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Antes de todo, quiero hacer de su conocimiento estimados lectores que el link y/o enlace del PDF va al pie de esta presentación para que puedan leer estas Novelas Cortas. La escritura, es el viaje que emprende el escritor ante la "pohesía", y la novela otro viaje que inicia para encontrar ciertos hallazgos atemporales, y mientras se lee hacer de la historia perdida una historia de la recuperación.
El lingüista lleva toda una vida dedicada al estudio de la lengua y, quizá a causa de eso o como consecuencia de eso, no tiene pareja. Desde el punto de vista teórico, conoce todos los entresijos de las palabras, de las oraciones, de los sintagmas…, pero, a la hora de llevarlo a la práctica, es incapaz de sentarse delante de una mujer y demostrarle todo lo que siente.
'Momentos idos', segunda entrega de relatos románticos del autor Wilson Rogelio Enciso, no es simplemente un libro: es un aliento prolongado de memoria, un susurro que se escapa del rincón más oscuro del corazón humano. Cuarenta y tres relatos configuran este universo de palabras que no buscan explicarse, sino ser escuchadas, como quien oye el murmullo del viento entre las ramas de un árbol moribundo.
Los pobladores acostumbraban dormir muy temprano. Las luces del pueblo se encendían a las seis de la tarde y eran apagadas a las nueve de la noche, puede afirmarse que era ironía del tiempo. El vecindario del barrio hablaba del burdel y en especial de la mente enfermiza de una mujer, su pasión la llevó a la cárcel, su encanto de mujer le garantizaba los halagos de sus admiradores, pero el día del hecho criminal, en un abrir y cerrar de ojos se esfumó su encanto y la venta de su cuerpo.
Era un día propicio para el perdón, acababa de dejar de llover, las calles estaban repletas de agua y suciedades, y el viento ululaba desvaneciéndose en un breve silbido encantador. Gustosamente la viejecilla canosa acababa de comer arroz con cerdo, con su respectivo guineo cuadrado, a la par del plato tenía un puño de sal, al lado izquierdo de la silla que ocupaba tenía un pequeño taburete con un vaso de tiste.
'Mil maneras de cogernos de la mano' es el título de la novela de María Jesús Cañellas, construida sobre una estructura de 17 misteriosos relatos en donde un personaje omnisciente se lanza a una desasosegada investigación. La autora ofrece una prosa limpia y cadenciosa, y dibuja con maestría diferentes atmósferas y ambientes en un mundo de complejas urdimbres sentimentales.
Nada tan fácil, como la lectura de un libro que, además de educar, divierta, entretenga y conciencie como, por ejemplo, el que ha caído en mis manos y que se titula 'Cuentos del Medioambiente y Reciclado', de Juan José Jurado, con prólogo del popular cineasta Santiago Segura, con bellas ilustraciones en color de José Antonio Calvo y publicado por Mestas Ediciones en una hermosa edición para que todos sus lectores lo disfruten y lo usen con el mayor provecho posible.
La vida nos otorga multiplicidad de insumos, muchos de ellos caen a los pies, como que fuese una bola de acero. Así lo sintió al abrir la puerta de su sala, aunque a simple vista no había motivo para ninguna desazón. Era un misterio raro, todo permanecía tal como se había dejado.
No suele ser habitual entrevistar a un escritor sobre un libro que publicó hace tiempo. Pero es bueno hacerlo, aunque suene extravagante. No siempre hay que hablar de novedades, en ocasiones, es conveniente mirar atrás. Y este es el caso del escritor Pablo Andrés Escapa quien, transcurridos seis años de la publicación de ‘Fábrica de prodigios’, aceptó recordar unos textos que, en su momento, no disfrutaron de la promoción debida a causa de la irrupción del COVID.
El crepitar de las hojas secas bajo sus pies acompañaba el jadeo de Xóchitl mientras se deslizaba entre los arbustos que bordeaban el río. Huía, aunque no sabía bien de qué. Quizá de los recuerdos, quizá de las sombras que habían convertido a su barrio en una trampa mortal.
La ciudad parecía un enigma deslumbrante. Bajo un cielo perpetuamente iluminado por las pantallas, las máquinas habían alcanzado un dominio que transformó lo cotidiano en una secuencia calculada. Los humanos, en su adaptación, habían olvidado el arte de cuestionar.
Ese día, el doctor Odrayab antes que llegaran sus invitados, rememoraba: el asiento continuaba vacío, y al llegar el tren que llegaba del norte, compartirlo o no, prefiero la soledad por la comodidad que representa, aunque siempre una hermosa mujer con quien pueda establecer una conversación estimulándome de futuro, esto nunca me ocurrió en más de diez años de viajar todos los días.
Chema Blanco es un escritor peculiar al que no me gustaría perder de vista. Su primer libro se sale de la línea habitual de publicación, pues es un libro de relatos que algunas personas han catalogado como erótico, y que impacta con el título, ¿Santifornication?, pero que él defiende lejos de etiquetas. Su deseo es no ser encasillado en ninguna temática concreta y sus planes futuros pasan por escribir desde teatro hasta novelas en gallego.
El sol descendía sobre el caserío como un manto de cobre. Entre las casas de adobe, María moldeaba una olla de barro con la paciencia que sólo se adquiere escuchando historias antiguas y sintiendo el pulso de la tierra. Su abuela le había enseñado que el barro, el fuego y las estrellas eran más que materia; eran la memoria de un pueblo que resistía, que soñaba.
La imaginación es tan extraordinaria como la realidad, aunque a posteriori te diré por qué. La abuela con rostro inexpresivo, y con respuesta corta en su interior, a su nieto Matías, bajo una incertidumbre sin precedentes le exteriorizaba: ya vine de la iglesia, no me confesé, vengo llena de miseria.
Todo comenzó con un destello de luces verdes y azules en las pantallas de la ciudad. Una lluvia intermitente de datos digitales caía sobre las calles como un rocío invisible, mientras los habitantes miraban sus dispositivos con una mezcla de fascinación y temor.
La noche caía como un manto de seda negra sobre el horizonte, mientras Lucía caminaba por las calles de un pueblo olvidado por el tiempo. La última luz del sol dibujaba sombras alargadas que parecían extenderse para abrazarla. Había llegado allí en busca de respuestas, de algo que diera sentido a las grietas que sentía en su interior.
Eva y Luis se miraron al borde de un puente donde las aguas, como ellos, se encontraban y entrelazaban sus destinos. En la quietud del atardecer, los dos eran tan opuestos como el día y la noche, pero en ese momento, sintieron que el mundo comenzaba a partir de allí, sin memoria de caminos previos, sin el peso de las decisiones antiguas.
Cabe puntualizar, le decía Mauricio a José, que las notas de lo cotidiano no son registradas con fechas, pero dicho documento adquiere la categoría de diario, y no de libro de apuntes, porque fíjate que Ariel, cada vez que escribía, señalaba si era un lunes, jueves o sábado; envolviendo una historia lineal en una secuencia circular de días de la semana.
Miguel Ángel Díaz Pintado lo tiene claro. No está dispuesto a escribir sobre el horror humano, pues ya se encargan de mantenernos al tanto de ello las noticias. Elige el otro lado, lo bello, lo luminoso, aquella parte de lucha que se despierta en las personas cuando más hace falta. Por eso, Cuentos para el Camino, su obra formada por un compendio de relatos sobre el Camino de Santiago, nos muestra la parte del ser humano que sí merece ser contada.
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