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​“Nadie es solamente lo que es”. María Zambrano

Atmósfera de los relatos

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Los relatos refieren aconteceres, las maneras de producirse, los caminos recorridos, las compañías encontrada en esos recorridos. Dejan sus huellas y algunas enseñanzas, en una irregular comprensión de los implicados. El ambiente se tiñe de sus narraciones en esa mezcla irrevocable de sensaciones y misterios. Así ocurrió antiguamente, ayer, hoy y quién sabe hasta cuando. La EXISTENCIA humana viene reflejada en sus detalladas expresiones, siempre en busca de mayor luz frente a la oscuridad natural y los obstáculos mal intencionados de gente mal encarada.

La claridad no es alimento preferido en estos tiempos. Gran parte de los hechos desgraciados surgen en la sociedad por la escasa o nula atención prestada a la atmósfera comunicativa mantenida en común. Como si esta no fuera un elemento esencial de las relaciones. De manera frívola desatendemos esa parcela. Por otra parte, como hacemos con otras, clima, animales, mares o ríos. No parece valida a estas alturas la excusa del desconocimiento, son demasiado evidentes las graves repercusiones derivadas de los citados descuidos. Los MALENTENDIDOS un tanto estúpidos fraguan en una serie de comportamientos nefastos, como por desgracia comprobamos a diario.

Hemos ido dejando de lado algo imprescindible para el logro de una vida mínimamente satisfactoria. ¿Quién la vive? ¿El partido? ¿La institución? ¿Determinadas jerarquías? Por eso parecerían lógicas las respuestas nacidas del trato sensible con las inquietudes personales. Por el contrario, los entramados organizativos al uso, se deslizan hacia ciertas figuras abstractas, CATEGORÍAS esquematizadas, bocetos utilitaristas, en los cuales la persona real permanece como una entelequia carente de sentido, sometida a toda clase de elucubraciones. Proclamar lo contrario no sirve de nada si la práctica lo contradice. Sin embargo, abundan estas tendencias, dejando a muchos individuos mal aparcados.

Con eso de las carencias abrumadoras y los notables esfuerzos necesarios para salir de los atolladeros; la comodidad reivindicativa es una opción tentadora, apela a la culminación de los proyectos ajenos, hablando lo menos posible de las aportaciones propias. La atención puesta en el mensajero, el SUMINISTRADOR siempre añorado; promueve un giro importante en los ambientes sociales. La ilusión con ansias de protagonismo viene siendo suplantada por el talante de las exigencias; con frecuencia abocadas a severas frustraciones, porque la contrapartida del servicio a los demás es un bien poco desarrollado. El convencimiento activador de los recursos propios, de las aportaciones francas; está minado por las desconfianzas generadas.

No sé si hemos alcanzado el umbral del imposible retorno en este asunto de la pérdida de confianza en casi todo; intuimos la tergiversación subyacente. El número de aciertos en esa intuición es demoledor. Siendo conocido el carácter poliédrico de la verdad, es notoria la diferencia a la hora de tratar con estas vertientes para continuar con la búsqueda de mejores hallazgos. No hará falta insistir en las abrumadoras actitudes deformantes al servicio de los empoderados del momento. Ese olvido de la VERACIDAD como talante estructurador de la socidad es patente en las expresiones actuales, las derivaciones anónimas en las redes, la frivolidad de los medios y, no nos engañemos, la actitud de la gente.

Quizá el asunto tiene mayor gravedad, sobrepasando el olvido, es posible que hayamos suplantado el sentido de la veracidad. Al mismo nombre le conferimos atribuciones diferentes. Quince tonterías son veraces frente a un único pronunciamiento verdadero. Un potentado jefe de cadenas comerciales es veraz frente a sus asalariados agarrados a sus contratos precarios. Con un consentimiento indolente, permitimos la anulación de las razones personales, engrosando los números y potenciando las fuerzas de GRANDES HERMANOS. Se añaden los aplausos multitudinarios, no importa el foro; demuestran el enrarecimiento de los aires en una sociedad complacida.

El estruendo de las intemperancias (Gritos, insultos, verdaderas agresiones verbales), dejan poco espacio para la pausa reflexiva, con el agregado nefasto de la confluencia simultánea de todas las actuaciones conflictivas. En diferentes ubicaciones geográficas se reproducen enérgicas protestas. Las reiteradas frustraciones dan paso a la crispación, ampliada después a las respuestas violentas generalizadas. Los ambientes agrupan motivaciones, crece la AGITACIÓN como un estado permanente. Desperdigados los argumentos hasta volverlos insignificantes, las buenas respuestas no aparecen; va tomando cuerpo la presencia de masas predispuestas a ser utilizadas por poderes desconocidos, pero bien atrincherados.

A pesar de semejante activismo, entre la ciudadanía se pone de manifiesto un fenómeno paralelo de frustración después de tantas agitaciones. Para qué y cómo se utilizan los idiomas. La delegación en los políticos se traduce en experiencias demoledoras. Las tramas sindicalistas, institucionales, normativas laborales, dejan abrumados a los ciudadanos. Los que critican al capitalismo olvidan al comunismo y viceversa. Hemos emponzoñado las ideas hasta volverlas irreconocibles. En una serie de recorridos cuyo final es previsible, la CANSERA deprime a gran parte de la población. Y como decía Bernard-Henri Lévy respecto de Francia: “Se nos convoca a realizar una reforma intelectual y moral”.

El egoísmo con sus tintes tiránicos sobre todo cuanto se le oponga, está muy arraigado entre los integrantes de la sociedad. Si pretendemos comprobarlo será suficiente una simple mirada, dirigida al interior de uno mismo o bien a las relaciones entre las personas; las desaveniencias originadas por dichos comportamientos cubren una amplia gama de perjuicios. Pues bien, quizá para evitar esos roces, parafraseando el estilo biblico, en los variados ámbitos de la sociedad surgen los ENDIOSADOS voluntarios, dispuestos a ejercer el control bien intencionado de tantos descarriados.

La egolatría reducida a unos pocos cauces de grandes dimensiones disminuirá las posibles desviaciones individuales.




Los relatos detectados en la práctica son variopintos, parecen originarse en manantiales imperecederos. Aunque algunos se parecen entre sí, los matices enriquecedores son inagotables. Si nuestra perspicacia fuera algo tímida, en las obras literarias hay un buen surtido descriptivo de las maneras de fluir las actitudes. Destaca la tendencia al disimulo, a una especie de disfraces CARNAVALESCOS donde caben un sinfín de relatos entrelazando sus trayectorias. Los rufianes arrepentidos se mezclan con la contumacia de los peor intencionados. Los vestidos de islas, como si nadie existiera a su alrededor. Aquellos que antes de salir de casa se miran en el espejo, pero son incapaces de verse. Mientras las escurridizas verdades emiten sus mensajes ante el cúmulo de gente distraida, con la consiguiente evaporación de los mensajes sin tener en cuenta sus contenidos.

Atmósfera de los relatos

​“Nadie es solamente lo que es”. María Zambrano
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 6 de marzo de 2020, 08:42 h (CET)

Los relatos refieren aconteceres, las maneras de producirse, los caminos recorridos, las compañías encontrada en esos recorridos. Dejan sus huellas y algunas enseñanzas, en una irregular comprensión de los implicados. El ambiente se tiñe de sus narraciones en esa mezcla irrevocable de sensaciones y misterios. Así ocurrió antiguamente, ayer, hoy y quién sabe hasta cuando. La EXISTENCIA humana viene reflejada en sus detalladas expresiones, siempre en busca de mayor luz frente a la oscuridad natural y los obstáculos mal intencionados de gente mal encarada.

La claridad no es alimento preferido en estos tiempos. Gran parte de los hechos desgraciados surgen en la sociedad por la escasa o nula atención prestada a la atmósfera comunicativa mantenida en común. Como si esta no fuera un elemento esencial de las relaciones. De manera frívola desatendemos esa parcela. Por otra parte, como hacemos con otras, clima, animales, mares o ríos. No parece valida a estas alturas la excusa del desconocimiento, son demasiado evidentes las graves repercusiones derivadas de los citados descuidos. Los MALENTENDIDOS un tanto estúpidos fraguan en una serie de comportamientos nefastos, como por desgracia comprobamos a diario.

Hemos ido dejando de lado algo imprescindible para el logro de una vida mínimamente satisfactoria. ¿Quién la vive? ¿El partido? ¿La institución? ¿Determinadas jerarquías? Por eso parecerían lógicas las respuestas nacidas del trato sensible con las inquietudes personales. Por el contrario, los entramados organizativos al uso, se deslizan hacia ciertas figuras abstractas, CATEGORÍAS esquematizadas, bocetos utilitaristas, en los cuales la persona real permanece como una entelequia carente de sentido, sometida a toda clase de elucubraciones. Proclamar lo contrario no sirve de nada si la práctica lo contradice. Sin embargo, abundan estas tendencias, dejando a muchos individuos mal aparcados.

Con eso de las carencias abrumadoras y los notables esfuerzos necesarios para salir de los atolladeros; la comodidad reivindicativa es una opción tentadora, apela a la culminación de los proyectos ajenos, hablando lo menos posible de las aportaciones propias. La atención puesta en el mensajero, el SUMINISTRADOR siempre añorado; promueve un giro importante en los ambientes sociales. La ilusión con ansias de protagonismo viene siendo suplantada por el talante de las exigencias; con frecuencia abocadas a severas frustraciones, porque la contrapartida del servicio a los demás es un bien poco desarrollado. El convencimiento activador de los recursos propios, de las aportaciones francas; está minado por las desconfianzas generadas.

No sé si hemos alcanzado el umbral del imposible retorno en este asunto de la pérdida de confianza en casi todo; intuimos la tergiversación subyacente. El número de aciertos en esa intuición es demoledor. Siendo conocido el carácter poliédrico de la verdad, es notoria la diferencia a la hora de tratar con estas vertientes para continuar con la búsqueda de mejores hallazgos. No hará falta insistir en las abrumadoras actitudes deformantes al servicio de los empoderados del momento. Ese olvido de la VERACIDAD como talante estructurador de la socidad es patente en las expresiones actuales, las derivaciones anónimas en las redes, la frivolidad de los medios y, no nos engañemos, la actitud de la gente.

Quizá el asunto tiene mayor gravedad, sobrepasando el olvido, es posible que hayamos suplantado el sentido de la veracidad. Al mismo nombre le conferimos atribuciones diferentes. Quince tonterías son veraces frente a un único pronunciamiento verdadero. Un potentado jefe de cadenas comerciales es veraz frente a sus asalariados agarrados a sus contratos precarios. Con un consentimiento indolente, permitimos la anulación de las razones personales, engrosando los números y potenciando las fuerzas de GRANDES HERMANOS. Se añaden los aplausos multitudinarios, no importa el foro; demuestran el enrarecimiento de los aires en una sociedad complacida.

El estruendo de las intemperancias (Gritos, insultos, verdaderas agresiones verbales), dejan poco espacio para la pausa reflexiva, con el agregado nefasto de la confluencia simultánea de todas las actuaciones conflictivas. En diferentes ubicaciones geográficas se reproducen enérgicas protestas. Las reiteradas frustraciones dan paso a la crispación, ampliada después a las respuestas violentas generalizadas. Los ambientes agrupan motivaciones, crece la AGITACIÓN como un estado permanente. Desperdigados los argumentos hasta volverlos insignificantes, las buenas respuestas no aparecen; va tomando cuerpo la presencia de masas predispuestas a ser utilizadas por poderes desconocidos, pero bien atrincherados.

A pesar de semejante activismo, entre la ciudadanía se pone de manifiesto un fenómeno paralelo de frustración después de tantas agitaciones. Para qué y cómo se utilizan los idiomas. La delegación en los políticos se traduce en experiencias demoledoras. Las tramas sindicalistas, institucionales, normativas laborales, dejan abrumados a los ciudadanos. Los que critican al capitalismo olvidan al comunismo y viceversa. Hemos emponzoñado las ideas hasta volverlas irreconocibles. En una serie de recorridos cuyo final es previsible, la CANSERA deprime a gran parte de la población. Y como decía Bernard-Henri Lévy respecto de Francia: “Se nos convoca a realizar una reforma intelectual y moral”.

El egoísmo con sus tintes tiránicos sobre todo cuanto se le oponga, está muy arraigado entre los integrantes de la sociedad. Si pretendemos comprobarlo será suficiente una simple mirada, dirigida al interior de uno mismo o bien a las relaciones entre las personas; las desaveniencias originadas por dichos comportamientos cubren una amplia gama de perjuicios. Pues bien, quizá para evitar esos roces, parafraseando el estilo biblico, en los variados ámbitos de la sociedad surgen los ENDIOSADOS voluntarios, dispuestos a ejercer el control bien intencionado de tantos descarriados.

La egolatría reducida a unos pocos cauces de grandes dimensiones disminuirá las posibles desviaciones individuales.




Los relatos detectados en la práctica son variopintos, parecen originarse en manantiales imperecederos. Aunque algunos se parecen entre sí, los matices enriquecedores son inagotables. Si nuestra perspicacia fuera algo tímida, en las obras literarias hay un buen surtido descriptivo de las maneras de fluir las actitudes. Destaca la tendencia al disimulo, a una especie de disfraces CARNAVALESCOS donde caben un sinfín de relatos entrelazando sus trayectorias. Los rufianes arrepentidos se mezclan con la contumacia de los peor intencionados. Los vestidos de islas, como si nadie existiera a su alrededor. Aquellos que antes de salir de casa se miran en el espejo, pero son incapaces de verse. Mientras las escurridizas verdades emiten sus mensajes ante el cúmulo de gente distraida, con la consiguiente evaporación de los mensajes sin tener en cuenta sus contenidos.

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