Este año, como todos los años, también le he escrito a los Reyes Magos. Recuerdo que de pequeño les pedía una pelota de goma, un camión de madera o un juego de parchís. Luego, con el tiempo, les pedía una bufanda o un jersey porque soy friolero. Más tarde libros, y después más libros… Este año, sin embargo, quiero dirigirme en particular a cada uno de ellos. En su visita a Belén cada uno de los Reyes Magos singularizó su regalo al Niño Jesús: Melchor le ofreció oro, como Rey; Gaspar le ofreció incienso, como Dios: y Baltasar le ofreció mirra, como Hombre.
Yo le he pedido a Melchor Fe: Fe para creer más en Dios y para que tenga más confianza en los hombres, en la humanidad entera, porque a veces le entran a uno serias dudas y unas ganas de… A Gaspar le he pedido Esperanza: Esperanza sobrenatural y esperanza humana. Que los hombres seamos más sensatos y valoremos más todavía la convivencia serena y pacífica.
Y a Baltasar le he pedido Caridad: Caridad, que es el vínculo de amor perfecto, para amar más y mejor, primeramente a Dios, y después para amar, comprender y ayudar a todas las personas que hay a mi alrededor y, de alguna manera, a toda la humanidad porque todos somos hermanos e hijos del Único Dios.
Y en conjunto, a los tres Reyes Magos, les he pedido que a todos nos hagan encontrar la verdadera Felicidad, que esa estrella que ellos vieron y siguieron nos guíe también a nosotros hasta Belén, lugar donde vive y tiene su estancia, aunque sea una cueva, la verdadera FELICIDAD: EL NIÑO DIOS.
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