| ||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||
Gata porque hago lo que quiero.
Porque no me detienes.
Yo soy gata porque araño y hago sangre si me dañas.
Yo sólo quiero cuando quiero
y no cuando tú quieres, yo no soy de nadie.
Te amaré sólo si lo mereces.
Deberás hacer grandes esfuerzos para que no desconfíe,
para al fin creerte amigo
y ya quererte.
Si me da la gana me tumbo al sol.
O me subo a un árbol
o recorro lo alto de un muro.
Yo soy gata porque muerdo,
no soy la tonta que esperas.
Vengo de una saga de listas
y avispadas
y luchadoras.
En mi mirada se levantan millones de dignidades.
No me subestimes.
No invadas mi espacio.
Si me comprendes y respetas
yo haré lo mismo contigo y cuando menos lo esperes
me encontrarás frente a tus ojos, dándote un coquito,
ambos uno, te reconoceré gato
si mereces ser gato.
No se llega a la felinidad fácilmente.
Hay que arrojar muchos lastres
y saber vivir sin nada.
Mis uñas siempre afiladas como estiletes,
te quiero
pero no me traiciones o habrá sangre.
Yo soy gata porque muerdo.
En el poemario “Infamélica” Rolando Revagliatti emplea el desliz irónico, el doblez, el juego del pensamiento que nunca es liso, que se despliega en sus muchas dimensiones y matices para ofrecernos un compendio de la condición humana. Comulgamos de esta forma con una cantidad de perfiles expuestos en determinadas situaciones íntimas y desgajadas.
Como los dedos de la mano, cinco. Norte, sur, oriente, poniente, centro. Perversa, intuitiva o fortuitamente cinco. Cinco poemas de mi autoría sin aparente conexión, solo el lazo de la consecución en lo que va del año. Dosis y dieta, Ingesta, Retiro, Lucerna y Retablo.
Mi corazón se llena de alegría, sabiendo que el buen Dios, Amor inmenso, quisiera ver mi alma, siempre en ascenso, para poder vivir Su cercanía.
|