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Es cierto que por nacer mujer una persona no es necesariamente una víctima. Sin embargo, la falta de igualdad es aún una realidad. 2.400 millones de mujeres en el mundo, casi uno de cada tres habitantes del planeta, no tienen los mismos derechos que los hombres.
La violencia sexual, los matrimonios infantiles y la explotación son fenómenos todavía muy frecuentes. Algunos también se producen en Occidente. El consumo masivo de pornografía, en muchos casos desde la primera adolescencia, ha generado un nuevo machismo sexual que explica muchos casos de violencia en nuestras sociedades avanzadas. Surgen nuevas formas de dominación, y lo peor es que en ocasiones son consentidas. La mujer trabajadora en España, si además quiere ser madre, sufre una doble discriminación.
La lucha por la igualdad todavía es necesaria, pero sobre bases reales, no sobre ficciones ideológicas asfixiantes.
Mal empieza los mítines el presidente con eso de «compañeros y compañeras». Tal especificación no procede en este caso y, además, es cansino con una fuerte carga de hartazgo. Me enerva cada vez que escucho la estupidez esa de «compañeros y compañeras», «concejales y concejalas» o «vikingos y vikingas», como leo en un libro de texto.
Hoy, 27.05.23, vamos de Comunión. Con ochenta encima, soy una persona muy feliz. Hoy, también, es día de reflexión general. Mañana ejerceremos nuestro derecho al sufragio, el gran regalo de la democracia. Creo que vamos todos un poco salpicados de extremismos ideológicos.
No debe estar muy contento el secretario nacional del partido sanchista oscuro-embaucador con las últimas noticias que salen por los rincones de toda España. Y le está muy bien empleado porque al final todo se sabe, aunque dispongan de la máquina de mentir más poderosa que la Inteligencia Artificial.
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