Es cierto que por nacer mujer una persona no es necesariamente una víctima. Sin embargo, la falta de igualdad es aún una realidad. 2.400 millones de mujeres en el mundo, casi uno de cada tres habitantes del planeta, no tienen los mismos derechos que los hombres.
La violencia sexual, los matrimonios infantiles y la explotación son fenómenos todavía muy frecuentes. Algunos también se producen en Occidente. El consumo masivo de pornografía, en muchos casos desde la primera adolescencia, ha generado un nuevo machismo sexual que explica muchos casos de violencia en nuestras sociedades avanzadas. Surgen nuevas formas de dominación, y lo peor es que en ocasiones son consentidas. La mujer trabajadora en España, si además quiere ser madre, sufre una doble discriminación.
La lucha por la igualdad todavía es necesaria, pero sobre bases reales, no sobre ficciones ideológicas asfixiantes.
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