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El sembrador salió a sembrar y la simiente cayó en cuatro tipos de suelo…

El grano de trigo

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Este año se celebra la 13ª convocatoria del Concurso de Relatos Escritos por Personas Mayores de 60 años. El tema: ”Este es el principio de una gran historia y tú eres el protagonista. El tema incita al narcisismo en las personas mayores. No debe olvidarse que el narcisismo consiste en la complacencia de una persona en sus propias cualidades y logros. Ya que el tema de la convocatoria del Concurso de este año es: ”Este es el principio de una gran historia y tú eres el protagonista da lugar a que la creatividad y la imaginación puedan llevar a que los relatos tengan un marcado sabor narcisista debido a que el instinto natural de las personas tiende a darse a conocer bajo la apariencia de lo que no se es realmente.


A la vejez, con mayor o menor dificultad, se llega acompañada de la decadencia física lo cual debería evitar la exaltación de los hechos. La ancianidad en vez de favorecer el narcisismo innato en el ser humano, ante la realidad de las arrugas que surcan el rostro, señal externa de los cambios fisiológicos producidos, debería cerrar la puerta al autobombo y abrirla a la humildad para darle gracias a Dios porque “hasta aquí me has ayudado”, que ha estado a mi lado en todas las vicisitudes durante la travesía por el “valle de sombra de muerte” (Salmo 23: 4). La incredulidad impide reconocer que el peregrinaje por el “valle de sombra de muerte” ha ido acompañado de la misericordia y bondad divina. La misericordia de Dios ha permitido llegar a la vejez. Ahora comienza la cuenta atrás.


He citado el salmo 23. El poeta finaliza su poema con estas palabras. “Y en la casa del Señor moraré por largos días” (v.6). El rey David autor del salmo fue un hombre de Dios. Su tránsito por el “valle de sombra de muerte” fue muy tenebroso. Perseguido a muerte por los celos de su rey, problemas domésticos a manta. “Y” (David) murió de buena vejez, lleno de días, de riquezas y de gloria” (2 Crónicas 29: 28). David dejó la gloria de este mundo para ir a morar “en la casa del Señor por largos días”. Lo que había deseado estando en la carne. De manera parecida al Lázaro ulceroso de la parábola que cuando murió “fue llevado por ángeles al seno de Abraham” (Lucas 16: 22), David dejando su cuerpo descansando en la oscuridad gélida del sepulcro esperando el día de la resurrección. Su alma fue llevada directamente a la mansión celestial (Juan 14: 2) en espera de reunirse con el cuerpo en el día de la resurrección.


Los creyentes que tienen a su disposición el Nuevo Testamento tienen la ventaja sobre los del Antiguo que tienen más claro cómo será la eternidad. A pesar de que Marta, hermana de Lázaro, no el de la parábola, creía en la resurrección de los muertos, su creencia era un tanto borrosa. Jesús da conocer cómo era posible que los creyentes del Antiguo Testamento creyesen en la resurrección de los muertos cuando dice: “Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos, así que vosotros mucho erráis” (Marcos 12: 26, 27). Estas palabras de Jesús dejan muy claro que con la muerte física el creyente no desaparece. Momentáneamente el cuerpo y el alma se separan. El cuerpo se convierte en pasto para los gusanos. El alma vuela veloz hasta la estancia celestial en donde tiene un lugar reservado.


A pesar que pueda parecernos extraño, el hecho de que el cuerpo del difunto se convierta en pasto de los gusanos, es esencial este hecho para poder comprender la doctrina de la resurrección de los muertos y que el difunto no pierda su identidad. A la resurrección se la pone en cuarentena. En la reencarnación en que el difunto pierde su identidad por las muchas transmigraciones del alma, puede que no se crea en ella, pero o se le ponen  objeciones. 


El apóstol Pablo fue invitado al Areópago ateniense para que explicase la doctrina de que era portador. Cuando habló de la resurrección de los muertos de manera “políticamente educada” se le despachó: “Unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez” (Hechos 17: 32). Pero la doctrina de la resurrección de los muertos no es tan absurda como normalmente se cree. El campesinado la ilustra con la labor de la siembra: “Alguien dirá: ¿Cómo puede ser que los muertos sean resucitados? ¿Y con qué cuerpo vienen? Insensato, aquello que siembras no da vida si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano” (1 Corintios 15: 35-37). El grano de trigo antes de convertiré en espiga debe corromperse. Este proceso de la naturaleza dirigido por Dios aunque o comprendido se acepta. El cuerpo físico que es mortal y corruptible  no puede heredar la vida eterna. Primero tiene que corromperse con la muerte, luego, por el pode de Dios, como en el caso del grano de trigo, sea resucitado en el día final en un cuerpo espiritual, incorruptible e inmortal. Cada año por Pascua la cristiandad recuerda la resurrección de Jesús. No es, pues, una utopía la resurrección de los muertos. Jesús es la primicia de la resurrección de los muertos.

El grano de trigo

El sembrador salió a sembrar y la simiente cayó en cuatro tipos de suelo…
Octavi Pereña
lunes, 3 de mayo de 2021, 13:47 h (CET)

Este año se celebra la 13ª convocatoria del Concurso de Relatos Escritos por Personas Mayores de 60 años. El tema: ”Este es el principio de una gran historia y tú eres el protagonista. El tema incita al narcisismo en las personas mayores. No debe olvidarse que el narcisismo consiste en la complacencia de una persona en sus propias cualidades y logros. Ya que el tema de la convocatoria del Concurso de este año es: ”Este es el principio de una gran historia y tú eres el protagonista da lugar a que la creatividad y la imaginación puedan llevar a que los relatos tengan un marcado sabor narcisista debido a que el instinto natural de las personas tiende a darse a conocer bajo la apariencia de lo que no se es realmente.


A la vejez, con mayor o menor dificultad, se llega acompañada de la decadencia física lo cual debería evitar la exaltación de los hechos. La ancianidad en vez de favorecer el narcisismo innato en el ser humano, ante la realidad de las arrugas que surcan el rostro, señal externa de los cambios fisiológicos producidos, debería cerrar la puerta al autobombo y abrirla a la humildad para darle gracias a Dios porque “hasta aquí me has ayudado”, que ha estado a mi lado en todas las vicisitudes durante la travesía por el “valle de sombra de muerte” (Salmo 23: 4). La incredulidad impide reconocer que el peregrinaje por el “valle de sombra de muerte” ha ido acompañado de la misericordia y bondad divina. La misericordia de Dios ha permitido llegar a la vejez. Ahora comienza la cuenta atrás.


He citado el salmo 23. El poeta finaliza su poema con estas palabras. “Y en la casa del Señor moraré por largos días” (v.6). El rey David autor del salmo fue un hombre de Dios. Su tránsito por el “valle de sombra de muerte” fue muy tenebroso. Perseguido a muerte por los celos de su rey, problemas domésticos a manta. “Y” (David) murió de buena vejez, lleno de días, de riquezas y de gloria” (2 Crónicas 29: 28). David dejó la gloria de este mundo para ir a morar “en la casa del Señor por largos días”. Lo que había deseado estando en la carne. De manera parecida al Lázaro ulceroso de la parábola que cuando murió “fue llevado por ángeles al seno de Abraham” (Lucas 16: 22), David dejando su cuerpo descansando en la oscuridad gélida del sepulcro esperando el día de la resurrección. Su alma fue llevada directamente a la mansión celestial (Juan 14: 2) en espera de reunirse con el cuerpo en el día de la resurrección.


Los creyentes que tienen a su disposición el Nuevo Testamento tienen la ventaja sobre los del Antiguo que tienen más claro cómo será la eternidad. A pesar de que Marta, hermana de Lázaro, no el de la parábola, creía en la resurrección de los muertos, su creencia era un tanto borrosa. Jesús da conocer cómo era posible que los creyentes del Antiguo Testamento creyesen en la resurrección de los muertos cuando dice: “Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos, así que vosotros mucho erráis” (Marcos 12: 26, 27). Estas palabras de Jesús dejan muy claro que con la muerte física el creyente no desaparece. Momentáneamente el cuerpo y el alma se separan. El cuerpo se convierte en pasto para los gusanos. El alma vuela veloz hasta la estancia celestial en donde tiene un lugar reservado.


A pesar que pueda parecernos extraño, el hecho de que el cuerpo del difunto se convierta en pasto de los gusanos, es esencial este hecho para poder comprender la doctrina de la resurrección de los muertos y que el difunto no pierda su identidad. A la resurrección se la pone en cuarentena. En la reencarnación en que el difunto pierde su identidad por las muchas transmigraciones del alma, puede que no se crea en ella, pero o se le ponen  objeciones. 


El apóstol Pablo fue invitado al Areópago ateniense para que explicase la doctrina de que era portador. Cuando habló de la resurrección de los muertos de manera “políticamente educada” se le despachó: “Unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez” (Hechos 17: 32). Pero la doctrina de la resurrección de los muertos no es tan absurda como normalmente se cree. El campesinado la ilustra con la labor de la siembra: “Alguien dirá: ¿Cómo puede ser que los muertos sean resucitados? ¿Y con qué cuerpo vienen? Insensato, aquello que siembras no da vida si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano” (1 Corintios 15: 35-37). El grano de trigo antes de convertiré en espiga debe corromperse. Este proceso de la naturaleza dirigido por Dios aunque o comprendido se acepta. El cuerpo físico que es mortal y corruptible  no puede heredar la vida eterna. Primero tiene que corromperse con la muerte, luego, por el pode de Dios, como en el caso del grano de trigo, sea resucitado en el día final en un cuerpo espiritual, incorruptible e inmortal. Cada año por Pascua la cristiandad recuerda la resurrección de Jesús. No es, pues, una utopía la resurrección de los muertos. Jesús es la primicia de la resurrección de los muertos.

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