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¿Pueden la mujeres por si mismas conseguir reformar a la Iglesia católica?

Mujer y reforma eclesial

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Metchthild Heil, presidenta de la poderosa comunidad de mujeres católicas alemanas, pide que las mujeres tengan más peso a la hora de tomar decisiones en la Iglesia. La periodista Ana Carbajosa le pregunta: ¿Qué temas quieren llevar a los diálogos reformistas? La respuesta que da la presidenta es: “El acceso de la mujer a cualquier posición, la moral sexual, los anticonceptivos, el reconocimiento de los divorciados, la homosexualidad”. La periodista que entrevista a Metchthild Heil, dice: “La presidenta de la poderosa comunidad de mujeres alemanas católicas en pie de guerra para exigir igualdad en la Iglesia y el acceso a todos los puestos reservados hasta ahora solo para los hombres”.

En el siglo XVI, un alemán, el fraile agustiniano Martín Lutero, se levantó solo para enfrentarse al poderoso papa de Roma para reformar la Santa Sede y a las instituciones católicas para limpiarlas de la corrupción que las enfangaba. Pero Lutero no estaba solo. Emprendió la dura tarea de reformar a la Iglesia haciendo sociedad con Jesús el Señor de la Iglesia. A su lado tenía al Señor más poderoso. Lutero, por el hecho de estar unido a Cristo se convirtió en el hombre fuerte que hizo que se tambalease el papado. A pesar de todo el poder terrenal que poseía no consiguió deshacerse del maldito Lutero. La reforma que emprendió Lutero se ha convertido en la Reforma. Hace poco se celebró el 500 aniversario de su existencia y que ha conseguido que la iglesia vuelva a edificarse sobre la Roca que es Jesús. Tradujo la Biblia al alemán, lo cual puso al alcance del pueblo la herramienta básica que dio el comienzo de una iglesia en estado permanente de reforma. Cada generación tiene que regresar a la fuente de la fe cristiana. Esta reforma constante se consigue cuando la Biblia se convierte en el libro de lectura y de meditación diaria. Por medio de la Biblia y del Espíritu Santo que ayuda a entenderla, Dios habla y cuando lo hace deberíamos seguir el consejo que el sacerdote Elí dio al adolescente Samuel cuando Dios le hablaba y el joven no sabía que fuese Él: “Habla, Señor, porque tu siervo escucha” (1 Samuel 3:9).

¿Cómo pretende Metchthild Heil, la presidente de la poderosa comunidad de mujeres católicas alemana emprender la reforma de la Iglesia a la que pertenece? En la entrevista que se le hace no menciona para nada ni a Dios ni a Jesucristo. Expone, sí, los deseos de las mujeres católicas de tener paridad con los hombres a la hora de tomar decisiones. Veladamente expone el antagonismo existente entre hombres y mujeres en la vida civil. La lucha por la igualdad del hombre y de la mujer se traslada al ámbito eclesial. Lutero empezó la dura lucha para reformar a la Iglesia católica con el poder del Señor. Metchthild Heil lo hace confiando en el poder que le concede ser la presidenta de la poderosa comunidad de mujeres católicas alemana. Ante tan escaso poder, la lucha reformista que emprende está abocada al fracaso.

Por medio del profeta Malaquías el Señor habla al pueblo de Israel y le dice: “Desde los días de vuestros padres os habéis aparatado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí y yo me volveré a vosotros, ha dicho el Señor de los ejércitos. Mas no volvisteis. ¿En qué hemos de volvernos?” (3:7).

La Iglesia católica como las otras iglesias cristianas pasa por una fuerte crisis de identidad. Por el hecho de haber abandonado a Jesús, a pesar de que tienen a flor de labios su Nombre, los llamados cristianos se han convertido en ovejas que no tienen pastor. Caminan extraviados. Como en los días del profeta Malaquías que avisa a Israel a que se vuelva al Señor que había abandonado para seguir a otros dioses, también hoy los cristianos necesitamos pastores que tengan el corazón de Dios que nos avisen que tenemos que regresar al redil del Señor para que Él, como buen Pastor que es, nos conduzca a pacer en verdes prados y a beber en arroyos de cristalinas aguas. Que nos digan que tenemos que arrepentirnos del pensamiento que nos hace creer que nunca hemos roto un plato, Diremos como los israelitas ¿”en qué hemos de volvernos? De la rebeldía contra Dios. El Señor sigue sentado en su trono juzgando y castigando a los rebeldes.

El humanismo cristiano, tan en boga en nuestros días, es un barniz que intenta esconder la rebeldía contra Dios con la utopía de que estamos capacitados para arreglar los estragos que ocasiona el orgullo que nos hace creer que nos las podemos arreglar sin Dios.

Desde hace 500 años se intenta combatir la Reforma con la Contrarreforma católica. El resultado ha sido el humanismo cristiano causante de los graves problemas éticos y morales que hace que la barca de Pedro haga aguas. Cuánta más agua se achique más se multiplica el riesgo de que se hunda. Hoy, la Iglesia católica se encuentra con el agua hasta el cuello.

La reforma eclesial que pretende llevar a cabo la presidenta de la poderosa comunidad de mujeres católicas alemana fracasará, de la misma mera que han fracasado todos los intentos de reformar a la Iglesia sin tener en cuenta las enseñanzas de Jesús que es el Señor de la Iglesia que ha dado su sangre para limpiar todos los pecados.

Mujer y reforma eclesial

¿Pueden la mujeres por si mismas conseguir reformar a la Iglesia católica?
Octavi Pereña
martes, 22 de octubre de 2019, 10:30 h (CET)

Metchthild Heil, presidenta de la poderosa comunidad de mujeres católicas alemanas, pide que las mujeres tengan más peso a la hora de tomar decisiones en la Iglesia. La periodista Ana Carbajosa le pregunta: ¿Qué temas quieren llevar a los diálogos reformistas? La respuesta que da la presidenta es: “El acceso de la mujer a cualquier posición, la moral sexual, los anticonceptivos, el reconocimiento de los divorciados, la homosexualidad”. La periodista que entrevista a Metchthild Heil, dice: “La presidenta de la poderosa comunidad de mujeres alemanas católicas en pie de guerra para exigir igualdad en la Iglesia y el acceso a todos los puestos reservados hasta ahora solo para los hombres”.

En el siglo XVI, un alemán, el fraile agustiniano Martín Lutero, se levantó solo para enfrentarse al poderoso papa de Roma para reformar la Santa Sede y a las instituciones católicas para limpiarlas de la corrupción que las enfangaba. Pero Lutero no estaba solo. Emprendió la dura tarea de reformar a la Iglesia haciendo sociedad con Jesús el Señor de la Iglesia. A su lado tenía al Señor más poderoso. Lutero, por el hecho de estar unido a Cristo se convirtió en el hombre fuerte que hizo que se tambalease el papado. A pesar de todo el poder terrenal que poseía no consiguió deshacerse del maldito Lutero. La reforma que emprendió Lutero se ha convertido en la Reforma. Hace poco se celebró el 500 aniversario de su existencia y que ha conseguido que la iglesia vuelva a edificarse sobre la Roca que es Jesús. Tradujo la Biblia al alemán, lo cual puso al alcance del pueblo la herramienta básica que dio el comienzo de una iglesia en estado permanente de reforma. Cada generación tiene que regresar a la fuente de la fe cristiana. Esta reforma constante se consigue cuando la Biblia se convierte en el libro de lectura y de meditación diaria. Por medio de la Biblia y del Espíritu Santo que ayuda a entenderla, Dios habla y cuando lo hace deberíamos seguir el consejo que el sacerdote Elí dio al adolescente Samuel cuando Dios le hablaba y el joven no sabía que fuese Él: “Habla, Señor, porque tu siervo escucha” (1 Samuel 3:9).

¿Cómo pretende Metchthild Heil, la presidente de la poderosa comunidad de mujeres católicas alemana emprender la reforma de la Iglesia a la que pertenece? En la entrevista que se le hace no menciona para nada ni a Dios ni a Jesucristo. Expone, sí, los deseos de las mujeres católicas de tener paridad con los hombres a la hora de tomar decisiones. Veladamente expone el antagonismo existente entre hombres y mujeres en la vida civil. La lucha por la igualdad del hombre y de la mujer se traslada al ámbito eclesial. Lutero empezó la dura lucha para reformar a la Iglesia católica con el poder del Señor. Metchthild Heil lo hace confiando en el poder que le concede ser la presidenta de la poderosa comunidad de mujeres católicas alemana. Ante tan escaso poder, la lucha reformista que emprende está abocada al fracaso.

Por medio del profeta Malaquías el Señor habla al pueblo de Israel y le dice: “Desde los días de vuestros padres os habéis aparatado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí y yo me volveré a vosotros, ha dicho el Señor de los ejércitos. Mas no volvisteis. ¿En qué hemos de volvernos?” (3:7).

La Iglesia católica como las otras iglesias cristianas pasa por una fuerte crisis de identidad. Por el hecho de haber abandonado a Jesús, a pesar de que tienen a flor de labios su Nombre, los llamados cristianos se han convertido en ovejas que no tienen pastor. Caminan extraviados. Como en los días del profeta Malaquías que avisa a Israel a que se vuelva al Señor que había abandonado para seguir a otros dioses, también hoy los cristianos necesitamos pastores que tengan el corazón de Dios que nos avisen que tenemos que regresar al redil del Señor para que Él, como buen Pastor que es, nos conduzca a pacer en verdes prados y a beber en arroyos de cristalinas aguas. Que nos digan que tenemos que arrepentirnos del pensamiento que nos hace creer que nunca hemos roto un plato, Diremos como los israelitas ¿”en qué hemos de volvernos? De la rebeldía contra Dios. El Señor sigue sentado en su trono juzgando y castigando a los rebeldes.

El humanismo cristiano, tan en boga en nuestros días, es un barniz que intenta esconder la rebeldía contra Dios con la utopía de que estamos capacitados para arreglar los estragos que ocasiona el orgullo que nos hace creer que nos las podemos arreglar sin Dios.

Desde hace 500 años se intenta combatir la Reforma con la Contrarreforma católica. El resultado ha sido el humanismo cristiano causante de los graves problemas éticos y morales que hace que la barca de Pedro haga aguas. Cuánta más agua se achique más se multiplica el riesgo de que se hunda. Hoy, la Iglesia católica se encuentra con el agua hasta el cuello.

La reforma eclesial que pretende llevar a cabo la presidenta de la poderosa comunidad de mujeres católicas alemana fracasará, de la misma mera que han fracasado todos los intentos de reformar a la Iglesia sin tener en cuenta las enseñanzas de Jesús que es el Señor de la Iglesia que ha dado su sangre para limpiar todos los pecados.

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