidos la masonería.
Un pontificado de extraordinaria riqueza doctrinal
La elección del nombre de León XIV por el nuevo Papa Robert Francis Prevost tiene un significado profundo que va más allá de la referencia a Rerum novarum. De hecho, León XIII publicó 86 encíclicas durante sus 25 años de pontificado, conformando un magisterio de gran solidez intelectual.
Rerum novarum, publicada el 15 de mayo de 1891, aborda la cuestión social a través de tres ejes que, como señaló Augusto Del Noce (1910-1989), son fundamentales:
el retorno a los principios, la crítica al utopismo, y la defensa de la primacía del ser humano sobre el Estado.
Para León XIII, la doctrina social de la Iglesia tenía sus raíces en la ley natural y en la metafísica que esta comporta. Por eso es imprescindible leer Rerum novarum a la luz de otra encíclica esencial: Aeterni Patris (1879), en la que se establece el tomismo, siguiendo a Santo Tomás de Aquino, como doctrina oficial en la formación filosófica de los católicos. León XIII estaba convencido de que la restauración de la sociedad debía basarse primero en la restauración de un pensamiento filosófico sólido.
El orden racional del magisterio de León XIII
Augusto Del Noce y Étienne Gilson (1885-1978) propusieron leer las encíclicas de León XIII, no según su orden cronológico, sino conforme a un hilo racional que refleja la coherencia de su pensamiento. Además de Aeterni Patris y Rerum novarum, este conjunto incluye:
Libertas praestantissimum (1888), sobre el verdadero sentido de la libertad; Arcanum divinae sapientiae (1880), sobre el matrimonio cristiano; Humanum genus (1884), contra la masonería; Diuturnum illud (1881), sobre el poder civil; Immortale Dei (1885), sobre la constitución cristiana de los Estados; Quod apostolici muneris (1878), sobre el socialismo; Sapientiae Christianae (1890), sobre los deberes de los cristianos ante la Iglesia y el Estado.
Gilson destacaba que el tomismo de León XIII lo situaba como el mayor filósofo cristiano del siglo XIX.
Influencia de San Agustín en su pensamiento histórico
Junto a la influencia de Santo Tomás, León XIII también se nutrió del pensamiento de San Agustín, del que también se nutrió el de Santo Tomás, especialmente en su concepción de la historia como un conflicto permanente entre el bien y el mal, entre la ciudad de Dios y la ciudad del demonio. Esta idea queda plasmada, por ejemplo, en Humanum genus (1884), donde se describe la lucha entre el Reino de Cristo y el reino de Satanás como un enfrentamiento continuo que comenzó desde la creación y perdurará hasta el fin de los tiempos.
En la carta apostólica Annum ingressi (1902), escrita en el 25º aniversario de su pontificado, León XIII hace un repaso histórico de los combates y victorias de la Iglesia, analizando sus causas y proponiendo remedios para los males que la acechan.
La estrategia diplomática: el "ralliement"
Uno de los intentos más audaces de León XIII fue su política de acercamiento a la Tercera República francesa, dominada por la masonería y el laicismo, buscando desarmar su hostilidad hacia la Iglesia mediante el apoyo a sus instituciones republicanas, siempre que ello no comprometiese los principios católicos. Esta política, conocida como ralliement y expuesta en la encíclica Au milieu des sollicitudes (1891), no alcanzó el éxito esperado, como analiza Roberto de Mattei en su obra El ralliement de León XIII: el fracaso de un proyecto pastoral. La verdadera grandeza de León XIII no radicó en su diplomacia, sino en la solidez de su corpus doctrinal, aún vigente para la Iglesia actual.
Amor por la cultura y el pensamiento cristiano
León XIII fue un hombre profundamente cultivado, amante de las letras, el arte y las ciencias. Además de dominar el latín y el italiano, poseía un conocimiento exhaustivo de la literatura. En una ocasión, al recibir como obsequio una edición rara de La Divina Comedia, afirmó con una sonrisa que podía recitarla de memoria de principio a fin.
El pensamiento laico del siglo XIX intentó apropiarse de Dante desde una perspectiva anticlerical, pero León XIII lo reivindicó dentro del ámbito cristiano. Confió a monseñor Giacomo Poletto la primera cátedra de estudios dantescos de Italia, quien demostró la conexión entre el pensamiento social de León XIII y el legado de Dante en su obra La reforma social de León XIII y la doctrina de Dante Alighieri (1898).
De este modo, junto a Santo Tomás y San Agustín, Dante forma parte del universo cultural y espiritual que inspira tanto a León XIII como, en la actualidad, al Papa León XIV.
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