En el primer día a su viaje a Iraq el Papa dejaba tres mensajes. El primero es el propio gesto de haber viajado hasta un país en el que es difícil garantizar la seguridad, un país martirizado por las luchas intestinas y por poderes internacionales. El segundo mensaje se produjo en la reunión con el Gobierno y los representantes de la sociedad civil. Rechazó que se utilice el nombre de Dios para matar y justificar la violencia.
El tercer mensaje lo dejó en la catedral siro-católica de Bagdad, donde murieron hace diez años en un atentado casi 50 cristianos. Francisco recordó las dificultades de guerra, persecución y penurias económicas que han sufrido los cristianos iraquíes.
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