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Los banqueros son unas personas que te dejan un paraguas cuando hace sol y te lo piden cuando empieza a llover (Mark Twain)

Economía sin ética

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¿Por qué los populismos están ganado el favor electoral de los perdedores de la crisis? Porque la pregunta que se hacen no es si las políticas son eficaces, sino si son buenas o malas, es decir, si introducen consideraciones éticas. Pero los economistas y playmakers consideran que todos los populismos caen en el bonismo y no toman en consideración las restricciones financieras”.

Existe un reconocimiento generalizado de que la causa de la crisis económica que golpea al mundo en general y a Europa en particular se debe a la falta de ética en la dirección de bancos, empresas y no hace falta decir: gobiernos.

Joan Fontrodona, profesor del Iese de la Universidad de Navarra, escribió: “Chester Bernard, en un libro que se ha convertido en un clásico en la dirección de empresas, afirma que “lo que se entiende por dirigir depende de la idea que se tenga del ser humano. La manera de dirigir será distinta si se entiende que el ser humano es un animal evolucionado que se mueve por instinto, o un elemento que tienen sentido en función de un todo, o un ser que merece ser tratado con cierta dignidad, o incluso si es una criatura hecha a imagen y semejanza de Dios…Y de aquí se extrae una idea concreta qué es una empresa: Una comunidad de personas unidas por un objetivo común, que es el desarrollo de quienes forman esta empresa y el desarrollo de las sociedades con las que la empresa opera…Las propuestas del humanismo cristiano no son sólo para los cristianos, sino para todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Este es el reto: ¿Qué pasaría si se dirigiesen las empresas (y los gobiernos) como si Dios existiese?”

Una buena pregunta la que plantea Joan Fontrodona. El mundo de las financias, de la economía y de la política saben como funcionan y cual es el resultado de su gestión desde la perspectiva de que Dios no existe, o de que ha muerto y como mucho la existencia de un Dios creador que se desentiende de la creación y de sus criaturas. En dichas circunstancias no existe un código ético que sea merecedor de dicho nombre. La ética que impera es una ética que permite que cada uno haga lo que le plazca. No existen principios morales que perduren en el tiempo. Las reglas del juego ético sin Dios son efímeras y se cambian al gusto el consumidor y por lo tanto no aportan seguridad.

¿Qué pasaría si la economía, las financias y la política fuesen dirigidas por personas que creen en Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo que es quien ha dictado las normas éticas que pondrán orden en el desbarajuste que se ha creado ya que si no hay Dios que gobierne cada uno hace lo que mejor le parece a sus propios ojos? Tal experiencia no se ha dado nunca porque jamás se ha permitido que Dios participase directamente en los asuntos terrenales. El resultado de un mundo sin Dios lo sabemos. Deberíamos creer en las promesas de bendiciones que Él dice derramará sobre los hombres si acatan su dirección. Esta es una experiencia de la que desconocemos su resultado. No perderíamos nada y en cambio tenemos mucho a ganar si le pedimos que sea Él el guía de nuestras vidas.

Nos acercamos a unas nuevas elecciones en España y los cuatro partidos que esperan gobernarla se limitan a acusarse mutuamente sin presentar propuestas concretas para solucionar el caos imperante, debido a su políticas erróneas. Al paso que vamos los populismos que tanto desagradan a los partidos tradicionales irán creciendo. No todos los planteamientos que presentan los partidos populistas son descabellados, de alguna manera son la conciencia de los consolidados que por haber jugado con la alternancia se han ido tapando mutuamente las tropelías y creando unas redes de intereses deshonestos que con la aparición de los nuevos partidos que fiscalizan la acción política ya no las pueden seguir manteniendo ocultas. En lugar de reconocer la corrupción que han creado con sus redes de amiguismos, culpan a los partidos emergentes de atentar contra la estabilidad y del buen gobierno que dicen haber realizado durante su mandato. ¿Qué estabilidad? ¿Qué buen gobierno? ¿La de la estabilidad que ofrece la ley mordaza que impide a la ciudadanía manifestarse contra la corrupción y que impone el silencio a los políticos díscolos que se convierten en críticos de lo que ocurre en las entrañas de los partidos y que se ven obligados a abandonarlos porque la regeneración es imposible?

La ausencia de la ética bíblica que nace de la conversión a Cristo ha engendrado una codicia excesiva que no solamente es una mala moral, también una pésima economía. El resultado es bien palpable ante el empobrecimiento colectivo al que nos ha llevado la ausencia de la ética que tiene su origen en Dios. Thomas Jefferson que fue el tercer presidente de Estados Unidos, anticipó el caos actual al escribir: “Pienso que nuestras instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejércitos completos listos para el combate. Si el pueblo americano permite un día que los bancos privados controlen la moneda, todas las instituciones que florecerán alrededor de los bancos quitarán a las personas todas sus posesiones, primero mediante la inflación, a continuación por la recesión, hasta el día que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron”.

Sin duda alguna la codicia de algunos ha llevado a una pésima economía.

Economía sin ética

Los banqueros son unas personas que te dejan un paraguas cuando hace sol y te lo piden cuando empieza a llover (Mark Twain)
Octavi Pereña
martes, 14 de junio de 2016, 08:00 h (CET)
¿Por qué los populismos están ganado el favor electoral de los perdedores de la crisis? Porque la pregunta que se hacen no es si las políticas son eficaces, sino si son buenas o malas, es decir, si introducen consideraciones éticas. Pero los economistas y playmakers consideran que todos los populismos caen en el bonismo y no toman en consideración las restricciones financieras”.

Existe un reconocimiento generalizado de que la causa de la crisis económica que golpea al mundo en general y a Europa en particular se debe a la falta de ética en la dirección de bancos, empresas y no hace falta decir: gobiernos.

Joan Fontrodona, profesor del Iese de la Universidad de Navarra, escribió: “Chester Bernard, en un libro que se ha convertido en un clásico en la dirección de empresas, afirma que “lo que se entiende por dirigir depende de la idea que se tenga del ser humano. La manera de dirigir será distinta si se entiende que el ser humano es un animal evolucionado que se mueve por instinto, o un elemento que tienen sentido en función de un todo, o un ser que merece ser tratado con cierta dignidad, o incluso si es una criatura hecha a imagen y semejanza de Dios…Y de aquí se extrae una idea concreta qué es una empresa: Una comunidad de personas unidas por un objetivo común, que es el desarrollo de quienes forman esta empresa y el desarrollo de las sociedades con las que la empresa opera…Las propuestas del humanismo cristiano no son sólo para los cristianos, sino para todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Este es el reto: ¿Qué pasaría si se dirigiesen las empresas (y los gobiernos) como si Dios existiese?”

Una buena pregunta la que plantea Joan Fontrodona. El mundo de las financias, de la economía y de la política saben como funcionan y cual es el resultado de su gestión desde la perspectiva de que Dios no existe, o de que ha muerto y como mucho la existencia de un Dios creador que se desentiende de la creación y de sus criaturas. En dichas circunstancias no existe un código ético que sea merecedor de dicho nombre. La ética que impera es una ética que permite que cada uno haga lo que le plazca. No existen principios morales que perduren en el tiempo. Las reglas del juego ético sin Dios son efímeras y se cambian al gusto el consumidor y por lo tanto no aportan seguridad.

¿Qué pasaría si la economía, las financias y la política fuesen dirigidas por personas que creen en Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo que es quien ha dictado las normas éticas que pondrán orden en el desbarajuste que se ha creado ya que si no hay Dios que gobierne cada uno hace lo que mejor le parece a sus propios ojos? Tal experiencia no se ha dado nunca porque jamás se ha permitido que Dios participase directamente en los asuntos terrenales. El resultado de un mundo sin Dios lo sabemos. Deberíamos creer en las promesas de bendiciones que Él dice derramará sobre los hombres si acatan su dirección. Esta es una experiencia de la que desconocemos su resultado. No perderíamos nada y en cambio tenemos mucho a ganar si le pedimos que sea Él el guía de nuestras vidas.

Nos acercamos a unas nuevas elecciones en España y los cuatro partidos que esperan gobernarla se limitan a acusarse mutuamente sin presentar propuestas concretas para solucionar el caos imperante, debido a su políticas erróneas. Al paso que vamos los populismos que tanto desagradan a los partidos tradicionales irán creciendo. No todos los planteamientos que presentan los partidos populistas son descabellados, de alguna manera son la conciencia de los consolidados que por haber jugado con la alternancia se han ido tapando mutuamente las tropelías y creando unas redes de intereses deshonestos que con la aparición de los nuevos partidos que fiscalizan la acción política ya no las pueden seguir manteniendo ocultas. En lugar de reconocer la corrupción que han creado con sus redes de amiguismos, culpan a los partidos emergentes de atentar contra la estabilidad y del buen gobierno que dicen haber realizado durante su mandato. ¿Qué estabilidad? ¿Qué buen gobierno? ¿La de la estabilidad que ofrece la ley mordaza que impide a la ciudadanía manifestarse contra la corrupción y que impone el silencio a los políticos díscolos que se convierten en críticos de lo que ocurre en las entrañas de los partidos y que se ven obligados a abandonarlos porque la regeneración es imposible?

La ausencia de la ética bíblica que nace de la conversión a Cristo ha engendrado una codicia excesiva que no solamente es una mala moral, también una pésima economía. El resultado es bien palpable ante el empobrecimiento colectivo al que nos ha llevado la ausencia de la ética que tiene su origen en Dios. Thomas Jefferson que fue el tercer presidente de Estados Unidos, anticipó el caos actual al escribir: “Pienso que nuestras instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejércitos completos listos para el combate. Si el pueblo americano permite un día que los bancos privados controlen la moneda, todas las instituciones que florecerán alrededor de los bancos quitarán a las personas todas sus posesiones, primero mediante la inflación, a continuación por la recesión, hasta el día que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron”.

Sin duda alguna la codicia de algunos ha llevado a una pésima economía.

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