En el conjunto de países que, en América Latina, están inmersos en sistemas autoritarios en los que la democracia representativa y la separación de poderes brillan por su ausencia, Nicaragua se está convirtiendo en la punta de lanza de la persecución contra la Iglesia Católica y contra la disidencia política.
En un reciente discurso ante los nuevos cadetes de la Policía, Daniel Ortega arremetió contra los obispos y los sacerdotes nicaragüenses tildándoles de “fariseos”, “sepulcros blanqueados” y “somocistas”. Acusó además a los religiosos de apoyar a los que se manifestaron contra su Gobierno en abril de 2018, unas protestas que calificó como un intento de golpe de Estado.
|