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La humanidad se tambalea, por momentos parece que sucumbe. Y no es mero alarmismo o suposición sino la más patética realidad. El imperio del mal que está tratando de dominar el orbe ha iniciado un nuevo capítulo y página ahora para asesinar a los deficientes mentales (ya existe alguna nación donde el tema se está debatiendo). Naturalmente, todo ello con una soterrada campaña englobada en la cultura del engaño. Es el mismo planteamiento del divorcio, del aborto y de la eutanasia: presentar de manera dramática unos cuantos casos muy extremos para luego extenderlo y generalizarlo: Es el caso de algún país americano donde se está planteando el aborto para niñas de catorce años, naturalmente sin el consentimiento paterno.
Ahora los que estorban son los enfermos deficientes mentales. Ya se eliminaron los hospitales específicos para este tipo de afectados y en la actualidad se debate eliminar a tales personas porque son una carga inadmisible para los familiares y para la sociedad. Sobre todo, cuando la familia está siendo destruida y la sociedad se ha vuelto egoísta al máximo. ¿Quién se hace, pues, responsable de estos enfermos en situaciones extremas? La solución es suprimir estas vidas inútiles y molestas.
Ya no se habla apenas de los genocidios cometidos en el siglo pasado por la locura del nazismo y del comunismo. En parte porque el genocidio del aborto ha superado con creces el número de los otros y no interesa manejar cifras.
La vida humana se ha convertido en un simple objeto que puede tirarse a la basura como tal. Y acentúa la gravedad el que todo esto es permitido gubernamentalmente en aras de la libertad, del bienestar y del progreso de los pueblos, y no es sino la cultura de la muerte que se ha apropiado de determinadas mentes humanas.
Una vez se confirma la debacle electoral autonómica, el presidente, que aparentemente se ha quedado solo, lanza por sorpresa un anuncio de elecciones anticipadas. Esta maniobra está realizada por sugerencia del candidato de la oposición, que tiene miedo de ser derrocado antes de tiempo de su puesto por Isabel Natividad, la pujante gobernadora de la Capital, y lo que en realidad quiere es volver dignamente a su terruño de Galicia donde nadie le molestaba.
Nadie puede negar que las fuerzas que integran el gobierno de coalición han retrocedido, y que el PP ha ganado holgadamente las elecciones. ¿Cuáles son las razones? ¿España “ha girado a la derecha”, cayendo en “la ola conservadora que ya domina en otros países”, como nos repiten machaconamente? ¿El castigo al gobierno de coalición se ha producido por defender una política excesivamente escorada a la izquierda, o exactamente lo contrario?
Si por algo se ha caracterizado Raquel Sánchez Jiménez, ministra de Transportes, Agenda Urbana y Movilidad, ha sido por su incoherencia nada resolutiva como alcaldesa de Gavá, su facilidad para insultar al oponente y su simplicidad para llamar «fascista» a quienes no se pliegan a sus deseos. Tal torpeza le ha acarreado problemas en el PSC y se los acarrea ahora como ministra, muy incompetente, visto lo visto, pero ministra.
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