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La humanidad se tambalea, por momentos parece que sucumbe. Y no es mero alarmismo o suposición sino la más patética realidad. El imperio del mal que está tratando de dominar el orbe ha iniciado un nuevo capítulo y página ahora para asesinar a los deficientes mentales (ya existe alguna nación donde el tema se está debatiendo). Naturalmente, todo ello con una soterrada campaña englobada en la cultura del engaño. Es el mismo planteamiento del divorcio, del aborto y de la eutanasia: presentar de manera dramática unos cuantos casos muy extremos para luego extenderlo y generalizarlo: Es el caso de algún país americano donde se está planteando el aborto para niñas de catorce años, naturalmente sin el consentimiento paterno.
Ahora los que estorban son los enfermos deficientes mentales. Ya se eliminaron los hospitales específicos para este tipo de afectados y en la actualidad se debate eliminar a tales personas porque son una carga inadmisible para los familiares y para la sociedad. Sobre todo, cuando la familia está siendo destruida y la sociedad se ha vuelto egoísta al máximo. ¿Quién se hace, pues, responsable de estos enfermos en situaciones extremas? La solución es suprimir estas vidas inútiles y molestas.
Ya no se habla apenas de los genocidios cometidos en el siglo pasado por la locura del nazismo y del comunismo. En parte porque el genocidio del aborto ha superado con creces el número de los otros y no interesa manejar cifras.
La vida humana se ha convertido en un simple objeto que puede tirarse a la basura como tal. Y acentúa la gravedad el que todo esto es permitido gubernamentalmente en aras de la libertad, del bienestar y del progreso de los pueblos, y no es sino la cultura de la muerte que se ha apropiado de determinadas mentes humanas.
Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.
Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.
Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.
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