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Sánchez ha desenterrado a Franco y ha enterrado a Montesquieu

La Parodia Nacional (cuarto acto)

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He de confesar que cuando escribí el primer acto de La Parodia Nacional, mi propósito era concluir no más allá de un tercero en el que pondría punto y final a este género literario que solo pretende hacer una sátira o imitación burlesca de una persona,  de un discurso o como es el caso, de todo lo que rodea a la vida política de nuestra querida y maltratada España.


Lamentablemente lejos de bajar el telón, los grotescos acontecimientos que vienen sucediendo casi diariamente en el devenir nacional, me obligan a acometer un cuarto acto que va desde las terribles consecuencias que ha tenido para España, el ingreso  en el Hospital San Pedro de Logroño de Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, enfermo de cáncer y coronavirus o el truculento espectáculo del indulto a los delincuentes del “proceso catalán”, hasta el anuncio de la creación de una NASA española que antes de tirarse al barranco, ha hecho público en sede parlamentaria Ivanovich Redondo.


Marruecos


El satírico gobierno de Sánchez es un firme candidato a envenenar las relaciones con nuestro vecino Marruecos. La farsa que ha supuesto el ingreso hospitalario del líder saharaui con una “identidad diferente” (Carmen Calvo dixit) ha salido muy cara para nuestro crédito internacional y lo que es peor aún para los intereses españoles en la zona. El rifirrafe entre la Embajadora y el Ministro de Asuntos Exteriores marroquí con nuestra “peculiar” Ministra del ramo González Laya ha sido antológico.

Después de la invasión de 9000 jóvenes, mujeres y niños marroquíes y de haber obsequiado nuestro gobierno al reino alauita con 30 millones de euros el mismo día de autos, las autoridades marroquíes se permiten amenazar a España con todos los males del infierno si la justicia española no cumple con su obligación –tiene bemoles- de procesar al líder saharaui.


Por el contrario, la inefable González Laya afirmó que “no le consta que Marruecos presione a España con los inmigrantes”, al mismo tiempo que declaraba que Marruecos y España mantenían conversaciones discretas para distender la crisis diplomática, hecho que fue desmentido inmediatamente por el Ministro Burita en la emisora francesa Europe 1.


Lo cierto es que en el espacio sideral se ha podido ver en la frontera ceutí a  nuestro Ejército, pertrechado con porras y a la policía nacional o guardia civil salvando de las aguas a niños y bebés a espaldas de sus madres o acompañando paternalmente a jóvenes y menores hacia la frontera para devolverlos tiritando pero en “caliente”, a su país de procedencia. Todo un dantesco espectáculo en el que se han conculcado por parte de Marruecos, los derechos humanos y los reconocidos por el tratado de la Convención sobre los Derechos del Niño aprobado el 20 de noviembre de 1989 sin que haya habido reacción alguna ni en España ni en la comunidad internacional.


El indulto


Cuando el presidente Sánchez calificaba de “venganza o revancha” al cumplimiento de las condenas impuestas por el Tribunal Supremo a los sediciosos y malversadores del proceso independentista catalán, no daba crédito a sus palabras. Era como si todo el esfuerzo, el sacrificio y la ilusión de los españoles por construir una democracia durante los más de cuarenta años desde la dictadura, se hubieran dinamitado.


Sánchez ha desenterrado a Franco y ha enterrado a Montesquieu: “En cada Estado existen tres clases de poderes: la potestad legislativa, la potestad ejecutiva de las cosas que proceden del derecho de gentes y la potestad ejecutiva de aquellas que dependen del derecho civil…por la tercera, castiga a los criminales, o determina las disputas que surgen entre los particulares. Se dará a esta última el nombre de potestad de juzgar y a la otra, simplemente, la potestad ejecutiva el Estado”. (El espíritu de las leyes. Libro XI)


Este es el abecedario de la democracia europea y occidental, que el presidente que padecemos junto a su coro ministerial y mitológico parecen desconocer. Los procuradores franquistas se hicieron el harakiri para que España se convirtiera en un país libre y democrático y hoy, los españoles de bien tenemos el deber de rebelarnos contra quienes pretenden hacernos transitar hasta el 2050 destruyendo con “naturalidad” el legado político y cultural de una España orgullosa de su dignidad, historia y de su lengua común: “la dignidad no tiene precio. Cuando alguien comienza a dar pequeñas concesiones, al final, la vida pierde su sentido” (José Saramago).


Iván Redondo


El final de este cuarto acto de la Parodia Nacional merece cerrarlo Iván Redondo,  siniestro personaje y  asesor del palacio monclovita, que al igual que Grigori Rasputín embaucó al zar y la zarina en Moscú, parece haberse adueñado de los despachos del poder sanchista en la Moncloa. Lo mismo se le ha visto abrazarse sin mascarilla con Pablo Iglesias que levantando el teléfono presidencial para que Rocío Carrasco asesore al presidente del gobierno de España sobre la seguridad nacional, el conflicto con Marruecos o la difícil papeleta del indulto catalanista.


Después de haberse atrevido sin pudor alguno a amenazar a los diputados en el Congreso y a “pisar” a Pedro Duque, nuestro Ministro astronauta, el anuncio de la creación de una NASA española en Logroño, -no sé si Brahim Ghali llegará a tiempo para comandarla-, está claro que tendré que escribir un quinto acto porque hay Ivanovich Redondo para rato, salvo que nos de la sorpresa y se tire por un barranco...

La Parodia Nacional (cuarto acto)

Sánchez ha desenterrado a Franco y ha enterrado a Montesquieu
Jorge Hernández Mollar
jueves, 3 de junio de 2021, 13:46 h (CET)

He de confesar que cuando escribí el primer acto de La Parodia Nacional, mi propósito era concluir no más allá de un tercero en el que pondría punto y final a este género literario que solo pretende hacer una sátira o imitación burlesca de una persona,  de un discurso o como es el caso, de todo lo que rodea a la vida política de nuestra querida y maltratada España.


Lamentablemente lejos de bajar el telón, los grotescos acontecimientos que vienen sucediendo casi diariamente en el devenir nacional, me obligan a acometer un cuarto acto que va desde las terribles consecuencias que ha tenido para España, el ingreso  en el Hospital San Pedro de Logroño de Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, enfermo de cáncer y coronavirus o el truculento espectáculo del indulto a los delincuentes del “proceso catalán”, hasta el anuncio de la creación de una NASA española que antes de tirarse al barranco, ha hecho público en sede parlamentaria Ivanovich Redondo.


Marruecos


El satírico gobierno de Sánchez es un firme candidato a envenenar las relaciones con nuestro vecino Marruecos. La farsa que ha supuesto el ingreso hospitalario del líder saharaui con una “identidad diferente” (Carmen Calvo dixit) ha salido muy cara para nuestro crédito internacional y lo que es peor aún para los intereses españoles en la zona. El rifirrafe entre la Embajadora y el Ministro de Asuntos Exteriores marroquí con nuestra “peculiar” Ministra del ramo González Laya ha sido antológico.

Después de la invasión de 9000 jóvenes, mujeres y niños marroquíes y de haber obsequiado nuestro gobierno al reino alauita con 30 millones de euros el mismo día de autos, las autoridades marroquíes se permiten amenazar a España con todos los males del infierno si la justicia española no cumple con su obligación –tiene bemoles- de procesar al líder saharaui.


Por el contrario, la inefable González Laya afirmó que “no le consta que Marruecos presione a España con los inmigrantes”, al mismo tiempo que declaraba que Marruecos y España mantenían conversaciones discretas para distender la crisis diplomática, hecho que fue desmentido inmediatamente por el Ministro Burita en la emisora francesa Europe 1.


Lo cierto es que en el espacio sideral se ha podido ver en la frontera ceutí a  nuestro Ejército, pertrechado con porras y a la policía nacional o guardia civil salvando de las aguas a niños y bebés a espaldas de sus madres o acompañando paternalmente a jóvenes y menores hacia la frontera para devolverlos tiritando pero en “caliente”, a su país de procedencia. Todo un dantesco espectáculo en el que se han conculcado por parte de Marruecos, los derechos humanos y los reconocidos por el tratado de la Convención sobre los Derechos del Niño aprobado el 20 de noviembre de 1989 sin que haya habido reacción alguna ni en España ni en la comunidad internacional.


El indulto


Cuando el presidente Sánchez calificaba de “venganza o revancha” al cumplimiento de las condenas impuestas por el Tribunal Supremo a los sediciosos y malversadores del proceso independentista catalán, no daba crédito a sus palabras. Era como si todo el esfuerzo, el sacrificio y la ilusión de los españoles por construir una democracia durante los más de cuarenta años desde la dictadura, se hubieran dinamitado.


Sánchez ha desenterrado a Franco y ha enterrado a Montesquieu: “En cada Estado existen tres clases de poderes: la potestad legislativa, la potestad ejecutiva de las cosas que proceden del derecho de gentes y la potestad ejecutiva de aquellas que dependen del derecho civil…por la tercera, castiga a los criminales, o determina las disputas que surgen entre los particulares. Se dará a esta última el nombre de potestad de juzgar y a la otra, simplemente, la potestad ejecutiva el Estado”. (El espíritu de las leyes. Libro XI)


Este es el abecedario de la democracia europea y occidental, que el presidente que padecemos junto a su coro ministerial y mitológico parecen desconocer. Los procuradores franquistas se hicieron el harakiri para que España se convirtiera en un país libre y democrático y hoy, los españoles de bien tenemos el deber de rebelarnos contra quienes pretenden hacernos transitar hasta el 2050 destruyendo con “naturalidad” el legado político y cultural de una España orgullosa de su dignidad, historia y de su lengua común: “la dignidad no tiene precio. Cuando alguien comienza a dar pequeñas concesiones, al final, la vida pierde su sentido” (José Saramago).


Iván Redondo


El final de este cuarto acto de la Parodia Nacional merece cerrarlo Iván Redondo,  siniestro personaje y  asesor del palacio monclovita, que al igual que Grigori Rasputín embaucó al zar y la zarina en Moscú, parece haberse adueñado de los despachos del poder sanchista en la Moncloa. Lo mismo se le ha visto abrazarse sin mascarilla con Pablo Iglesias que levantando el teléfono presidencial para que Rocío Carrasco asesore al presidente del gobierno de España sobre la seguridad nacional, el conflicto con Marruecos o la difícil papeleta del indulto catalanista.


Después de haberse atrevido sin pudor alguno a amenazar a los diputados en el Congreso y a “pisar” a Pedro Duque, nuestro Ministro astronauta, el anuncio de la creación de una NASA española en Logroño, -no sé si Brahim Ghali llegará a tiempo para comandarla-, está claro que tendré que escribir un quinto acto porque hay Ivanovich Redondo para rato, salvo que nos de la sorpresa y se tire por un barranco...

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