Si yo voy caminando por la calle y alguien viene a mí para hablarme de su religión, eso es hacer proselitismo. Pero si soy yo el que va a buscarlo, eso no es proselitismo. Según dice la Biblia, es Dios el que hace tanto el querer como el poder. Pero, si alguien se convierte por su labia, ¿le estamos quitando el puesto a Dios? ¿Con qué objeto? ¿quizás para ganar puntos?
El proselitismo es el acto de intentar convencer a terceros para que se conviertan a una religión o adopten un punto de vista, a través de la prédica, la oratoria y distintas estrategias argumentales y discursivas. Proviene del griego prosélitos, “recién llegado (en un país extranjero)”, pero llegó al español a través del latín eclesiástico (prosélytus), empleado en el Medioevo como sinónimo de “recién converso”, o sea, de aquellos que recientemente habían adoptado la religión cristiana. la mayoría de los credos lo consideran legítimo cuando consiste en ganar adeptos a través del convencimiento puramente espiritual, En cambio, se lo condena cuando se realiza a través de acusaciones a los demás cultos, o del empleo de la coacción moral, física o verbal. Esto es lo que se suelen hacer algunas religiones en sus predicas: criticar a otros credos ridiculizándolos como estrategia para ganar adeptos.
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