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Democracia a la española

Los que hablaban de política, decían que no teníamos libertad
Manuel Villegas
martes, 13 de marzo de 2018, 06:57 h (CET)
Ya soy una persona mayor, pero fui un niño de la posguerra fratricida. Lo que quiere decir que soy de los que padecimos penurias sin cuento: hanbre, escasez de salubridad, falta de una medicina apropiada que, por causa de la cual, cualquier infección podía llevarnos al sepulcro. En fin, como dice Salustio de Catilina: "patiens algoris, inediae et vigilia", que es lo mismo que decir:" Acostumbrado al hambre, al frío y a la falta de sueño"

La penilicilina aún no había llegado a España y, si se podía conseguir, era a unos precios desorbitados e imposibles para el bolsillo de un trabajador.

Nos escolarizamos bajo el lema de "la letra con sangre entra" y no por ello padecimos traumatismos psicológicos ni fuimos unos tarados mentales en nuestra etapa de personas adultas. Trabajamos duro y, quienes tuvimos voluntad y oportuniodad pare ello, estudiamos y fuimos los que hicimos posible el resurgir español de los años sesenta del siglo pasado.

Vivíamos bajo una dictadura, cosa que yo no noté para nada, pues era una persona normal y sólo me preocupaba mi estudio y mi trabajo para labrarme un porvenir.

Los que hablaban de política, decían que no teníamos libertad, pero buena respuesta sobre la libertad le dio Lenin al integrante del PSOE Fernando de los Ríos, cuando viajó a Rusia en 1920, con el fin de afiliar su partido a la Internacional Comunista.

Cuando se entrevistó con Lenin al que le preguntó que cuando traería el régimen bolchevique la libertad para los ciudadanos, el dictador soviético le contesto sin pudor y, para ní, en el colmo del descaro y sin reparo ninguno "¿Libertad para qué?

O sea, había llevado al pueblo ruso, en una lucha entre hermanos, en busca de la libertrad, y, cuando llegó al poder, dejó bien claro que el pueblo no tenía derecho a disfrutar de aquello por lo que se habían matado, que sólo quedaba reservado para los políticos que ocupaaban los puestos priovilegiados. En España, bajo Franco, se deseaba la libertad, pero se desconocía el dicho de Lenin.

Ahora tenemos libertasd que, en la mayoría de los casos, se la convertido en libertinaje y falta de seguridad, que, con Franco, sin libertad, sí teníamos.

Pero ya está bien de referirme a tiempos pasados.

Hay miedo a los ataques a personas, bastantes pruebas tenemos, también a la desaparición de niños, mujeres y jóvenes. A ciertas horas de la nocha es peligroso salir de su casa. ¿Esto es libertad? Los que soñábamos con la Democracia, la concebíamos como la ateniense, en la cual cualquier siudadano podia manifestar su disconformidad contra cualquiera de sus gobernantes a quien, bajo ciertas condiciones, mediante el ostracismo, se podía enviar al destierro, si había usado mal de su cargo, era un corrupto o malversador de los bienes públicos.

Ese era mi ideal de la referida forma de gobierno, pero ¡Oh desdicha! la desilución y el fracaso han sido totales. Nuestra deseada nueva manera de gobierno que sustituyó a la dictadura se ha convertido en una latrocracia (que me perdonen los de la RAE por este nuevo palabro), o gobierno de ladrones.

No quiero decir que todos los políticos lo sean, pero, a la vista de lo que lleva sucediendo desde el primer gobierno de Felipe Gonzalez, la mayoría no ha tenido reparo en demostrar que sí lo son y hasta llegar a enorgullecerse de ello ("En esta casa hay dinero para asar una vaca").

La democracia a la española es un cáncer de diecisiete comunidades más dos ciudades autónomas, amen del Gobierno central.

Esta gran y bien tejida tela de araña cobija a una enorme cantidad de duplicidad de funciones, enchufados, paniaguados, "consejeros" y un sin fin de garrapatar que sólo sirven para chuparnos la sangre a los españoles mediante el uso, abuso, cuando no latrocinio puro, de nuestros dineros que nos succionan mediante los impuestos.

Tememos más cargos púiblicos, "amiguetes" y enchufados que EE.UU., Alemania o Reino Unido.

¿Con qué objetivo?

Con el de asegurarse una cantera de votos que mantengan en el machito a los que quieren gobernar, o ya gobiernan, sin importarle un bledo el bienestar de los españoles.

Sólo se preocupan de sus apetencias personales, el bien de su partido y seguir gobernendo, mientras que el ciudadano padece males sin cuento: inseguridad, sanidad tercer mundista, Justicia condicionada a los poderes Legistativo y Ejecutivo, impuestos, duplicados en elgunos casos. En fin, por no alargarme más, la democracia española es lo nunca visto y lo más parecido a la falta de la misma, porque a nuestros políticos y gobernantes el pueblo les importa un adarme y sólo buscan su medro personal y el de sus partidos.

Parafraseando la frase "Con estros amigos, ¿para qué quiero enemigos? Digo: Con estos polítricos ¿para que queremos gobernantes?

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