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Nadie quiere la guerra, pero "haberlas, haylas"

Jaime Fomperosa Aparicio, Santander
Lectores
miércoles, 4 de junio de 2025, 12:40 h (CET)

Según San Agustín la paz es: "LA TRANQUILIDAD EN EL ORDEN". Yo entiendo que ese orden se refiere al cumplimiento de los Mandamientos de la Ley de Dios, pues si no se altera el orden y se pierde la paz. Y podríamos decir que eso es el pecado, un desorden mayor o menor, según su importancia, de pensamiento, palara, obra u omisión. No sé si me he explicado correctamente, pero la situación actual de la sociedad refleja un desorden generalizado, peor en España que llevamos ya mucho tiempo, demasiado, en el cual el desorden, es decir, el pecado, avanza incesantemente sin oposición. La raíz de todo es qué en lugar de libertad, se ha producido un libertinaje absoluto. Nadie quiere guerras, pero ocurren. Y ya la tenemos bien cerca, en Europa. Lo que sucede en España es de suma gravedad, llevamos unos años en los cuales los políticos lo único que hacen, es insultarse y denunciarse mutuamente y se está produciendo un enfrentamiento social muy peligroso. NADIE QUIERE LA GUERRA, PERO "HABERLAS HAYLAS".

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Se asocia con Michael Hopf, militar y escritor, aquella sentencia de que “los tiempos difíciles forjan hombres fuertes, los hombres fuertes traen buenos tiempos, los buenos tiempos crean hombres débiles, los hombres débiles traen tiempos difíciles”. Se trata de un encadenamiento en círculo, lapidario y determinista, que nos enfrenta a una sucesión de ciclos inevitables, en la línea del eterno retorno.

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