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Las pandemias han dejado su testimonio en todos los ámbitos de la cultura y también inspiraron grandes obras del arte universal

Huellas de pandemias en la historia del arte

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Siempre fui un convencido de que una obra literaria o artística genial, siempre será más valiosa para aproximarse a una época que el más sustancioso estudio disciplinario que un congreso de expertos en todas las ciencias es capaz de elaborar.

Los artistas del Medievo comenzaron a plasmar la cercanía de la enfermedad y la muerte., temas que agudizaron la meditación profunda que dificultaban los poderes hegemónicos de aquel tiempo como la religión sin filosofía, que además de ser una primitiva especulación mental constituía una gran estafa al servicio de los opresores.

La muerte y el fin del mundo eran ideas muy antiguas, y presentes en el imaginario popular desde tiempos inmemoriales, pero con su representación medieval evocaba por encima de todo, al surrealista Apocalipsis bíblico atribuido a San Juan con muy poco de lo cotidiano.

La Danza macabra de Michael Wolgemut, que tiene obras homónimas de Holbein y también composiciones sinfónicas y literarias, es un ejemplo de que la vida pende de un hilo.

También ejemplifica cómo el arte, al decir de un gran artista plástico y un gran capitán en la frecuencia de Whalt Whitman que fue mi amigo, Joel Filártiga, los malvados pueden perder la paz espiritual apenas con la contemplación de una gran obra artística.

En su versión literaria, la muerte llama en la danza macabra a personeros de distintas edades y clases sociales a sumarse, en celebración de la muerte, a una danza alrededor de alguien que ya desde la muerte, monta guardia y espera.

Nada más poderoso e invencible, escribió Roa Bastos, que alguien que desde la muerte monta guardia y espera.


En la literatura, el encuentro entre vivos y muertos quedó plasmado en varias obras inspiradas en estos cuadros, tanto el de la danza macabra como “El Triunfo de la muerte” de Pieter Brueghel el viejo.

Los grandes de la historia del arte no olvidaron la peste a pesar del inexorable transcurrir del tiempo, y en 1637 Rubens dedicó a las enfermedades un espacio central entre las fuerzas del mal que azotan al mundo.

Todavía en 1823, Goya pintó “La Peste”, y en 1898 Arnold Bocklin un óleo homónimo. En su “Corral de Apestados” Goya anticipó los tristes albergues de portadores del CoronaVirus en muchos países del mundo.

En 1918, el mundo enfrentó a la última pandemia conocida previa a la actual. Había sido propagada con las movilizaciones de la Primera Guerra Mundial, y se propagó por todos los países involucrados.


Estados Unidos, Francia, Rusia y Gran Bretaña, así como Italia, decidieron mantener en secreto sus bajas por la
enfermedad por razones de prioridades militares.

España no se había involucrado de lleno en el conflicto, algo que sus fuerzas armadas lamentarían en la guerra del Rif, que estallaría poco después en Marruecos. Lo peor de todo sería el desastre de Annual.

El desentendimiento militar de los españoles en los contenciosos de la primera guerra mundial, determinó sin embargo que España sea el país que más datos científicos haya aportado al esclarecimiento de la pandemia que amenazó a la humanidad entre 1918 y 1919.

Genios del arte como Gustav Klimt y Amedeo Modigliani, así como el escritor Guillaume Apollinaire fueron algunas de las víctimas ilustres de la gripe española que se cobró la vida de un seis por ciento de la población mundial por ese entonces.

Como en la actual pandemia, la facilidad de desplazarse a velocidades hasta entonces desconocidas, a través de vehículos de creciente velocidad y autonomía, propiciaron la propagación de la pandemia a países tan remotos como Paraguay, donde las víctimas se contaron por miles.

El gran pintor expresionista noruego Edvard Munch fue otra de las víctimas hoy celebres de la terrible pandemia de la gripe española, y dejó como testimonio de su padecimiento un estupendo autorretrato en 1919.

Este precursor del expresionismo, que supo cargar sus obras sus frustraciones y obsesiones como pocos, con rostros de expresividad y actitud que transmiten de manera única la soledad y angustia, había sido marcado por la muerte de su madre y su hermana por tuberculosis. Confesaría que la enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles que lo rodearon desde la cuna y lo persiguieron hasta la muerte.

También fueron las musas inspiradoras de algunas de las más grandes creaciones artísticas que vio la humanidad y que las seguirá viendo por mucho tiempo a pesar de la maldad, el egoísmo y la soberbia de aquellos que negligentemente, olvidan su naturaleza mortal. LAW

Huellas de pandemias en la historia del arte

Las pandemias han dejado su testimonio en todos los ámbitos de la cultura y también inspiraron grandes obras del arte universal
Luis Agüero Wagner
miércoles, 27 de mayo de 2020, 08:54 h (CET)

Siempre fui un convencido de que una obra literaria o artística genial, siempre será más valiosa para aproximarse a una época que el más sustancioso estudio disciplinario que un congreso de expertos en todas las ciencias es capaz de elaborar.

Los artistas del Medievo comenzaron a plasmar la cercanía de la enfermedad y la muerte., temas que agudizaron la meditación profunda que dificultaban los poderes hegemónicos de aquel tiempo como la religión sin filosofía, que además de ser una primitiva especulación mental constituía una gran estafa al servicio de los opresores.

La muerte y el fin del mundo eran ideas muy antiguas, y presentes en el imaginario popular desde tiempos inmemoriales, pero con su representación medieval evocaba por encima de todo, al surrealista Apocalipsis bíblico atribuido a San Juan con muy poco de lo cotidiano.

La Danza macabra de Michael Wolgemut, que tiene obras homónimas de Holbein y también composiciones sinfónicas y literarias, es un ejemplo de que la vida pende de un hilo.

También ejemplifica cómo el arte, al decir de un gran artista plástico y un gran capitán en la frecuencia de Whalt Whitman que fue mi amigo, Joel Filártiga, los malvados pueden perder la paz espiritual apenas con la contemplación de una gran obra artística.

En su versión literaria, la muerte llama en la danza macabra a personeros de distintas edades y clases sociales a sumarse, en celebración de la muerte, a una danza alrededor de alguien que ya desde la muerte, monta guardia y espera.

Nada más poderoso e invencible, escribió Roa Bastos, que alguien que desde la muerte monta guardia y espera.


En la literatura, el encuentro entre vivos y muertos quedó plasmado en varias obras inspiradas en estos cuadros, tanto el de la danza macabra como “El Triunfo de la muerte” de Pieter Brueghel el viejo.

Los grandes de la historia del arte no olvidaron la peste a pesar del inexorable transcurrir del tiempo, y en 1637 Rubens dedicó a las enfermedades un espacio central entre las fuerzas del mal que azotan al mundo.

Todavía en 1823, Goya pintó “La Peste”, y en 1898 Arnold Bocklin un óleo homónimo. En su “Corral de Apestados” Goya anticipó los tristes albergues de portadores del CoronaVirus en muchos países del mundo.

En 1918, el mundo enfrentó a la última pandemia conocida previa a la actual. Había sido propagada con las movilizaciones de la Primera Guerra Mundial, y se propagó por todos los países involucrados.


Estados Unidos, Francia, Rusia y Gran Bretaña, así como Italia, decidieron mantener en secreto sus bajas por la
enfermedad por razones de prioridades militares.

España no se había involucrado de lleno en el conflicto, algo que sus fuerzas armadas lamentarían en la guerra del Rif, que estallaría poco después en Marruecos. Lo peor de todo sería el desastre de Annual.

El desentendimiento militar de los españoles en los contenciosos de la primera guerra mundial, determinó sin embargo que España sea el país que más datos científicos haya aportado al esclarecimiento de la pandemia que amenazó a la humanidad entre 1918 y 1919.

Genios del arte como Gustav Klimt y Amedeo Modigliani, así como el escritor Guillaume Apollinaire fueron algunas de las víctimas ilustres de la gripe española que se cobró la vida de un seis por ciento de la población mundial por ese entonces.

Como en la actual pandemia, la facilidad de desplazarse a velocidades hasta entonces desconocidas, a través de vehículos de creciente velocidad y autonomía, propiciaron la propagación de la pandemia a países tan remotos como Paraguay, donde las víctimas se contaron por miles.

El gran pintor expresionista noruego Edvard Munch fue otra de las víctimas hoy celebres de la terrible pandemia de la gripe española, y dejó como testimonio de su padecimiento un estupendo autorretrato en 1919.

Este precursor del expresionismo, que supo cargar sus obras sus frustraciones y obsesiones como pocos, con rostros de expresividad y actitud que transmiten de manera única la soledad y angustia, había sido marcado por la muerte de su madre y su hermana por tuberculosis. Confesaría que la enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles que lo rodearon desde la cuna y lo persiguieron hasta la muerte.

También fueron las musas inspiradoras de algunas de las más grandes creaciones artísticas que vio la humanidad y que las seguirá viendo por mucho tiempo a pesar de la maldad, el egoísmo y la soberbia de aquellos que negligentemente, olvidan su naturaleza mortal. LAW

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