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Está todo dicho y no hay más que hablar, voy a parar de soñar.
Olvidaré cuando cantaba a Lolo: Lolo Loliño Lolo, Luliño de mi corazón.
O a Minia: Minolash la de las pistolash. También a Pochie: sana sana colita de rana, si no sanas hoy, sanarás mañana. Esto mientras le daba sus masajitos en la barriga tras la dura operación de cáncer, estuvo con 23 grapas en su pancita. Olvidaré sus caritas mágicas cuando me recibían tras la puerta al llegar del trabajo.
Eso es lo que quieres, pero ¿sabes?, soy incapaz. Son mis gatos, mis hermanos, no renunciaré al amor que les tengo por un simple capricho humano.
...La brisa acaricia mis mejillas moradas por el frío, pero en mi elección he sido yo, me salió del alma, como brota el agua de un manantial, como la risa de un padre cuando ve crecer a su primer hijo (el segundo no le sorprenderá), como la recuperación tras una larga y penosa enfermedad que pudo ser… mortal.
Dedicado a mi gato Pepito.
En el mundo de la Cultura de las Artes así actúan muchos, sin sustento de base. Anochecía cuando llegó el tren, empero, el tren pudo haber llegado mucho antes. La verdad era que se había retrasado horas y aún no se sabía por qué. Era una conversación frívola, con intercambio de chismes sobre amistades del vecindario.
En su nuevo libro, el reputado economista Juan Torres López los analiza como expresiones de una crisis del capitalismo neoliberal que, ante la desorientación y la impotencia de la izquierda contemporánea, choca con la democracia y alimenta el auge de la extrema derecha.
A Mercedes Isabel: A mi edad, me pregunto, sin pretender escribir los versos mas triste esta tarde. Como olvidarte, flor de mi vida. Desventurado sería, no haberte tenido.
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