Fuera esperaba el amanecer…
Últimamente sus días acababan al mediodía; el tiempo de colgarse de un cigarrillo y fumarse toda la niebla de unas pocas horas en que podría deslizar su fantasma por entre las cosas.
No recordaba de seguro su edad; el espejo le traicionaba y sólo le reflejaba la mitad que nunca sospechó ser. Sin embargo, la nieve que cubría sus sienes le recordaba su estancia ya antigua entre los hombres y que pronto daría por terminada.
Decidió no afeitarse la cara: los seres que poblaban su mundo solamente le exigirían que les mostrara el verde su alma; desayunó mecánicamente, tanteó el estado de su ilusión y ya totalmente decidido, inició la huida por la puerta trasera de la vida, la que conduce al silencio del corazón.
No obstante las emociones se fueran amontonando en su cerebro,había ya intuido que su despedida de los hombres no sería tal y como se soñó ser: algo se lo impedía: una conciencia exacerbada le alejaba por momentos de lo inalcanzable para un ser humano….
¡Fue en ese momento…! Hasta él llegaron las notas de una música que volaba desnuda en una brisa no definitiva: ¡Esa era la voz…! ¡La que tantas veces lograra descifrar a las noches de invierno, confiadas en su oscuridad!.
Luego, toda la hora se inundó de lluvia con los primeros bostezos de un viento desvelado, hundiendo en tierra postreras cenizas que disolviera el espíritu: ¡Al fin emergía como lirio en sombra su alma ya verde, definitivamente voz sin nombre prendada del azul...!
Todo era silencio el mediodía…
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