| ||||||||||||||||||||||
Tras los cristales blindados de La Moncloa —un palacio cuyas ventanas iluminadas solo fingen transparencia, mientras turbias sombras se deslizan por sus despachos—, hoy los prestamistas exigen la libra de carne que Pedro Sánchez —movido por su ambición— hipotecó en su propio beneficio.
No sé cómo andarán de conocimientos históricos Pedro Sánchez y sus conmilitones, pero posiblemente se haga necesario ponerlos al día, pues como dice nuestro refranero “Nunca está de más un deshollino aunque sea a un santo”. Por ello hoy queremos tratar de un asunto que parece que el Gobierno que preside el copiador oficial de tesis, o sea, Pedro Sánchez, se lo está tomando a la ligera.
El actual presidente de Gobierno debe tener en cuenta algunas cuestiones olvidándose de sí mismo, pensando en el cargo que ostenta. En el caso de Pedro Sánchez, el foco no está en si ha cometido un delito o no, sino en si debe asumir su responsabilidad política por la actuación de personas de su círculo más cercano.
Érase un teatro llamado Democracia, alzado sobre la frágil arquitectura de la virtud, donde cotidianamente se representaban tragedias y farsas bajo la altiva bóveda de la sede de la soberanía del pueblo. Allí acudían damas y gentiles hombres de fingida nobleza, con semblantes graves compuestos de artífico y estudiadas apariencias.
Este miércoles en el Congreso hubo sesión de lujo, no fue uno más de esos días dedicados a controlar al Gobierno. Las dos derechas, la extrema y la otra, la de Feijóo, cada día más cercanas, habían velado las armas la noche del martes, y llegaron a la Carrera de San Jerónimo con los cuchillos en la boca dispuestos a acabar con Pedro Sánchez aprovechando que el PSOE está en horas bajas por las manchas de corrupción.
Ayer se celebró el Comité Federal del PSOE, con el que su secretario general, el ínclito Pedro Sánchez Pérez- Castejón, se disponía a mentir sobre sus jugosas mentiras, para transformarlas en promesas que ya no las creen ni en Moncloa.
Todos los medios de comunicación coinciden prácticamente con un mismo titular: el gobierno de Pedro Sánchez ha decidido «no tirar la toalla». Me parece bien que exista esa voluntad, por lo que tiene de no sentirse derrotado y como expresión del deseo de seguir dando la batalla hasta el final
No por mucho madrugar amanece más temprano, ni por repetir como mantra una mentira se convierte en verdad, ni por amanecer cada día con un esperpento mayor nos habituamos a ello las personas con dignidad y sentido común. 'La revolución es buena para los histriones. Sirven todos los gritos, todas las necedades tienen valor, todos los pedantes alcanzan un pedestal', (Baroja).
La democracia no es solo el derecho de votar cada cierto tiempo, sino la garantía constante del respeto absoluto a las leyes. Ese respeto resulta imposible sin una separación efectiva de poderes, principio elemental sin el cual toda sociedad democrática corre el riesgo inminente de degenerar en autocracia. Hoy, en España, esa separación está peligrosamente amenazada.
Sostiene Felipe González que la ley de Amnistía para los condenados o en fuga por el proceso de independencia en Cataluña, validada recientemente por el Tribuna Constitucional, es pura corrupción política. Su rotunda declaración pública viene de alguien que fue presidente del Gobierno entre 1982 y 1996. Tal vez su experiencia avala tal explícita aseveración.
Hace un tiempo Aznar dijo “el que pueda hablar, que hable, el que pueda hacer, que haga, el que pueda aportar, que aporte. El que pueda moverse, que se mueva”, añadiendo que “la inhibición no tiene cabida” en una llamada a la movilización ciudadana contra el Gobierno de Pedro Sánchez. Es lo que desde la derecha extrema, el Partido Popular, y desde la extrema derecha, los franquistas de VOX, están intentando desde el momento en que Sánchez ocupó el banco azul del Gobierno.
En un momento mundial en el que nos inundan la conciencia con que un Estados Unidos presidido por Trump impone, con la mayor arbitrariedad e impunidad, su dominio por doquier, un hecho, que parece pequeño, ‘el no de Sánchez al 5% de Trump’, es una brizna en la Unión Europea, una brizna de defensa de la soberanía nacional frente a los dictados de la superpotencia estadounidense, una brizna de defensa de nuestro país, una brizna de defensa de nuestros intereses.
Decía Confucio que cuando el sabio señala a la Luna, el necio mira al dedo. Quizás este sea uno de los problemas de la modernidad. Parece que en Sevilla hay conmoción porque a la Macarena le han alterado las pestañas. Quizás más triste hubiera sido descubrir que no se cumplen (sobre todo por lo de las guerras) las enseñanzas del Evangelio.
Tranquilidad. Todos mediocres a apoyar al sanchismo, demostrada mafia criminal. «Larga vida al Sanchismo socialista (sic)», dicen los que viven de él, con la disculpa de apoyar a un partido que ante todo creen que es social, pero nunca más lejos de la realidad.
Dice el refrán: “Cuando el río suena, agua lleva”. Si el agua discurre libre y juguetona por su cauce, produce un sosegado murmullo que se convierte en una armoniosa melodía. Pero cuando aparece la sed de lo que ya no puede contenerse, la furia del agua desatada no es sonido: es rugido, un grito ancestral que los diques temen escuchar. ¿No hay nadie que escuche ese rugido en las entrañas del PSOE?
Pedro Sánchez (alias “Dog”): “Las 5 y aún no he comido”. Isabel Natividad Díaz (alias “Ayuso”): “Yo solo fruta”. Chiquito de la Calzada: “¿Comor?”.
Mordidas malversación, fraude, pilinguis… Esta gente hace a todo. Toca todos los palos, lo mismo plancha huevos que fríe corbatas, por eso el sanchismo se ha convertido en una fétida corriente con un panorama desolador donde la corrupción, las mordidas y el fraude son la línea conductora. Eso sí, al presidente le ha faltado tiempo en su comparecencia para echar la culpa a los demás: llevaba preparado el espejito y únicamente veía al otro, él no se veía.
El poder es un fetiche y ellos gobiernan para el poder; eso es progresismo, justo lo contrario de progreso. Progresismo es el signo de identidad como partido sanchista: PCS (partido corrupto sanchista). Hace mucho que tiraron a la basura las siglas PSOE, el progresismo no es ni socialista ni obrero ni español.
"No vamos a romper la estabilidad para ponernos en manos de PP y Vox, la peor oposición que ha tenido nuestro país", dijo el presidente en su comparecencia ante los medios. ¿Se habrá escuchado la barbaridad que ha soltado? ¿Se puede ser más antidemocrático que este nefasto personaje chulesco y engreído? Él puede pactar con proetarras, independentistas y bandoleros golpistas, pero los demás han de pactar sólo con quien él diga.
Han pasado diez días desde que se publicó el informe de la UCO y el secretario de organización socialista aún sigue negando la mayor. Insiste en que el tiempo demostrará la falsedad de cuanto se dice de él. Lo que sucede es que, a la vista de diferentes apartados del informe primero, el tal Santos Cerdán es el perejil de todas las salsas, pero sólo para poner el cazo.
|