
La decepción suele apoderarse del protagonismo cuando se genera una máxima expectación en los momentos previos a cualquier cita de campanillas. Ni Real Madrid ni Baskonia mostraron un encuentro de altura. La cita estuvo protagonizada por la espesura; y sólo esa intriga del marcador evitó el desencanto generalizado. Los puntos de Rudy Fernández y Carroll emergieron de entre la niebla para dar luz al Real Madrid y apuntarle un nuevo y rápido triunfo en su casillero, justo tras dos derrotas consecutivas y en vísperas de la Copa del Rey.
Las ausencias eran notables, consecuencia de las exigencias físicas de los calendarios. El Real Madrid no contaba ni con Thompkins (seguramente tampoco estará en la Copa del Rey) ni con Llull, quien sí estará en la cita copera. Su ausencia es determinante en el puesto de base. Campazzo está a un notable nivel de juego, pero no es suficiente. Y se notó durante el encuentro. Lo mismo sucede en Baskonia. Sus ausencias son también excelsas y eso se nota en la rotación. Apunten los nombres de Granger, Sedekerskis, Shengelia y Garino. A estas claves se suman la cercanía de la Copa del Rey (inevitablemente se piensa en esta cita) y el cansancio acumulado de la reciente jornada de Euroliga. Así se explica la espesura del encuentro.
Los dos primeros cuartos apenas dejaron momentos a destacar. El equilibrio estuvo más presente que nunca, tanto en el juego como en el marcador. La mayor diferencia de puntos dató de los primeros compases: 15-23 a favor del Baskonia. Posteriormente, rentas cortas e intercambio de puntos, los cuales caían a cuentagotas. Eran puntos muy trabajados. Los errores se repartieron sin permitir ningún episodio de lucidez en el juego. Otro aspecto importante era el escaso acierto del Real Madrid: 40% de acierto contra un 54% del cuadro vitoriano. Pese a ello, estaban en el marcador. Otro elemento clave estuvo en el 75% de los puntos que el Baskonia conseguía en la zona del Madrid, algo desconectada. Sólo Randolph, con sus 11 puntos de comienzo, destacó.
Nada se aclaró durante el tercer acto. El encuentro se mantuvo trabado: faltas, errores, fallos incomprensibles… nada de velocidad. Lo que viene a perjudicar al Real Madrid. El Baskonia conducía el encuentro hacia su zona de confort, aunque sin ser capaz de asentarse en ella. Y eso suele ser peligros cuando enfrente está el Real Madrid. Los blancos recurren a su garra y orgullo en este tipo de encuentros. En apenas un suspiro, se elevaron en el marcador: 66-54. Sucedió entre el final del tercer cuarto y el comienzo del último. Fueron los momentos de Carroll y Rudy Fernández (12 puntos seguidos entre ambos). Y cómo no, unas cuantas buenas acciones defensivas. Poco más, pero suficiente. Ya con una cómoda renta a favor, el Real Madrid se manejó no sin intriga ante un Baskonia que se desinfló un instante y cuando quiso rengancharse ya era tarde. De hecho, en temporada regular no ganan en Madrid desde la temporada 2010. Notaron el cansancio y el fondo de armario. Ya toca pensar en la copa.