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¿Será que no pensamos bien ni si quiera tarde?

​Dicen que el español piensa bien

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Dicen que el español piensa bien, pero tarde. Estas líneas no tratan sobre este asunto, pero algo tienen que ver. Al sentido de justicia le ocurre como al derecho, hay que aplicarlo con carácter general. Puede haber una sentencia justa en un sistema judicial injusto. Piénsese en el sistema franquista, o mejor, en el nazi, para menor encrespamiento. Seguro que había sentencias justas que tuvieron un doble efecto, uno positivo, dar su derecho a quien le correspondíera, y a la vez otro negativo: blanquear la imagen del sistema.

 

Gentes que contribuyeron a la deriva de esta democracia, hoy, cuando ya no ejercen ningún cargo de responsabilidad, se rasgan justicieramente las vestiduras, sin demostrar el menor cargo de conciencia por lo que hicieron en el pasado.

 

Sin embargo, los demás no debemos olvidar los actos encadenados que han llevado a la situación actual. Por ejemplo, en el asunto del separatismo no podemos evitar acordarnos de las veces que hemos aplaudido separaciones en todas las latitudes del mundo. Mucha gente contribuyó con su ligereza a normalizar la idea del separatismo. Cada país tiene sus singularidades: no nos metamos en sus asuntos, como nosotros no queremos que se metan en los nuestros.

 

En tal sentido de justicia siempre hemos de analizar conjuntamente al sujeto y al objeto. Se puede emitir una opinión justa sin llegar a ser justos. Es muy fácil serlo cuando uno no se enfrenta directamente al problema ni ha de sacrificar nada. ¿Justificando a Sánchez? En absoluto, con signos de exclamación. ¿Desconfiados de las plañideras del momento por la amnistía? Totalmente. Hemos llegado hasta aquí al precio de haber denostado en su momento a quienes se llevaban las manos a la cabeza cuando se aplaudía la balcanización del mundo, olvidando que Europa está en ese mundo. Si tienes techo de cristal ¿cómo aplaudir los apedreamientos de tales tejados?

 

En la actualidad estos justicialistas siguen apoyado a potencias, actuaciones y situaciones injustas que en nada se corresponden con la justicia que piden para España y que nosotros compartimos. Pero sin olvidar las causas que nos han llevado hasta aquí. El sentido de justicia es efectivo cuando, como el derecho, se aplica a todas las situaciones injustas. ¿Cómo vamos a creer en la justicia del TPI que solo ve delitos en África?

 

En la democracia española ha habido, hay, demasiadas derivas para que tiremos la piedra sin hacer análisis de todo lo que ha llevado hasta aquí. ¿Sadismo político, inquina personal? En absoluto, sentido de la necesidad. Las situaciones hay que sanearlas hasta su raíz. Lo contrario es como echar alcohol en una herida no saneada, encapsula lo infectado.

 

No elegimos a los mejores políticos tanto en lo ético como en lo intelectual (se elegía a los más dóciles y se excluía a los que tenían criterio propio). No se ha activado el sentido crítico ni analítico en los partidos (cada vez menos formación y debate). No se forma ni informa masivamente a los ciudadanos. No se buscan en el exterior alianzas fortalecedoras. Nos apuntamos a lo que sea. ¿Qué esperábamos, que de repente se nos iluminara la mente y se hiciera la luz? Desde que se admitió la secesión de dos provincias españolas (Sidi Ifni y Sáhara, dejando tirados a nuestros compatriotas), se perdió el sentido alarmado de qué representa la secesión. Fue una vacuna letal. Una derrota sin batalla. Un sinsentido.

 

Desde que se comenzó a negociar con secesionistas para lo pequeño, desde que se les dio alas para que volaran, ¿por qué nos asombra que quieran lo más? ¿Cómo un país con problemas territoriales permite un sistema en el que minorías territoriales puedan negociar en un plano de igualdad? Ahora mismo, conceptualmente: ¿de qué un porcentaje del 50,1 puede imponer lo que no quiere el 49,9? Antes se hablaba de mayorías cualificadas (que solían ser de los dos tercios) y de respeto a las minorías. Ahora se imponen las minorías y se desoye a las mayorías. Algo igual ocurrió en la estimación del paro: se pasó de un mínimo aceptable del 4 por ciento a un 14 por ciento. Con carácter universal y sin justificación.

 

Igual que para el sistema económico se han previsto mecanismos de seguridad, incluido el sistema electoral, para lo territorial no se ha sido tan prudentes, creando un contradictorio galimatías. Igual la cartera duele más que la tierra.

 

La cuestión es que seguimos pasmados por el hecho de que para formar gobierno el país no haya podido articular otras medidas. La verdad es que los partidos se han empecinado en intereses muy particulares: unos no perder: los otros no transigir en medidas sociales. ¿Cómo el PP, por ejemplo, no ha dado una lección de generosidad ofreciendo esos catorce votos bajo un acuerdo nacional no lesivo, y de paso dando una lección de patriotismo? ¿Preferimos partir al niño en dos, como en el juicio de Salomón?

 

Sabemos que muchos sonreirán irónicamente: eso no es la política. ¿No? ¿No entrega la vida un ciudadano en situación de guerra? ¿Más que eso? ¿O es que estos no son los políticos idóneos? Un árbol se puede enderezar mientras su tronco no ha engrosado. Una vez que lo haya hecho es imposible lograrlo, so pena de derribarlo. Nos viene a la cabeza el cuadro de Goya, con sus dos obcecados clavados en la tierra y dándose bastonazos. ¿Más testarudos que lúcidos? ¿Será que no pensamos bien ni si quiera tarde?

​Dicen que el español piensa bien

¿Será que no pensamos bien ni si quiera tarde?
Luis Méndez Viñolas
sábado, 11 de noviembre de 2023, 11:42 h (CET)

Dicen que el español piensa bien, pero tarde. Estas líneas no tratan sobre este asunto, pero algo tienen que ver. Al sentido de justicia le ocurre como al derecho, hay que aplicarlo con carácter general. Puede haber una sentencia justa en un sistema judicial injusto. Piénsese en el sistema franquista, o mejor, en el nazi, para menor encrespamiento. Seguro que había sentencias justas que tuvieron un doble efecto, uno positivo, dar su derecho a quien le correspondíera, y a la vez otro negativo: blanquear la imagen del sistema.

 

Gentes que contribuyeron a la deriva de esta democracia, hoy, cuando ya no ejercen ningún cargo de responsabilidad, se rasgan justicieramente las vestiduras, sin demostrar el menor cargo de conciencia por lo que hicieron en el pasado.

 

Sin embargo, los demás no debemos olvidar los actos encadenados que han llevado a la situación actual. Por ejemplo, en el asunto del separatismo no podemos evitar acordarnos de las veces que hemos aplaudido separaciones en todas las latitudes del mundo. Mucha gente contribuyó con su ligereza a normalizar la idea del separatismo. Cada país tiene sus singularidades: no nos metamos en sus asuntos, como nosotros no queremos que se metan en los nuestros.

 

En tal sentido de justicia siempre hemos de analizar conjuntamente al sujeto y al objeto. Se puede emitir una opinión justa sin llegar a ser justos. Es muy fácil serlo cuando uno no se enfrenta directamente al problema ni ha de sacrificar nada. ¿Justificando a Sánchez? En absoluto, con signos de exclamación. ¿Desconfiados de las plañideras del momento por la amnistía? Totalmente. Hemos llegado hasta aquí al precio de haber denostado en su momento a quienes se llevaban las manos a la cabeza cuando se aplaudía la balcanización del mundo, olvidando que Europa está en ese mundo. Si tienes techo de cristal ¿cómo aplaudir los apedreamientos de tales tejados?

 

En la actualidad estos justicialistas siguen apoyado a potencias, actuaciones y situaciones injustas que en nada se corresponden con la justicia que piden para España y que nosotros compartimos. Pero sin olvidar las causas que nos han llevado hasta aquí. El sentido de justicia es efectivo cuando, como el derecho, se aplica a todas las situaciones injustas. ¿Cómo vamos a creer en la justicia del TPI que solo ve delitos en África?

 

En la democracia española ha habido, hay, demasiadas derivas para que tiremos la piedra sin hacer análisis de todo lo que ha llevado hasta aquí. ¿Sadismo político, inquina personal? En absoluto, sentido de la necesidad. Las situaciones hay que sanearlas hasta su raíz. Lo contrario es como echar alcohol en una herida no saneada, encapsula lo infectado.

 

No elegimos a los mejores políticos tanto en lo ético como en lo intelectual (se elegía a los más dóciles y se excluía a los que tenían criterio propio). No se ha activado el sentido crítico ni analítico en los partidos (cada vez menos formación y debate). No se forma ni informa masivamente a los ciudadanos. No se buscan en el exterior alianzas fortalecedoras. Nos apuntamos a lo que sea. ¿Qué esperábamos, que de repente se nos iluminara la mente y se hiciera la luz? Desde que se admitió la secesión de dos provincias españolas (Sidi Ifni y Sáhara, dejando tirados a nuestros compatriotas), se perdió el sentido alarmado de qué representa la secesión. Fue una vacuna letal. Una derrota sin batalla. Un sinsentido.

 

Desde que se comenzó a negociar con secesionistas para lo pequeño, desde que se les dio alas para que volaran, ¿por qué nos asombra que quieran lo más? ¿Cómo un país con problemas territoriales permite un sistema en el que minorías territoriales puedan negociar en un plano de igualdad? Ahora mismo, conceptualmente: ¿de qué un porcentaje del 50,1 puede imponer lo que no quiere el 49,9? Antes se hablaba de mayorías cualificadas (que solían ser de los dos tercios) y de respeto a las minorías. Ahora se imponen las minorías y se desoye a las mayorías. Algo igual ocurrió en la estimación del paro: se pasó de un mínimo aceptable del 4 por ciento a un 14 por ciento. Con carácter universal y sin justificación.

 

Igual que para el sistema económico se han previsto mecanismos de seguridad, incluido el sistema electoral, para lo territorial no se ha sido tan prudentes, creando un contradictorio galimatías. Igual la cartera duele más que la tierra.

 

La cuestión es que seguimos pasmados por el hecho de que para formar gobierno el país no haya podido articular otras medidas. La verdad es que los partidos se han empecinado en intereses muy particulares: unos no perder: los otros no transigir en medidas sociales. ¿Cómo el PP, por ejemplo, no ha dado una lección de generosidad ofreciendo esos catorce votos bajo un acuerdo nacional no lesivo, y de paso dando una lección de patriotismo? ¿Preferimos partir al niño en dos, como en el juicio de Salomón?

 

Sabemos que muchos sonreirán irónicamente: eso no es la política. ¿No? ¿No entrega la vida un ciudadano en situación de guerra? ¿Más que eso? ¿O es que estos no son los políticos idóneos? Un árbol se puede enderezar mientras su tronco no ha engrosado. Una vez que lo haya hecho es imposible lograrlo, so pena de derribarlo. Nos viene a la cabeza el cuadro de Goya, con sus dos obcecados clavados en la tierra y dándose bastonazos. ¿Más testarudos que lúcidos? ¿Será que no pensamos bien ni si quiera tarde?

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