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“Anhelo el amor que está vivo, lo que es imposible o ambiguo. Temo saber exactamente cuales son mis limitaciones”. René Magritte.

Observadores y observados

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Magritte es uno de esos autores que dejó huella significativa, sobrepasó el triunfo esporádico de las modas. Su muestra artística atesora muchas vertientes cualitativas. En el comentario de hoy evoco sus creaciones en torno de la CONDICIÓN HUMANA; entresaca cuestiones relevantes de la experiencia vital. De esas que, aunque suelen pasar desapercibidas, resultan básicas para las actividades emprendidas, especialmente para la percepción de los entornos.

En su obra “Condición humana I” utiliza el quiebro de pintar un cuadro dentro de otro. En la escena central sitúa una VENTANA abierta. Sobre ella pinta un caballete con un cuadro que ocupa la luz de la ventana; en él, la imagen reflejada imita el verdadero paisaje que fuera visible por la apertura. Serían dos imágenes similares ofrecidas a la interpretación; las mismas nubes, idéntico árbol solitario, incluida la pradera. Los cortinajes laterales delimitan el foco de atención dirigido hacia la duplicación escenificada.

Condensa las 4 FASES de la aproximación de los humanos a cuantas realidades observamos. ¿Cómo repercutirán en cuanto a la comprensión de los fenómenos? El árbol o cualquier otra presencia, es detectada sólo en algunos aspectos, nunca profundizamos en todas sus características. El dibujo no es lo mismo, es un mero reflejo. El segundo dibujo tampoco, es otro momento plasmado. La pretendida captación efectuada por la mente observadora, supone otro estadio con unas cualidades diferentes. El distanciamiento transforma el objeto contemplado en un concepto subjetivo de complicada evaluación, entroncada con el caos fascinante de las experiencias.

Corren muchos chistes referentes a las diversas maneras de enfocar la vida (Un español, un alemán, un cura…). La orientación de cada sujeto adquiere rasgos peculiares derivados de su carácter, profesión, presiones, necesidades, etc. Cada OBSERVATORIO es particular, difiere del vecino. Constituye una de las primeras divergencias ante la comprensión de los aconteceres. Dichos enfoques diferenciados atienden a metas varipintas, instintivas o racionales; análisis del pasado, técnicas, carácter, gestos o poses. Partimos de una desigualdad notoria, agravada porque cada uno utiliza cualidades dispares. Desde esa irregularidad parten las premisas de los deseos igualitarios. Si falsificamos ese principio desigual, el resto saldrá viciado.

¡Como va a ser igual la comprensión de cada uno con respecto a la realidad circundante! Las divergencias aumentan con el número de implicados. Por lo que parecerá lógica la sospecha inherente a la convivencia con AGRUPACIONES poco dispuestas al dinamismo dialéctico. Y de estas hay en abundancia; instituciones, partidos políticos, grupos sectarios. En proporción directa a su fijación conceptual cabría denominarlas masificaciones domeñadas. Van más allá de lo apreciado en la visión a través del ventanal; es frecuente que opinen y decidan sin la apertura mental hacia los horizontes. Vemos claramente la distancia establecida desde el objeto de la contemplación a lo manifestado.

Cada época arrastra sus afanes. En la actualidad, los puntos de observación están multiplicados a través de las REDES cibernéticas; sus oleadas de comunicaciones son movilizadoras en gran número de actividades. Bajo unos esquemas de pluralidad, pero, como en todos los esquemas, con muchos matices contradictorios en su funcionamiento. Una de sus principales características es la publicación indiscriminada de datos reales, falsos o meramente virtuales. El atosigante empleo del anonimato contribuye a la imprecisión de las movidas. Las muchas ventanas abiertas van asociadas a la fragmentación, a la frivolidad en los niveles de comprensión; de donde deducimos que lo principal no reside en el aumento de ventanas.

A poca atención que prestemos, enseguida comprobaremos que la multiplicación de observaciones comporta algunos inconvenientes. Distraidos en mil detalles, quizá perdamos el fundamental. La obcecación también aparece con sus excesos, con ella sólo apreciamos una manera de ver las cosas. El orgullo tecnológico sirve de ejemplo, suele abocarnos a mirar por una sola ventana, la del PROGRESO CIEGO, con la visión en exclusiva de un presentismo alocado. Bajo la pátina de los sucesivos avances, introduce sus garras una forma maligna de pensamiento reaccionario, que no quiere saber de víctimas ni de sentimientos. Una especie de invasión alienígena de un progresismo demoledor dirigido por sucios manejos.

El estrépito de los ambientes, la saturación informativa indiscriminada, ocultan las maniobras que proyectan con saña y descaro los acontecimientos. Echamos de menos una pausa tranquilizadora, añoramos un poco del SILENCIO restaurador. Entrevemos que son necesarios para una contemplación satisfactoria del mundo, de las personas que nos rodean. Su sencillez aporta vínculos insospechados, que nos aproximan a lo que verdaderamente somos, a la comunidad de sentimientos, al buen juicio aplicable al discernimiento, a la espontaneidad de la vitalidad íntima; son observaciones reveladoras.

El reloj constituye una de las ventanas importantes a la que dirigimos la mirada de manera muy particular; ansiosos, enfurruñados, aburridos o rutinarios. Con estas actitudes delatamos la personalidad del protagonista, con sus variaciones según el momento, la etapa de la vida, etc. Ponemos de manifiesto las siluetas dibujadas por el TIEMPO, con todo lo que eso representa. La consideración del tiempo configura una parte crucial del carácter humano. Que no le prestamos atención a dichos matices o por el contrario vivimos embebidos de sus esencias; eso marcará nuestro grado de adaptación a la realidad. Si persistimos en el anacronismo, ya partiremos de una desviación básica de difícil corrección.

Los medios audiovisuales emiten con un sinfín de escaparates. La “cuota de pantalla” viene a representar una nueva medida patrón de lo que va circulando. Es una de las principales valoraciones actuales. En suma, una forma de utilización del espacio para fines divulgativos, encomiables, irracionales o perversos, según dicten sus propulsores. Observamos la ocupación de los ESPACIOS, como otro elemento clave de la convivencia. La colocación será un buen elemento distintivo. Desde un palacete, en plena calle, codo con codo, al otro lado de una mesa enorme, en la sombra, a pleno sol; son ubicaciones definitorias del talante protagonizado.

En la observación requerimos de tres pilares elementales, la franqueza, la solidaridad comunitaria y el estudio esforzado. Por otra parte, como en tantas otras actividades humanas. La suma de cualidades nos dotará siempre de un bagaje imprescindible para afrontar el caos y las maldades.

Observadores y observados

“Anhelo el amor que está vivo, lo que es imposible o ambiguo. Temo saber exactamente cuales son mis limitaciones”. René Magritte.
Rafael Pérez Ortolá
jueves, 4 de junio de 2015, 23:18 h (CET)
Magritte es uno de esos autores que dejó huella significativa, sobrepasó el triunfo esporádico de las modas. Su muestra artística atesora muchas vertientes cualitativas. En el comentario de hoy evoco sus creaciones en torno de la CONDICIÓN HUMANA; entresaca cuestiones relevantes de la experiencia vital. De esas que, aunque suelen pasar desapercibidas, resultan básicas para las actividades emprendidas, especialmente para la percepción de los entornos.

En su obra “Condición humana I” utiliza el quiebro de pintar un cuadro dentro de otro. En la escena central sitúa una VENTANA abierta. Sobre ella pinta un caballete con un cuadro que ocupa la luz de la ventana; en él, la imagen reflejada imita el verdadero paisaje que fuera visible por la apertura. Serían dos imágenes similares ofrecidas a la interpretación; las mismas nubes, idéntico árbol solitario, incluida la pradera. Los cortinajes laterales delimitan el foco de atención dirigido hacia la duplicación escenificada.

Condensa las 4 FASES de la aproximación de los humanos a cuantas realidades observamos. ¿Cómo repercutirán en cuanto a la comprensión de los fenómenos? El árbol o cualquier otra presencia, es detectada sólo en algunos aspectos, nunca profundizamos en todas sus características. El dibujo no es lo mismo, es un mero reflejo. El segundo dibujo tampoco, es otro momento plasmado. La pretendida captación efectuada por la mente observadora, supone otro estadio con unas cualidades diferentes. El distanciamiento transforma el objeto contemplado en un concepto subjetivo de complicada evaluación, entroncada con el caos fascinante de las experiencias.

Corren muchos chistes referentes a las diversas maneras de enfocar la vida (Un español, un alemán, un cura…). La orientación de cada sujeto adquiere rasgos peculiares derivados de su carácter, profesión, presiones, necesidades, etc. Cada OBSERVATORIO es particular, difiere del vecino. Constituye una de las primeras divergencias ante la comprensión de los aconteceres. Dichos enfoques diferenciados atienden a metas varipintas, instintivas o racionales; análisis del pasado, técnicas, carácter, gestos o poses. Partimos de una desigualdad notoria, agravada porque cada uno utiliza cualidades dispares. Desde esa irregularidad parten las premisas de los deseos igualitarios. Si falsificamos ese principio desigual, el resto saldrá viciado.

¡Como va a ser igual la comprensión de cada uno con respecto a la realidad circundante! Las divergencias aumentan con el número de implicados. Por lo que parecerá lógica la sospecha inherente a la convivencia con AGRUPACIONES poco dispuestas al dinamismo dialéctico. Y de estas hay en abundancia; instituciones, partidos políticos, grupos sectarios. En proporción directa a su fijación conceptual cabría denominarlas masificaciones domeñadas. Van más allá de lo apreciado en la visión a través del ventanal; es frecuente que opinen y decidan sin la apertura mental hacia los horizontes. Vemos claramente la distancia establecida desde el objeto de la contemplación a lo manifestado.

Cada época arrastra sus afanes. En la actualidad, los puntos de observación están multiplicados a través de las REDES cibernéticas; sus oleadas de comunicaciones son movilizadoras en gran número de actividades. Bajo unos esquemas de pluralidad, pero, como en todos los esquemas, con muchos matices contradictorios en su funcionamiento. Una de sus principales características es la publicación indiscriminada de datos reales, falsos o meramente virtuales. El atosigante empleo del anonimato contribuye a la imprecisión de las movidas. Las muchas ventanas abiertas van asociadas a la fragmentación, a la frivolidad en los niveles de comprensión; de donde deducimos que lo principal no reside en el aumento de ventanas.

A poca atención que prestemos, enseguida comprobaremos que la multiplicación de observaciones comporta algunos inconvenientes. Distraidos en mil detalles, quizá perdamos el fundamental. La obcecación también aparece con sus excesos, con ella sólo apreciamos una manera de ver las cosas. El orgullo tecnológico sirve de ejemplo, suele abocarnos a mirar por una sola ventana, la del PROGRESO CIEGO, con la visión en exclusiva de un presentismo alocado. Bajo la pátina de los sucesivos avances, introduce sus garras una forma maligna de pensamiento reaccionario, que no quiere saber de víctimas ni de sentimientos. Una especie de invasión alienígena de un progresismo demoledor dirigido por sucios manejos.

El estrépito de los ambientes, la saturación informativa indiscriminada, ocultan las maniobras que proyectan con saña y descaro los acontecimientos. Echamos de menos una pausa tranquilizadora, añoramos un poco del SILENCIO restaurador. Entrevemos que son necesarios para una contemplación satisfactoria del mundo, de las personas que nos rodean. Su sencillez aporta vínculos insospechados, que nos aproximan a lo que verdaderamente somos, a la comunidad de sentimientos, al buen juicio aplicable al discernimiento, a la espontaneidad de la vitalidad íntima; son observaciones reveladoras.

El reloj constituye una de las ventanas importantes a la que dirigimos la mirada de manera muy particular; ansiosos, enfurruñados, aburridos o rutinarios. Con estas actitudes delatamos la personalidad del protagonista, con sus variaciones según el momento, la etapa de la vida, etc. Ponemos de manifiesto las siluetas dibujadas por el TIEMPO, con todo lo que eso representa. La consideración del tiempo configura una parte crucial del carácter humano. Que no le prestamos atención a dichos matices o por el contrario vivimos embebidos de sus esencias; eso marcará nuestro grado de adaptación a la realidad. Si persistimos en el anacronismo, ya partiremos de una desviación básica de difícil corrección.

Los medios audiovisuales emiten con un sinfín de escaparates. La “cuota de pantalla” viene a representar una nueva medida patrón de lo que va circulando. Es una de las principales valoraciones actuales. En suma, una forma de utilización del espacio para fines divulgativos, encomiables, irracionales o perversos, según dicten sus propulsores. Observamos la ocupación de los ESPACIOS, como otro elemento clave de la convivencia. La colocación será un buen elemento distintivo. Desde un palacete, en plena calle, codo con codo, al otro lado de una mesa enorme, en la sombra, a pleno sol; son ubicaciones definitorias del talante protagonizado.

En la observación requerimos de tres pilares elementales, la franqueza, la solidaridad comunitaria y el estudio esforzado. Por otra parte, como en tantas otras actividades humanas. La suma de cualidades nos dotará siempre de un bagaje imprescindible para afrontar el caos y las maldades.

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