El pasado mes de mayo la Asamblea Nacional de Francia recibió el texto de la proposición de ley sobre el fin de la vida. Este texto se discute, por primera vez en Francia, en un contexto de crisis grave del sistema público de atención médica, con largas listas de espera, especialmente en algunas especialidades y el cierre de hospitales provinciales. Los defensores de la regulación legal de la eutanasia y del suicidio asistido aseguran que esta norma es garantista, pero ¿es eso suficiente? ¿Cómo afectará la legalización de la eutanasia al modo de entender la vida de quienes están enfermos, de los dependientes o de las personas solas? La pandemia del COVID obligó a plantearse la muerte, y el confinamiento contribuyó a tomar conciencia del desgarro que suponía no poder acompañar a familiares y amigos en los últimos momentos de la vida. La idea del bien morir pareció que cobraba sentido de nuevo. Desgraciadamente, lejos de ayudar y acompañar a las familias para poder asumir el cuidado de sus enfermos, las leyes de eutanasia solo ofrecen la posibilidad de adelantar la muerte.
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