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Las pruebas

Los pertenecientes al segmento de plata nos involucramos casi sin darnos cuenta en una dinámica que nos hace visitar a los médicos más de lo que nos gusta
Manuel Montes Cleries
jueves, 5 de mayo de 2022, 11:54 h (CET)

Cada vez que pasamos por una consulta, los galenos nos prescriben una serie de pruebas, la mayoría preventivas, que agradecemos, aunque aceptamos con cierto temor. En mi caso esta vez se trata de problemas oftalmológicos.

            

Pese a que la atención médica pública ha mejorado extraordinariamente, lo que persiste es la dilatación en el tiempo de realización de las distintas pruebas. Han pasado más de seis meses desde que me prescribieron una intervención en los párpados. Me armé de paciencia y, afortunadamente, me citaron para realizarme el preoperatorio en el día de hoy.

           

En Málaga hay tres grandes hospitales públicos, amén de los privados, a los que a veces son derivados los pacientes del SAS. Pues nada, me citan a las 8.15 de la mañana en el Hospital Comarcal de Cártama. Cuando llego allí me encuentro con unas instalaciones extraordinarias, una atención exquisita y una rapidez inusitada. Antes de las 9 de la mañana estaba listo.

          

Tan solo se me ha planteado unas incógnitas que me han parecido dignas de resolver. Gracias a Dios tengo un vehículo en condiciones y conduzco con regularidad y cierta pericia. Mis preguntas son: ¿Cómo se pueden desplazar los malagueños a un hospital, en medio de la nada, que se encuentra a casi 30 Km. de Málaga y presentarse allí a las 8 de la mañana? ¿Por qué no se realizan estas pruebas, aparentemente sencillas, en un lugar más cercano?

      

Supongo que los hospitales de nuestra ciudad están saturados, pero también me pongo en el lugar de muchos mayores que no gozan de las mismas facilidades que yo. Han ido llegando en taxis o en vehículos de algún familiar. Todo un madrugón.

     

Termino reflejando la respuesta que me han realizado los facultativos al preguntarles cuando me iban a intervenir. –Ya le avisaran. Estas pruebas tienen una caducidad de seis meses.  Largo me lo fiáis. Desde luego no me falta paciencia. Me han hecho recordar el chiste del enfermo al que le tranquilizaron ante su temor a la perdida de los ojos. –No se preocupe, se los hemos envuelto y los lleva en el bolsillo. Es broma. Espero que todo se resuelva favorablemente. Bien y pronto. Mínimo un par de meses.

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