Esa es la cuestión del mundo actual. O se es tutumpote (rico) o se es hijo de machepa (pobre), términos que acuñó un político dominicano, Juan Bosch, de principios de la década de 1960. Aunque lo de “hijos de machepa” ya estaba implícito en la sociedad dominicana, Juan Bosch lo utilizó para su carrera política; aún a sabiendas de que, en aquella época, en la República Dominicana había pocos ricos, una pequeña clase media y una amplia masa de pobres. Los términos “tutumpote” e “hijo de machepa”, que utilizó Bosch, sirvieron para diferenciar las clases sociales: “tutumpotes” eran los ricos, “hijos de machepa” los demás.
En este escrito me voy a valer, prácticamente al completo, de otro que hice con motivo de la Navidad, en diciembre de 2017 con el título “Hijos de Machepa”.
Esta sociedad del siglo XXI, atestada de políticos corruptos (sólo hay que mirar a la mayor potencia mundial, USA; a los franceses, ingleses, italianos, y los mismos españoles y otros muchos) ha conseguido que la mayor parte de la población mundial estemos inmersos en el consumismo y pasemos olímpicamente de la política y de todos los factores que ella engloba (sanidad, educación, servicios sociales, economía, etc., etc., etc.). Somos una sociedad de derroche y de pasotismo. En la mayoría de las ocasiones, de objetos y «cosas» innecesarias. El Roto lo expresó muy bien con el anuncio de una gran superficie que decía en su rótulo: «Tenemos todo lo que usted necesita que no precisa».
Estamos en tiempo cercano al verano -que como en las navidades- y, por desgracia, se acrecientan aún más las ansias de dilapidación y el pasotismo. Paradójicamente, sobre todo en lo referido a las navidades, debería ser cuando más tendríamos que recordar que el niño Jesús nació en la más absoluta de las pobrezas, en un sencillo cobertizo para animales, en un pesebre. Para ser claros: nació pobre, muy pobre; nació “hijo de machepa”, según la RAE, persona pobre y de familia humilde.
Quizás, esto de la pobreza se deba --en gran parte-- a que la gente que «administra» lo que el sudor de la mayoría produce sea parte de las élites políticas debilitadas, como señaló Napoleón Bonaparte que ocurría en los partidos por su miedo a las personas capaces. Valga el ejemplo de Extremadura (aunque algunos me llamen machacón o “pesao”): En cerca de ¡50 años! nuestros ilustres gobernantes han logrado que tengamos la renta más baja (y el IRPF más alto), los menores salarios, las pensiones más indignas, la mayor pobreza relativa y severa y el paro más alto. ¡Ojo!, y con gobiernos de izquierda -al menos, eso dicen ellos- para más INRI en la mayor parte de este tiempo. ¿Será que su actuación se asemeja más al dicho: «hecha la ley, se inventa la malicia»? A servidor no le cabe ninguna duda.
Fuere como fuere, lo importante es que, en España, por citar sólo a mi país, la pobreza relativa y severa están alcanzando cotas que hielan los huesos y que hacen pensar que vivimos muy cercanos a lo que se ha dado en llamar un «Estado fallido». Que, por lo general, es un Estado que se caracteriza por el fracaso social, político y económico. Los pobres, los “Hijos de Machepa” (muchos incluso teniendo empleo remunerado), y los ricos, los “Tutumpotes”, los Jefes, los mandamases o grandes empresarios y banqueros (todas las élites de cualquier tipo y condición), no paran de aumentar, aunque haya una pandemia entre medio y el país se paralice. Las ganancias a costa del sudor de la mayoría crecen y crecen, y lo peor es que no se ve un límite ni para unos ni para otros. Con un gobierno débil o ineficaz de coalición de “izquierdas” que carece de control sobre vastas regiones de su territorio (la mayoría de las Autonomía están gobernadas por las derechas de PP y VOX que son, realmente, “perros de la misma camada”), no provee ni puede proveer servicios básicos, presenta altos niveles de corrupción (miren a su secretario general de Extremadura aforándose para “escaparse” de la que se le viene encima) y criminalidad, “desplazados”, y, según muchos economistas de prestigio, una marcada degradación económica, debido en gran parte a que las rentas de capital no sueltan un euro, mientras las rentas del trabajo incluso son perseguidas con saña por el Erario, hasta el punto de que están en franca decadencia las llamadas “clases medias”, debido a que el latrocinio generalizado del Neoliberalismo ya ha agotado a los pobres y ahora va a por ellos. Un Estado que no es efectivo, y no es capaz de aplicar sus leyes de manera uniforme (17 Autonomías se lo impiden), registrando altas tasas de corrupción política, con PP y PSOE a la cabeza, mercado informal, burocracia, ineficiencia judicial, poderes civiles no estatales..., un desaguisado, en suma, promovido por cuatro filibusteros, mayoritariamente de los dos partidos citados.
Antes de aprovechar una parte de un escrito de David Márquez para señalar claramente a los actuales “Tutumpotes” de las sociedades occidentales, quiero hacer un suelto: “El mundo en su casi totalidad, es decir, los EEUU, la UE, el Reino Unido, Canadá, Australia, México, Venezuela, Argentina, Japón, las dos Coreas, Vietnam, Noruega, los BRICS+ (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Bielorrusia, Bolivia, Indonesia, Kazajistán, Cuba, Malasia, Tailandia, Uganda y Uzbekistán, además de otros cuatro de los que se está esperando respuesta) y algunos más de los cinco continentes, debería hacer un sencillo manifiesto imponiendo a Israel -y a su ejército asesino- su salida hoy mismo de Gaza y Cisjordania y permitiendo sin la más mínima dilación la entrada de la ayuda humanitaria en su totalidad, o de lo contrario se romperían todo tipo de relaciones económicas, sociales y diplomáticas, además de la venta de armamento de todo tipo.
David Márquez se expresaba así en una parte de su artículo “Ego y Dinero”: “Seguid ahí, contando ceros, ignorantes crónicos, desgraciados al fin, Vuecencias, Excelentísimos y don nadies, que yo seguiré a lo mío. No os envidio ni un solo céntimo, ni una sola de vuestras piscinas en vuestras flamantes comunidades de costa, de muy mal gusto, por cierto. Sinceramente, me parece que los ciudadanos honrados, que los hay, tampoco os envidian nada. Saben que, en el más humilde barrio, en la casita más pobre de un apartado pueblo, se vive mucho mejor, más tranquila, segura, dignamente. Quedaos, pues, con el botín, atragantaos con los presupuestos y las partidas y llenad los depósitos de vuestros todoterrenos y vuestras piscinas y cuentas bancarias y barrigones y maleteros y sentaos, vacíos de creatividad, de ilusión, de empatía, de amor, de vida, frente a la mayor, más cara pantalla, orgullosos de haber asestado otro golpe genial a la caja común, a una vieja indefensa, con vuestro “yo” por bandera. Qué miedo, qué pesadilla supondría para mí, ser como vosotros, acaparar todos vuestros bienes, bajo el yugo de un ego incapacitante, limitativo, y perderme todo lo que vivo a diario, gratis”.
Y, no lo olviden (si VOX se cuadra, que es posible), pronto habrá una parte de la sociedad que padecerá de «aporofobia», es decir, aversión a las personas pobres o desfavorecidas, con lo que esa desvergüenza supondrá.
No me voy a explayar con un sinfín de datos escalofriantes sobre la pobreza (más del ¡60%! de las personas de Extremadura están en riesgo de exclusión social) para no amargarles esa mísera semana de vacaciones a ninguna persona de buena voluntad, pero mientras derrochamos comida superabundante y gastamos en regalos que luego no servirán para nada sólo por el hecho del derroche que enriquece cada día más a los “Tutumpotes”, no deberíamos olvidar que cada día -de navidades y del verano también- mueren de hambre ¡8.500 niños!; por supuesto, sin contar los que lo hacen en el genocidio de GAZA también cualquier día. Niños todos, “Hijos de Machepa”, por culpa de nuestro pasotismo y del libre albedrío político de los “Tutumpotes”.
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