Gracias corazón, por tus vibraciones,
por tus latidos, llenos de bravura, tus venas cavas, ríos de sangre pura y tus vitales ventriculaciones.
Hoy te suplico, que entrando en razones, me permitas vivir una aventura, que posea la fuerza y galanura que se ajuste a mis aspiraciones.
Quisiera ver, de nuevo, a mil banderas, luciendo los colores gualda y rojo, en mares infinitos de adhesión.
Y a una España sin vallas, sin fronteras, con puertas siempre abiertas, sin cerrojo, latiendo con un solo corazón.
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