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Un rayo de luz

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El encuentro, en Barcelona, de los alcaldes del “cambio” del pasado fin de semana había sido programado como “presentación de cuentas” tras los 100 días de gobierno. No he visto mucho de las cuentas, pero sí, que se lo han dejado todo “atado y bien atado” y que se lo ponen difícil. Sin embargo, me he sentido ilusionado con la propuesta de la Red de Ciudades por el Bien Común y por el ofrecimiento de algunas de ellas como receptoras de refugiados, porque considero que el proyecto es posible y urgente y porque para que el mismo no se quede en mera proclamación hay que implementar el potencial de los recursos ciudadanos, que actualmente desbordan los canales de captación.

Los ciudadanos no esperaron a que las instituciones reaccionaran a la tragedia migratoria que nos ofrece la actualidad. Tienen más asumidos los Derechos Humanos recogidos en las legislaciones que sus representantes en las instituciones. El duque de Alba presume de dar cobijo a una familia siria en una de sus propiedades, desde hace unos meses, y pescadores pobres acogen a inmigrantes, mientras la UE y los Estados miembros de la misma miran para otro lado.

Me felicito de que los poderes locales del cambio se comprometan, como lo han hecho; porque las iniciativas ciudadanas requieren recepción y competencia para ser eficaces. Sirve de ejemplo el hecho de que el duque de Alba lamente no haber logrado dar cobertura legal a sus acogidos.

La Red de Ciudades por el Bien Común es posible y urgente, pero solamente será algo más que una proclamación si sabe captar e implementar el potencial de los recursos humanos que actualmente desbordan los canales de recepción.

Es innegable que, pese a las grandes dificultades que se les ha impuesto, los municipios del cambio han tenido logros palpables, pero también es cierto que más que el balance, hemos visto el lamento y el proyecto.

Bien por el proyecto y mal por el lamento; no esperábamos otra cosa; ahora toca la auditoria y sobre todo el diagnóstico y la terapia. Todos sabemos que con los recursos contables no podemos esperar grandes cambios, sino más bien ataduras. Echo en falta el balance de los 100 días, porque el mismo nos hubiera permitido sacar cuentas: hay un gran déficit de captación y de organización de recursos humanos que podrían minimizar las carencias y malquerencias. Se está desaprovechando la única alternativa de cambio. Yo esperaba un diagnóstico y una terapia, pero el proyecto me ha dado esperanzas.

Un rayo de luz

Carlos Ortiz de Zárate
lunes, 7 de septiembre de 2015, 07:53 h (CET)
El encuentro, en Barcelona, de los alcaldes del “cambio” del pasado fin de semana había sido programado como “presentación de cuentas” tras los 100 días de gobierno. No he visto mucho de las cuentas, pero sí, que se lo han dejado todo “atado y bien atado” y que se lo ponen difícil. Sin embargo, me he sentido ilusionado con la propuesta de la Red de Ciudades por el Bien Común y por el ofrecimiento de algunas de ellas como receptoras de refugiados, porque considero que el proyecto es posible y urgente y porque para que el mismo no se quede en mera proclamación hay que implementar el potencial de los recursos ciudadanos, que actualmente desbordan los canales de captación.

Los ciudadanos no esperaron a que las instituciones reaccionaran a la tragedia migratoria que nos ofrece la actualidad. Tienen más asumidos los Derechos Humanos recogidos en las legislaciones que sus representantes en las instituciones. El duque de Alba presume de dar cobijo a una familia siria en una de sus propiedades, desde hace unos meses, y pescadores pobres acogen a inmigrantes, mientras la UE y los Estados miembros de la misma miran para otro lado.

Me felicito de que los poderes locales del cambio se comprometan, como lo han hecho; porque las iniciativas ciudadanas requieren recepción y competencia para ser eficaces. Sirve de ejemplo el hecho de que el duque de Alba lamente no haber logrado dar cobertura legal a sus acogidos.

La Red de Ciudades por el Bien Común es posible y urgente, pero solamente será algo más que una proclamación si sabe captar e implementar el potencial de los recursos humanos que actualmente desbordan los canales de recepción.

Es innegable que, pese a las grandes dificultades que se les ha impuesto, los municipios del cambio han tenido logros palpables, pero también es cierto que más que el balance, hemos visto el lamento y el proyecto.

Bien por el proyecto y mal por el lamento; no esperábamos otra cosa; ahora toca la auditoria y sobre todo el diagnóstico y la terapia. Todos sabemos que con los recursos contables no podemos esperar grandes cambios, sino más bien ataduras. Echo en falta el balance de los 100 días, porque el mismo nos hubiera permitido sacar cuentas: hay un gran déficit de captación y de organización de recursos humanos que podrían minimizar las carencias y malquerencias. Se está desaprovechando la única alternativa de cambio. Yo esperaba un diagnóstico y una terapia, pero el proyecto me ha dado esperanzas.

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