En los primeros pasos de León XIV estamos viendo a un Papa centrado en Cristo y por eso sensible a los dolores del mundo que nos ha tocado vivir. Su afirmación contundente, al decir que “el mal no prevalecerá”, y su mensaje de paz, son los de un cristiano que conoce las heridas de nuestra sociedad y las indica como camino para la Iglesia. Son las heridas de las personas que, como ha explicado, viven dramáticamente la pérdida del sentido de la vida, la falta de misericordia, la violación de su dignidad.
En esta situación, León XIV siente la urgencia de la caridad y de la misión. El Papa ha subrayado en sus primeras horas de Pontificado que esa misión no se lleva a cabo con la magnificencia de las estructuras eclesiales sino por medio de la santidad de los miembros de la Iglesia.
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