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La historia se repite, con distintas fechas, con distintos nombres, con distintos espacios. Ninguna flor, nacida de la misma planta, es igual, pero todas son parecidas.
En tiempo de Jesús, el Nazareno, los fariseos rasgaban sus vestiduras, escandalizados, “hipócritamente escandalizados”. Hoy, pasados más de dos mil años, los “Padrinos” modernos, igual de “respetados” que “Don Vito Corleone”, se dedican a sortear las Leyes, amasando fortunas y regalando “vituallas a esclavos mercenarios”.
Organizados como “Reinos Taifas”, humillan, disimulada, su testa, mientras destrozan la fidelidad al Estado… Desarrollan “masters especializados en el disimulo”…
Generan radioescuchas, infiltrados… Abren sus propias embajadas tras cortinas comerciales… Dialogan con los enemigos de su propia nación…
Después esos “Padrinos” modernos, “Ave” o “coche oficial” en ristre, marchan veloces a Madrid y en el Santa Santorum de la Democracia, RASGAN SUS VESTIDURAS, como hacían los famosos FARISEOS de hace más de dos mil años.
La historia, hoy, es una “copia”, una CALCOMANÍA, pero con papel “couché”.
Sólo existe una gran diferencia. HOY, no está aquel Nazareno, capaz de expulsar del Templo Sagrado a todos aquellos que, para OCULTAR SUS VERGÜENZAS, SE ESCANDALIZABAN DE LA VIDA DE DEMÁS.
A buen entendedor pocas palabras bastan.
EH Bildu estaría integrada por militantes de Aralar, Alternativa, EA e Independientes, todos ellos fagocitados por la estrella-alfa Sortu, cuyo ideólogo sería el actual candidato a Lehendakari, Pello Otxandiano, quien decidió revisar la anterior estrategia de Bildu e incorporar a su bagaje político la llamada inteligencia maquiavélica.
El pasado martes mientras limpiaba uno de los patios de colegio que me toca dos veces a la semana, una niña intentaba proteger a una abeja que no podía volar cogiéndola con una hoja y la apartó para que nadie la pisara estando pendiente para ver si se podía recuperar a lo que se sumaron una compañera y un compañero. Gestos que demuestran más empatía que muchos adultos.
En la colosal vorágine de los tiempos modernos, nos encontramos enredados en un tejido de deseos y ansias desbocadas. Nos hemos convertido en una sociedad dominada por la avaricia, un apetito voraz que desemboca en la insaciabilidad. La hambruna crónica de la insatisfacción. Más y más por el mero más y más. Lejos queda la capacidad personal y colectiva de detenernos a pensar quiénes somos y echar la vista atrás para recapitular de dónde venimos.
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