En un momento en el que las herramientas de inteligencia artificial generativa están presentes en múltiples sectores y tareas cotidianas, surgen preguntas sobre su impacto en nuestras capacidades cognitivas. Según un estudio realizado por investigadores de Microsoft y la Universidad Carnegie Mellon, el uso constante de la IA podría estar disminuyendo el pensamiento crítico en el entorno laboral. Sin embargo, desde LiceoTIC Training, centro de formación especializada en tecnologías emergentes, matizan esta conclusión.

Nueva forma de pensar
Jordi Damià, director del Máster en IA Generativa de LiceoTIC Training, considera: “no es que nos volvamos más tontos por usar IA; lo que sucede es que nos enfrentamos a una nueva forma de pensar. La inteligencia artificial no debe ser una muleta, sino un trampolín que nos permita llegar más lejos, más rápido. Cuando la usamos correctamente, nos desafía a formular mejores preguntas, a validar lo que nos ofrece y a explorar nuevas ideas”.
Según el citado estudio, los trabajadores que usan IA tienden a apoyarse tanto en ella que acaban mostrando menos esfuerzo por pensar de forma crítica o resolver problemas por su cuenta. Sin embargo, Damià considera que esto depende más del enfoque formativo y del uso responsable que se le dé a estas herramientas.
El peligro viene en cómo se utiliza
Desde LiceoTIC Training se subraya que el peligro no radica en la herramienta, sino en cómo se utiliza. La delegación automática de tareas sin supervisión crítica puede generar dependencia y superficialidad, pero, al mismo tiempo, el uso estratégico de la IA tiene el potencial de enriquecer la creatividad humana y acelerar el aprendizaje.
Las innovaciones tecnológicas siempre han provocado temor
Esta reflexión no es nueva, Nicholas Carr autor estadounidense que ha publicado varios libros y artículos sobre los efectos de la tecnología en nuestra mente, hace varios años se formulaba la pregunta de si Google nos estaba volviendo más estúpidos. “A lo largo de la historia las innovaciones tecnológicas han provocado temores similares: desde la aparición de la imprenta hasta el auge de los ordenadores. Cada avance ha obligado a replantear ciertas habilidades humanas, pero también ha impulsado nuevos modos de aprender, trabajar y comunicarse. Con la inteligencia artificial sucede lo mismo: el verdadero reto es adaptarse y evolucionar, no temerle al cambio” señala Damià a lo que añade “el pensamiento crítico no desaparece con la IA; se transforma. Antes dedicábamos tiempo a tareas repetitivas, ahora podemos dedicarlo a analizar, interpretar y tomar decisiones más informadas. La clave está en formar a los profesionales para que sepan colaborar con la inteligencia artificial, no simplemente obedecerla”.
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