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¿Cuesta mucho decir: Sólo Jesús salva?

¿Nueva evangelización?

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En el año 2010 el papa Benedicto XVI creó el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización para luchar contra el declive del cristianismo en las naciones occidentales. Hoy, nueve años más tarde, el Consejo de Cardenales conocido como el C6, por la pérdida de tres de sus miembros, ha estado trabajando en la nueva Constitución Apostólica Predicate Evangelium (Predicad el Evangelio) que se convertirá en el dicasterio (ministerio vaticano) más importante, un superministerio.

Ante esta renovación me pregunto: ^Qué le ocurre a la Iglesia católica que le sea tan difícil poner en práctica el mensaje que Jesús le dio a la iglesia apostólica: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado, y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28: 19,20).

Tanto la Iglesia católica como todas las iglesias cristianas deberían hacer un examen de conciencia y plantearse a qué se debe su fracaso evangelizador. ¿Se debe a que Jesús no está en ellas a pesar del nombre que llevan? El apóstol Pablo escribiendo a la iglesia de Corintio, les dice: “El cual (Jesús) asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu, porque la letra mata, mas el Espíritu vivifica” (2 Corintios 3:6). ¿Es posible que la promesa del Espíritu Santo que se cumplió en Pentecostés se haya quedado en un referente histórico sin vigencia hoy? El cristianismo decadente de nuestros días que es incapaz de aportar luz para que la sociedad pueda salir del caos actual, le convendría hacer una lectura atenta del libro de los Hechos, el primer libro de la historia de la Iglesia, y examinar cuál fue la causa del crecimiento espectacular del cristianismo en el entorno de un paganismo salvaje.

Cuando se habla de evangelizar debe tenerse claro qué significa Evangelio: “Buenas Noticias”, Jesús ha venido a este mundo para salvar a los pecadores. El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos de Corintio les dice: “Porque os celo con celo de Dios, pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo. Pero temo que como la serpiente con astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis” (2 Corintios 11: 3,4). El apóstol en este texto introduce a la serpiente que con su astucia engañó a Eva en el paraíso. Viene a decirnos que Satanás sigue seduciendo a los hombres a desobedecer a Dios. Ahora se apodera de los hipócritas, haciéndose pasar por cristianos fieles, que en realidad son: “Falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no os maravilléis, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si sus ministros se disfrazan como ministros de justicia, cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Corintios 11:13-15). Un aviso para que no nos dejemos seducir por las florituras que destilan los labios de los falsos apóstoles: “Toda la palabra de Dios es limpia, Él es escudo a los que en Él esperan.

No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso” (Proverbios 30: 5,6). Tan solo el contenido de la Biblia, desde la primera letra de Génesis hasta la última de Apocalipsis es Palaba de Dios. Este texto es el único que “es inspirado por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3: 16,17). ¡Cuán necesario es que la Biblia sea la luz que ilumine a los cristianos de hoy! Desaparecerían las chapucerías que se cometen en las iglesias y los infieles reconocerían que el Señor está en ellas.

Volvamos al tema de la evangelización. La clerecía judía se escandalizaba porque los apóstoles predicaban a Jesús y en su Nombre hacán milagros. Los convocaron para interrogarlos: “¿Con qué potestad o en que nombre habéis hecho esto?” (Hechos 4:7). Pedro, en nombre de los apóstoles responde lo que es el corazón del Evangelio: “Puesto que hoy se interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo de qué manera ha sido curado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el Nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucito de los muertos, por Él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 9-12). ¿Tanto cuesta salir al mundo para decirle que solamente Jesús salva? ¿De qué sirven tantas reuniones de alto nivel para discutir sobre la evangelización si las personas perecen en sus delitos y pecados? ¡Tan difícil es decir: Ten fe, Jesús te salva!

¿Nueva evangelización?

¿Cuesta mucho decir: Sólo Jesús salva?
Octavi Pereña
martes, 18 de junio de 2019, 14:52 h (CET)

En el año 2010 el papa Benedicto XVI creó el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización para luchar contra el declive del cristianismo en las naciones occidentales. Hoy, nueve años más tarde, el Consejo de Cardenales conocido como el C6, por la pérdida de tres de sus miembros, ha estado trabajando en la nueva Constitución Apostólica Predicate Evangelium (Predicad el Evangelio) que se convertirá en el dicasterio (ministerio vaticano) más importante, un superministerio.

Ante esta renovación me pregunto: ^Qué le ocurre a la Iglesia católica que le sea tan difícil poner en práctica el mensaje que Jesús le dio a la iglesia apostólica: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado, y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28: 19,20).

Tanto la Iglesia católica como todas las iglesias cristianas deberían hacer un examen de conciencia y plantearse a qué se debe su fracaso evangelizador. ¿Se debe a que Jesús no está en ellas a pesar del nombre que llevan? El apóstol Pablo escribiendo a la iglesia de Corintio, les dice: “El cual (Jesús) asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu, porque la letra mata, mas el Espíritu vivifica” (2 Corintios 3:6). ¿Es posible que la promesa del Espíritu Santo que se cumplió en Pentecostés se haya quedado en un referente histórico sin vigencia hoy? El cristianismo decadente de nuestros días que es incapaz de aportar luz para que la sociedad pueda salir del caos actual, le convendría hacer una lectura atenta del libro de los Hechos, el primer libro de la historia de la Iglesia, y examinar cuál fue la causa del crecimiento espectacular del cristianismo en el entorno de un paganismo salvaje.

Cuando se habla de evangelizar debe tenerse claro qué significa Evangelio: “Buenas Noticias”, Jesús ha venido a este mundo para salvar a los pecadores. El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos de Corintio les dice: “Porque os celo con celo de Dios, pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo. Pero temo que como la serpiente con astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis” (2 Corintios 11: 3,4). El apóstol en este texto introduce a la serpiente que con su astucia engañó a Eva en el paraíso. Viene a decirnos que Satanás sigue seduciendo a los hombres a desobedecer a Dios. Ahora se apodera de los hipócritas, haciéndose pasar por cristianos fieles, que en realidad son: “Falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no os maravilléis, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si sus ministros se disfrazan como ministros de justicia, cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Corintios 11:13-15). Un aviso para que no nos dejemos seducir por las florituras que destilan los labios de los falsos apóstoles: “Toda la palabra de Dios es limpia, Él es escudo a los que en Él esperan.

No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso” (Proverbios 30: 5,6). Tan solo el contenido de la Biblia, desde la primera letra de Génesis hasta la última de Apocalipsis es Palaba de Dios. Este texto es el único que “es inspirado por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3: 16,17). ¡Cuán necesario es que la Biblia sea la luz que ilumine a los cristianos de hoy! Desaparecerían las chapucerías que se cometen en las iglesias y los infieles reconocerían que el Señor está en ellas.

Volvamos al tema de la evangelización. La clerecía judía se escandalizaba porque los apóstoles predicaban a Jesús y en su Nombre hacán milagros. Los convocaron para interrogarlos: “¿Con qué potestad o en que nombre habéis hecho esto?” (Hechos 4:7). Pedro, en nombre de los apóstoles responde lo que es el corazón del Evangelio: “Puesto que hoy se interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo de qué manera ha sido curado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el Nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucito de los muertos, por Él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 9-12). ¿Tanto cuesta salir al mundo para decirle que solamente Jesús salva? ¿De qué sirven tantas reuniones de alto nivel para discutir sobre la evangelización si las personas perecen en sus delitos y pecados? ¡Tan difícil es decir: Ten fe, Jesús te salva!

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