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Ayer decía el concejal madrileño que había sentido miedo. ¿Y qué esperaba?

Están probando su propia medicina

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Muchos podemitas se creían los reyes del mambo cuando, saltándose todas las leyes y normas, escrachaban a los políticos del Partido Popular, de UPyD,…. Lo mismo les daba plantarse en una universidad y paralizar una conferencia que interrumpir cualquier acto cultural de talla. Aún recuerdo el escrache que llevaron a cabo contra Rosa Díez; un escrache basado en la violencia y en el insulto, sin embargo el escrache llevado a cabo contra el concejal podemita de Madrid era un acto necesario y que dignificará la democracia. Incluso, en lo sucesivo debe haber más y con frecuencia. Motivos sobran, como todo el mundo sabe. Si la negligencia persiste, debe ser la ciudadanía quien la pare.

En su día hicieron sentir miedo a Soraya Sáenz de Santamaría y a su familia, como a muchos otros escrachados. Ayer decía el concejal madrileño que había sentido miedo. ¿Y qué esperaba? Ahora que los concejales podemitas ocupan cargos en las instituciones tendrán que soportar su propia incompetencia y el hecho de que la ciudadanía se lo recuerde. Es la misma medicina, pero revertida.

Si digo que este escrache al concejal era necesario es porque -- sin contar con nadie y despreciando a los sindicatos-- no se le ha ocurrido otra idea que suprimir una de las Unidades Centrales de Seguridad de la Policía Municipal. Sin duda, eso ha enfadado a los afectados que ven cómo el incompetente concejal se pasa por el arco del triunfo la opinión de los sindicatos y la propia necesidad madrileña. Esta vez, al tal Barbero, le han ‘afeitado’. Y lo han hecho merecidamente.

Según los medios de comunicación, alrededor de 300 manifestantes han perseguido a Barbero durante unos 400 metros. En la duración de tal ‘persecución’ le han llamado de todo menos bonito. Y además le han acusado de "cargarse la Uces"; verdad sin ambages. Como no podía ser de otra forma, han pedido su dimisión y la del actual jefe de la Policía Municipal, Andrés Serrano. Tras refugiarse en un bar, le ha recogido el coche oficial; ese coche del que decían que iban a renunciar y que ahora no se bajan de él. La mentira tiene las patas cortas y, en esta ocasión, la cobardía mostrada por el concejal es inusual, porque de una simple manifestación laboral ha querido hacer un mundo inexistente, sobre todo al quejarse de que no ha participado la Policía antidisturbios; justo esa Policía a la que él insultó, denigró y despreció con escraches y ‘atropellos’ varios. ¡Qué mal encajan estos chicos probar su propia medicina!

Lo sorprendente es que, Javier Barbero, haciendo uso de su cobardía, visiblemente afectado, no se le ha ocurrido otra cosa que llamar a la delegación del Gobierno en demanda de antidisturbios, con el fin de intentar pacificar lo que ya era una manifestación pacífica de tipo laboral. En ningún momento ha habido violencia, como la que llevaban a cabo las ‘hordas podemitas’, pero el miedo de Barbero ha hecho que se sobredimensionara la situación. Al final, Barbero se ha convertido en el hazmerreír de los policías manifestantes, a la vez que ha demostrado no saber estar, no saber hacer y saltarse las medidas democráticas como si fuera el ‘chulo’ del barrio o el ‘matón’ de la otra acera.

Como suele ser habitual en estos ‘okupas’ insurgentes que han aterrizado en la política, suelen acabar llamando “fascistas” a quienes no piensan como ellos, cuando, en realidad, los auténticos fascistas son ellos con su aberrante actitud. Ahí tienen el ejemplo y el modo de cómo se han cargado la Uces, la actitud de la ‘asaltacapillas’, el episodio de los titiriteros, la actitud macabra del tal Zapata, las ‘reinas magas’ de la cabalgata,…. Pierden la vergüenza con facilidad, no han sabido ganarse el respeto y ahora reclaman lo que ellos denostaron: la Policía antidisturbios. Ironías de la vida.

Están probando su propia medicina

Ayer decía el concejal madrileño que había sentido miedo. ¿Y qué esperaba?
Jesús  Salamanca
jueves, 18 de febrero de 2016, 08:17 h (CET)
Muchos podemitas se creían los reyes del mambo cuando, saltándose todas las leyes y normas, escrachaban a los políticos del Partido Popular, de UPyD,…. Lo mismo les daba plantarse en una universidad y paralizar una conferencia que interrumpir cualquier acto cultural de talla. Aún recuerdo el escrache que llevaron a cabo contra Rosa Díez; un escrache basado en la violencia y en el insulto, sin embargo el escrache llevado a cabo contra el concejal podemita de Madrid era un acto necesario y que dignificará la democracia. Incluso, en lo sucesivo debe haber más y con frecuencia. Motivos sobran, como todo el mundo sabe. Si la negligencia persiste, debe ser la ciudadanía quien la pare.

En su día hicieron sentir miedo a Soraya Sáenz de Santamaría y a su familia, como a muchos otros escrachados. Ayer decía el concejal madrileño que había sentido miedo. ¿Y qué esperaba? Ahora que los concejales podemitas ocupan cargos en las instituciones tendrán que soportar su propia incompetencia y el hecho de que la ciudadanía se lo recuerde. Es la misma medicina, pero revertida.

Si digo que este escrache al concejal era necesario es porque -- sin contar con nadie y despreciando a los sindicatos-- no se le ha ocurrido otra idea que suprimir una de las Unidades Centrales de Seguridad de la Policía Municipal. Sin duda, eso ha enfadado a los afectados que ven cómo el incompetente concejal se pasa por el arco del triunfo la opinión de los sindicatos y la propia necesidad madrileña. Esta vez, al tal Barbero, le han ‘afeitado’. Y lo han hecho merecidamente.

Según los medios de comunicación, alrededor de 300 manifestantes han perseguido a Barbero durante unos 400 metros. En la duración de tal ‘persecución’ le han llamado de todo menos bonito. Y además le han acusado de "cargarse la Uces"; verdad sin ambages. Como no podía ser de otra forma, han pedido su dimisión y la del actual jefe de la Policía Municipal, Andrés Serrano. Tras refugiarse en un bar, le ha recogido el coche oficial; ese coche del que decían que iban a renunciar y que ahora no se bajan de él. La mentira tiene las patas cortas y, en esta ocasión, la cobardía mostrada por el concejal es inusual, porque de una simple manifestación laboral ha querido hacer un mundo inexistente, sobre todo al quejarse de que no ha participado la Policía antidisturbios; justo esa Policía a la que él insultó, denigró y despreció con escraches y ‘atropellos’ varios. ¡Qué mal encajan estos chicos probar su propia medicina!

Lo sorprendente es que, Javier Barbero, haciendo uso de su cobardía, visiblemente afectado, no se le ha ocurrido otra cosa que llamar a la delegación del Gobierno en demanda de antidisturbios, con el fin de intentar pacificar lo que ya era una manifestación pacífica de tipo laboral. En ningún momento ha habido violencia, como la que llevaban a cabo las ‘hordas podemitas’, pero el miedo de Barbero ha hecho que se sobredimensionara la situación. Al final, Barbero se ha convertido en el hazmerreír de los policías manifestantes, a la vez que ha demostrado no saber estar, no saber hacer y saltarse las medidas democráticas como si fuera el ‘chulo’ del barrio o el ‘matón’ de la otra acera.

Como suele ser habitual en estos ‘okupas’ insurgentes que han aterrizado en la política, suelen acabar llamando “fascistas” a quienes no piensan como ellos, cuando, en realidad, los auténticos fascistas son ellos con su aberrante actitud. Ahí tienen el ejemplo y el modo de cómo se han cargado la Uces, la actitud de la ‘asaltacapillas’, el episodio de los titiriteros, la actitud macabra del tal Zapata, las ‘reinas magas’ de la cabalgata,…. Pierden la vergüenza con facilidad, no han sabido ganarse el respeto y ahora reclaman lo que ellos denostaron: la Policía antidisturbios. Ironías de la vida.

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