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¿Qué fue de los cantautores? (capítulo II)

Ángel Morillo Triviño, Badajoz
Lectores
sábado, 10 de mayo de 2025, 11:22 h (CET)

Patriotas de bandera, españoles de primera. De la España verdadera, aquella tan noble y fiera, que a otra media asesinó. Brazo en alto y cara al Sol, leales al movimiento, a la altura y al talento del pequeño dictador. Que fue caudillo de España por obra y gracia de Dios.


Resulta más que tétrico ver tanto facha con la pulserita y con la bandera hasta en su coche, incluso algunos en la fachada de su casa al estilo naziamericano. Españoles de primera que -en la mayoría de los casos- ni siquiera “sirvieron a Franco” (como se decía cuando servidor fue a la famosa “mili”), como es el caso de su líder en España, el tal Abascal. Un parásito más de la política que se está “forrando” a costa de cuatro subnormales que lo siguen pensando que de nuevo volverá a nacer la primavera y volverán banderas victoriosas al paso alegre de la paz. Supongo que en lo de las banderas victoriosas se referirán a la del Real Madrid, del que son simpatizantes la mayoría por no decir todos. Y no le digas a ninguno de estos pelones de gimnasio que ese caudillo que ellos conmemoran fue el responsable de no sólo los aproximados 150.000 asesinados después de la contienda sin motivo ni razón, ni de esos miles y miles que fueron torturados en las cárceles del franquismo y en esas miserables “casas” como la de Madrid, muchos de los cuales perecieron y otros ya no viven para contarlo, tan solo por tener los suficientes cojones -que ellos no tuvieron- para defender la libertad de la que ahora disfrutan tantos y tantos fascistas mastuerzos, porque te dirán que la libertad y el orden era el de antes cuando vivía el Dictador. El orden, ciertamente, porque si te sobrepasabas una migina en algo sin importancia ya sabías que te esperaba el paredón, o, cuando menos, un “repaso” en uno de esos lúgubres lugares de tortura. ¡Que pena! A servidor le produce disentería este tipo de gente… que están hasta en sus propias familias.


Toreando en plaza ajena, todo cambió de repente. Los políticos al frente de comparsa al trovador, se cambiaron las verdades, tanto vendes, tanto vales, y llegó la transición.


La democracia es la pera, cantautor a tus trincheras. Con corona de laurel y distintivos de honor, pero no des más la lata, que tu verso no arrebata y tu tiempo ya pasó.


Se murió el Dictador y llegó la transición, la Democracia. Con un Jefe de Estado heredero del Dictador. Un Rey de nuevo al que, como dijo alguien, yo no he votado. Un Jefe de Estado impuesto que bailaba al son de los “sacapuntas” que promovieron esa falsa transición, que, incluso, hasta no hace mucho llamaban “modélica”. Los que vivimos ese tiempo y lo podemos contar, hemos podido comprobar el engaño que esa Democracia, que ellos siguen llamando así, no es sino una vulgar Plutocracia. Una Plutocracia en la que - ¡glorias del socialismo! - se inmiscuyó hasta el más socialista de todos los socialistas conocidos, el Sr. Don Felipe González Márquez. Y nos engañó a todos los españoles de bien, entre los que, desgraciadamente, me encuentro. Digo que me encuentro, porque lo seguí hasta el punto de llevar la contraria a mi propio padre, que, con su pesar correspondiente porque era un buen hombre, me decía: ¡Ya los conocerás! Él había hecho hasta teatro por los pueblos de Valencia para recaudar fondos para la República y sabía muy bien lo que decía. El tiempo de la gente que fue capaz de decir algo en la vida que la hace un poco mejor, no pasará nunca.    


¿Qué fue de los cantautores? Preguntan con aire extraño cada cuatro o cinco años despistados periodistas que nos perdieron la pista y enterraron nuestra voz. Y así van para más de treinta con la pregunta de marras, tocándome los bemoles, me tomen nota señores que no lo repito más.


El periodismo, salvo raras excepciones y los periodistas de algunos periódicos digitales, da cada día más pena. No sólo enterraron la voz de los cantautores, que también, sino que tratan cada día de enterrar la voz de los que dicen las cosas como son y no manipulan ni mienten. Miren el ejemplo de esa gente humilde y serena de Podemos a los que tratan de estrangular como sea su voz en la mayoría de la prensa nacional y en todos los demás medios de comunicación. Y esa prensa - ¡maldita sea! – del Régimen actual (la Plutocracia), El Mundo, La Razón, ABC, El Español, Okdiario, incluso El País, y otros muchos, no cesa en cada ocasión que se le brinda de poner como un trapo a Podemos, cuando saben que Podemos es el único partido político que ha hecho algo -lo poco que le han dejado- por la ciudadanía española y por el mundo del trabajo.


Algunos son diputados, presidentes, concejales, médicos y profesores. O ejerciendo asesoría en la sociedad de autores. Otros están y no cantan, otros cantan y no están, los hay que se retiraron, algunos que ya murieron y otros que están por nacer.


Como cada hijo de vecino, que remedio. En una plutocracia, que, si no se “enmienda”, se puede convertir en poco tiempo en una Dictadura como ya, hace más de dos mil años, avisó Aristóteles cuando dijo que la degeneración de la Democracia conducía a la Dictadura, parece ser, que no hay nadie que esté, realmente, dispuesto a atajar los males que nos aquejan. Sólo un dato: somos el país de la Unión Europea que encabeza la clasificación de los países con mayor índice de posible exclusión social. Pero, qué más da, a los políticos (los que mandan y los que no) eso se la refanfinfla. Ellos a seguir chupando de la teta del Estado y a los demás que nos parta un rayo… ahora que hay tantas tormentas y “tormentos”.


Jóvenes que son ahora también universitarios. Obreros chicos de barrio, que recorren la ciudad un CD debajo el brazo, la guitarra en bandolera, diez euros en la cartera, cantando de bar en bar. O esos raperos poetas, que en sus panfletos denuncian otra realidad social. Y mujeres, ni se sabe. Y sobre todo si hablamos de las primeras gloriosas, que tuvieron los ovarios y el coraje necesario de subirse a un escenario de aquella España camposa.


¿Otra realidad social? Pero, cómo y de qué manera con los gobernantes que tenemos. Gente ya adinerada (sus salarios son estratosféricos comparados con los del mundo del trabajo) por la cantidad de años que llevan en la política y reconvertidos en capitalistas y terratenientes que desprecian a todo el que les achaca algo que vaya en contra del Neoliberalismo que los ha puesto donde están. Los que denuncian otra realidad social se exponen -con la justicia que hay en el país- a ser encarcelados si se sobrepasan lo más mínimo en sus “verbosidades” de disertación. Los jóvenes universitarios, por regla general, ni están ni se les espera, por desgracia para el cambio necesario que necesita el país. Aunque este país, como cantan los mexicanos, lleve tres siglos siendo expoliado y todavía no han podido acabar con él, ahora se está dando un paso al frente en esa maldita intención… y cerca van a estar sino lo consiguen, al tiempo. Sólo hay que ver cómo se visten -sobre todo las féminas de la política- cada día con una equipación diferente que cuesta los suyo y lo de los demás, algo que sirve para medir la diferencia que hay entre la gente del pueblo (está de moda la ropa usada) y sus mandamases. Este país se está empobreciendo (tenemos los mayores índices de pobreza relativa de medio mundo) y será cada vez más pobre sino se le pone remedio a la política neoliberal del PSOE y del PP que, dicho en vulgar, la misma “merde” es. Hacen falta más de un Podemos -y sólo tenemos uno- para que aquí cambien las cosas y Hacienda seamos todos y no sólo los trabajadores y los pensionistas, puesto que el trabajo aporta a las arcas del Estado más que el capital, algo muy sospechoso que no ocurre en la mayoría de países civilizados. Y el feminismo de ahora nos tiene que dar una mejor explicación y no limitarse a que estemos con ellas, que, por supuesto, claro que estamos, pero que no se olviden de esas mujeres que cita el verso para emularlas, porque ellas si fueron unas auténticas feministas y grandes mujeres coraje para el tiempo que corría.


¿Qué fue de los cantautores? Aquí me tienen señores. Aun vivito y coleando. Y en estos versos cantando nuestras verdades de ayer que salpican el presente y la mierda pestilente que trepa por nuestros pies.


No hace falta ninguna desmigajación, está a la vista lo que hay. Seguiré desmigajando, habrá más capítulos de otros autores. De mi paisano Luis Pastor, por esta vez, fin.

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