Leonel despertóse bajo el zumbido del tiempo con una mirada perdida en la distancia, un coro de pájaros que saludaban la mañana y las lenguas del Padre Sol eran refulgente, desafiaban las súplicas de ese nuevo día. Leonel e Iván todos los días caminaban por las calles cuando se dirigían a sus trabajos, las noches la retenían y hacían su propia tertulia sin alejarse de la realidad que les circundaban.
A diario frecuentaban los mismos cafés, ahí desayunaban y después cada quien se dirigía a sus labores cotidianas, casi cayendo el crepúsculo volvían a encontrarse en el “cafetín central”. Iván y Leonel ese día se despidieron en la puerta del cafetín, bajo la notable sombra de la noche. Iván se quedó unos minutos en la acera conversando con unos conocidos, cuando de pronto se le aproximó Zoila, expresándole, que el jefe de la policía quería hablar con él.
-¿Para qué, contestó Iván?
-Lo ignoro, replicó Zoila. Iván accedió y se presentó ante el jefe de la policía.
-Usted va a quedar detenido, le inquirió el jefe de la policía, mientras se investiga el caso de la muerte de su amigo Leonel, al cual lo encontramos en la esquina del cafetín lanzado en el suelo, con una lesión en la cabeza y chorreando sangre, y sin más lo condujo a la celda.
Al día siguiente se presentó a la estación de policía el médico forense comentando que Leonel estaba vivo y mandaba a decir que su amigo Iván no es culpable de nada, y del resultado de los exámenes de laboratorio se detectó que le suministraban insulina en pocas cantidades en sus alimentos no siendo diabético, con eso le estaban descomponiendo su metabolismo, sufriendo el desmayo de la noche anterior.
-Qué otros síntomas puede producir ese tipo de medicamentos si es suministrado a personas que no son diabéticas, preguntó el jefe de la policía.
-Produce desvanecimiento, y flacidez del cuerpo, endurecimiento en el músculo más grande que tenemos en el cuello, un posible bajón o alta de azúcar, envejecimiento paulatino prematuro, pérdida de la memoria temporalmente por segundos, dolores estomacales o de cualquier parte del cuerpo, sudoración y heladés del cuerpo, replicó el forense.
-Quien le pudo haber estado suministrando insulina en sus alimentos o tal vez cualquier otro tipo de medicamento, donde ingiere rutinariamente sus alimentos es en su casa de habitación, señala el jefe de la policía.
-Es decir, el mal proviene de su casa y no de habérsele suministrado ese medicamento en la calle, pues una simple dosis esporádica no hace tanta mella, es cierto que surte sus efectos certeramente negativo para el organismo, pero no es objeto para semejante suceso. Lo sorprendente es que de los resultados del laboratorio se detectó suministro añejo de porciones de insulina, finalizó el forense.
-De seguro alguien estaba detrás dirigiendo la planificación de ese crimen, cuál habría sido el móvil para buscarle la muerte a Leonel, ¿Será que la esposa se enteró que gozaba de un buen seguro de vida o herencia?, qué vaina la de este caso, es de verlo y no creerlo, señaló el jefe de la policía.
-No quiero propina en recompensa, no estoy jugando a las preguntas y respuestas, simplemente queremos escuchar “Tú justificación”, reclamó el Señor Tiempo.
-Mejor me voy, contestó la ambiciosa insolencia, y, conforme el devenir del Señor Tiempo el matrimonio de Leonel se disolvió y el peligro inminente desapareció.
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