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Según la Cruz Roja, el 66 % de las personas que acude a por ayuda afirma tener algún problema emocional

Los retos para la salud mental que provocan los ERTE

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Apenas un año después de que la pandemia de la Covid-19 cambiara la vida tal y como la conocíamos, la crisis sanitaria ha desatado una enorme crisis económica y social que está impactando en la salud mental de las personas de forma dramática. Uno de los principales efectos colaterales del coronavirus es la pérdida de empleo, bien sea de forma permanente como de forma temporal (ERTE). “Según los últimos datos de marzo, en España hay cerca de cuatro millones de desempleados y 740.000 personas en ERTE, muchas de las cuales llevan un año en esta situación”, afirma Ruth Cuscó, directora gerente de ASHO, de codificación sanitaria.


Además de la disminución de ingresos, el desempleo tiene graves impactos psicológicos como depresión, ansiedad, o una disminución de la autoestima, que en la actualidad se suman a la situación de angustia provocada por la crisis sanitaria. Según los datos de atención telefónica de la Cruz Roja, el 66% de las personas que ha acudido a por ayuda afirma tener algún problema emocional siempre o la mayor parte del tiempo, siendo la preocupación (43,1%), la tristeza (28.9%) y la depresión (24,9%) los estados de ánimo negativos más extendidos.

El sistema sanitario debe prepararse para la `pandemia´ de las afectaciones emocionales porque esta situación ha devenido en un grave problema sanitario de segundo orden, pero no menos importante”, opina Ruth Cuscó.
Más de la mitad de los trabajadores en España están en una situación de riesgo elevado de padecer mala salud mental”, recuerda Ruth Cuscó, citando un estudio elaborado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS). “El problema está aquí, y la prevención es la mejor decisión que podemos tomar para evitar un mal mayor”, añade.

Consecuencias según la edad

Según la psicóloga clínica Mercè Rovira, los impactos por el desempleo en la salud mental “no afectan a todo el mundo por igual” y varían en función de la edad o el tipo de personalidad.

“No es lo mismo que uno sufra un ERTE en la actualidad a los 25 años que a los 60 años”, opina la psicóloga clínica, ya que la edad puede suponer un motivo de discriminación en algunos sectores.

Por otro lado, según Mercè Rovira, para algunos trabajadores "con flexibilidad de pensamiento y una actitud positiva”, estar durante tanto tiempo en una situación de ERTE puede afectarles favorablemente, ya que “pueden aprovechar esa circunstancia no elegida como una oportunidad para poner en marcha otros proyectos que la vida, el horario, la rutina o la organización anterior al ERTE no les permitía”.

Sin embargo, la incertidumbre sobre qué pasará después del ERTE o la disminución de los ingresos marcan las preocupaciones de estas personas, por lo que es común que esta situación lleve, según la psicóloga clínica “a estados muy angustiosos que pueden desembocar en la entrada a un Estado depresivo que, de no tratarse, evolucione hacia un Trastorno Depresivo imposibilitando a la persona la vuelta al trabajo cuando el ERTE lo permita”, relata Rovira.

En este sentido, Ruth Cuscó advierte de un aumento significativo de las bajas por depresión en España desde que comenzara la crisis sanitaria: “Era una tendencia que llevábamos tiempo viendo, pero que la pandemia ha acelerado”.

Para Mercè Rovira, por lo tanto, es clave que cada persona sea consciente de sus afecciones, para pedir ayuda y tratarlas si es necesario. “El ERTE o la pandemia serán la causa, pero no darán ninguna solución al problema”.

Además, la psicóloga clínica considera que la solución a los problemas de salud mental pasa por la empatía y la compasión del resto de las personas. “Es muy importante no culpabilizar a la persona que ante un ERTE se siente desplazada, perdido o desorientado”. Esto pasa por aceptar que en la actualidad se vive en una situación para la que “ninguno de nosotros hemos estado preparados para poder superar, ni las personas ni los Estados”, opina la especialista. 

Los retos para la salud mental que provocan los ERTE

Según la Cruz Roja, el 66 % de las personas que acude a por ayuda afirma tener algún problema emocional
Redacción
lunes, 26 de abril de 2021, 04:21 h (CET)

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Apenas un año después de que la pandemia de la Covid-19 cambiara la vida tal y como la conocíamos, la crisis sanitaria ha desatado una enorme crisis económica y social que está impactando en la salud mental de las personas de forma dramática. Uno de los principales efectos colaterales del coronavirus es la pérdida de empleo, bien sea de forma permanente como de forma temporal (ERTE). “Según los últimos datos de marzo, en España hay cerca de cuatro millones de desempleados y 740.000 personas en ERTE, muchas de las cuales llevan un año en esta situación”, afirma Ruth Cuscó, directora gerente de ASHO, de codificación sanitaria.


Además de la disminución de ingresos, el desempleo tiene graves impactos psicológicos como depresión, ansiedad, o una disminución de la autoestima, que en la actualidad se suman a la situación de angustia provocada por la crisis sanitaria. Según los datos de atención telefónica de la Cruz Roja, el 66% de las personas que ha acudido a por ayuda afirma tener algún problema emocional siempre o la mayor parte del tiempo, siendo la preocupación (43,1%), la tristeza (28.9%) y la depresión (24,9%) los estados de ánimo negativos más extendidos.

El sistema sanitario debe prepararse para la `pandemia´ de las afectaciones emocionales porque esta situación ha devenido en un grave problema sanitario de segundo orden, pero no menos importante”, opina Ruth Cuscó.
Más de la mitad de los trabajadores en España están en una situación de riesgo elevado de padecer mala salud mental”, recuerda Ruth Cuscó, citando un estudio elaborado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS). “El problema está aquí, y la prevención es la mejor decisión que podemos tomar para evitar un mal mayor”, añade.

Consecuencias según la edad

Según la psicóloga clínica Mercè Rovira, los impactos por el desempleo en la salud mental “no afectan a todo el mundo por igual” y varían en función de la edad o el tipo de personalidad.

“No es lo mismo que uno sufra un ERTE en la actualidad a los 25 años que a los 60 años”, opina la psicóloga clínica, ya que la edad puede suponer un motivo de discriminación en algunos sectores.

Por otro lado, según Mercè Rovira, para algunos trabajadores "con flexibilidad de pensamiento y una actitud positiva”, estar durante tanto tiempo en una situación de ERTE puede afectarles favorablemente, ya que “pueden aprovechar esa circunstancia no elegida como una oportunidad para poner en marcha otros proyectos que la vida, el horario, la rutina o la organización anterior al ERTE no les permitía”.

Sin embargo, la incertidumbre sobre qué pasará después del ERTE o la disminución de los ingresos marcan las preocupaciones de estas personas, por lo que es común que esta situación lleve, según la psicóloga clínica “a estados muy angustiosos que pueden desembocar en la entrada a un Estado depresivo que, de no tratarse, evolucione hacia un Trastorno Depresivo imposibilitando a la persona la vuelta al trabajo cuando el ERTE lo permita”, relata Rovira.

En este sentido, Ruth Cuscó advierte de un aumento significativo de las bajas por depresión en España desde que comenzara la crisis sanitaria: “Era una tendencia que llevábamos tiempo viendo, pero que la pandemia ha acelerado”.

Para Mercè Rovira, por lo tanto, es clave que cada persona sea consciente de sus afecciones, para pedir ayuda y tratarlas si es necesario. “El ERTE o la pandemia serán la causa, pero no darán ninguna solución al problema”.

Además, la psicóloga clínica considera que la solución a los problemas de salud mental pasa por la empatía y la compasión del resto de las personas. “Es muy importante no culpabilizar a la persona que ante un ERTE se siente desplazada, perdido o desorientado”. Esto pasa por aceptar que en la actualidad se vive en una situación para la que “ninguno de nosotros hemos estado preparados para poder superar, ni las personas ni los Estados”, opina la especialista. 

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