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​Iluminación y trabajo

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Si los órganos de la vista, los ojos, deben protegerse desde los primeros años de la vida, aún más necesaria se hace esta protección cuando la persona se incorpora al mundo del trabajo y las actividades en las que se desenvuelve pueden ser causa de daño. Se asegura que una persona de cada cuatro padece defectos en la vista, defectos que, si no se corrigen, pueden provocar un accidente laboral. Por ello, el trabajador debe cuidar al máximo su visión. Y de ahí, la importancia de que el lugar de trabajo tenga una iluminación correcta. De lo que se deduce, que tanto la luz y la visión deben complementarse y armonizarse para conseguir que su integración o visibilidad permita el desempeño normal de la actividad laboral.

La iluminación en los distintos locales de trabajo debe tener un tratamiento adecuado de uniformidad, para evitar los posibles contrastes que pudieran causar daño en la visión. El alumbrado general de un local debe proyectarse en base a conseguir el mayor equilibrio posible del flujo luminoso sobre las zonas de trabajo. Aunque, dentro de un mismo local de trabajo pueden existir puestos que requieren niveles de iluminación diferentes a la generalidad del propio local, por lo que es necesario en estos casos alterar ese equilibrio, respetando siempre los criterios legales establecidos al respecto.

Pueden producirse deslumbramientos, por niveles de luminancias inadecuadas, y que reducirían la capacidad visual. Lo que se puede prevenir o evitar, con la utilización de reflectores opacos, el pintado de la maquinaria con colores mates y con la prohibición del empleo de fuentes de luz que produzcan oscilaciones en la emisión del flujo luminoso.

Existen diversos tipos de iluminación en todos los centros de trabajo: natural, artificial y mixta. Cada uno de estos tipos, exceptuando la natural, se clasifican en subtipos, bien por el origen del flujo luminoso o su distribución. Y en cuanto a los daños más frecuentes que se pueden producir por una mala utilización de la luz, podríamos decir que no existe una patología profesional ligada a la utilización de la luz artificial en la iluminación de los centros de trabajo, pero sí de irritaciones en los ojos y cefaleas en los casos de deslumbramiento.

El trabajador debe tener siempre presente una serie de normas de prevención, y los centros de trabajo deben cumplir con unas disposiciones de tipo general en cuanto a una buena iluminación se refiere. Estas normas se podrían resumir en: a) Todos los lugares de trabajo de tránsito tendrán iluminación natural, artificial o mixta; b) Con iluminación natural ha de procurarse que la intensidad luminosa en la zona de trabajo sea uniforme; c) Con iluminación artificial, hay que evitar los deslumbramientos y los contrastes fuertes de luz y sombra. Pues, que dependiendo de la clase de trabajo las intensidades mínimas de iluminación, medidas en lux, son diferentes. De todo lo expuesto, se desprende la importancia que tiene una iluminación correcta en el trabajo.




​Iluminación y trabajo

José Jesús Conde
martes, 16 de junio de 2020, 09:37 h (CET)

Si los órganos de la vista, los ojos, deben protegerse desde los primeros años de la vida, aún más necesaria se hace esta protección cuando la persona se incorpora al mundo del trabajo y las actividades en las que se desenvuelve pueden ser causa de daño. Se asegura que una persona de cada cuatro padece defectos en la vista, defectos que, si no se corrigen, pueden provocar un accidente laboral. Por ello, el trabajador debe cuidar al máximo su visión. Y de ahí, la importancia de que el lugar de trabajo tenga una iluminación correcta. De lo que se deduce, que tanto la luz y la visión deben complementarse y armonizarse para conseguir que su integración o visibilidad permita el desempeño normal de la actividad laboral.

La iluminación en los distintos locales de trabajo debe tener un tratamiento adecuado de uniformidad, para evitar los posibles contrastes que pudieran causar daño en la visión. El alumbrado general de un local debe proyectarse en base a conseguir el mayor equilibrio posible del flujo luminoso sobre las zonas de trabajo. Aunque, dentro de un mismo local de trabajo pueden existir puestos que requieren niveles de iluminación diferentes a la generalidad del propio local, por lo que es necesario en estos casos alterar ese equilibrio, respetando siempre los criterios legales establecidos al respecto.

Pueden producirse deslumbramientos, por niveles de luminancias inadecuadas, y que reducirían la capacidad visual. Lo que se puede prevenir o evitar, con la utilización de reflectores opacos, el pintado de la maquinaria con colores mates y con la prohibición del empleo de fuentes de luz que produzcan oscilaciones en la emisión del flujo luminoso.

Existen diversos tipos de iluminación en todos los centros de trabajo: natural, artificial y mixta. Cada uno de estos tipos, exceptuando la natural, se clasifican en subtipos, bien por el origen del flujo luminoso o su distribución. Y en cuanto a los daños más frecuentes que se pueden producir por una mala utilización de la luz, podríamos decir que no existe una patología profesional ligada a la utilización de la luz artificial en la iluminación de los centros de trabajo, pero sí de irritaciones en los ojos y cefaleas en los casos de deslumbramiento.

El trabajador debe tener siempre presente una serie de normas de prevención, y los centros de trabajo deben cumplir con unas disposiciones de tipo general en cuanto a una buena iluminación se refiere. Estas normas se podrían resumir en: a) Todos los lugares de trabajo de tránsito tendrán iluminación natural, artificial o mixta; b) Con iluminación natural ha de procurarse que la intensidad luminosa en la zona de trabajo sea uniforme; c) Con iluminación artificial, hay que evitar los deslumbramientos y los contrastes fuertes de luz y sombra. Pues, que dependiendo de la clase de trabajo las intensidades mínimas de iluminación, medidas en lux, son diferentes. De todo lo expuesto, se desprende la importancia que tiene una iluminación correcta en el trabajo.




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